Etimología de RÁBANO

RÁBANO

La palabra rábano viene del latín raphănus, que la toma del griego ράφανος, si bien el latín tenía el vocablo rapum, con el que podía designar a rábanos y a otras especies napiformes, y también empleaba el vocablo radix (raíz) para designarlos, especialmente en la expresión radix Syriaca (una variedad de rábano muy apreciada por los romanos). En griego ράφανος designaba también a algunas especies de euforbia y coles.

Plinio nos informa extensamente sobre los rábanos y sus variantes, formas y épocas de cultivo y recolección (19, 78-87) y nos dice que los griegos sólo conocen tres variantes que incluyen el rábano silvestre. Los romanos en cambio cultivan variantes muy diversas, entre las que alaba el rábano translúcido y alargado llamado Algidense, y otro muy suave que llaman Syríaco, aunque no sabe por qué dado que en Siria no existen esos rábanos. Su cultivo es fácil y sólo necesita tierra suelta, sin estiércol, a la que se puede mezclar paja, y se da en todas las latitudes y climas de modo que incluso en Germania los rábanos alcanzan un tremendo tamaño. Su desarrollo es rapidísimo y fácil, y sabemos por las múltiples alusiones literarias que es sin duda por ello el producto más barato de los holitoria (mercados de verduras romanos), por lo cual no es extraño que incluso hoy tengamos una expresión como "me importa un rábano". Aunque se consumían crudos, las variantes más picantes o ligeramente amargas también se cuecen y así se endulzan. Los rábanos romanos invadieron todo el imperio y todos los territorios, y de la palabra raphănus vienen también rave en francés y catalán, ravanello en italiano y en portugués rabanete. El rumano en cambio ha formado su vocablo ridiche a partir del latín radix.

Parece que la forma griega ράφανος y otras variantes con π en lugar de φ, al igual que la forma latina rapum, reposan sobre un préstamo de una lengua previa mediterránea.

- Gracias: Helena


Pokorny vincula la palabra griega ράφανος (raphanos) a una raíz indoeuropea *rāp-, *rēp-, que también estaría presente en el latín rapum, de donde tenemos nuestra palabra nabo.

 

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