Etimología de IMPERATIVO

IMPERATIVO

La palabra imperativo viene del latín, del adjetivo imperativus-a-um (lo que sirve para ordenar o mandar), adjetivo formado con el sufijo de relación activa o pasiva -ivus, sobre el supino imperatum del verbo imperare (tener un poder, mandar, ordenar). Pero en el latín de época imperial los gramáticos romanos usaron el vocablo imperativus en la expresión imperativus modus, para referirse al modo verbal que expresa los mandatos. Con ello estaban traduciendo la expresión de los gramáticos griegos προστακτικὴ ἔγκλισις ("prostaktiké énklisis", modo del mandato), que antes que los romanos habían teorizado sobre estas formas gramaticales comunes a las lenguas indoeuropeas y sus primeros estudios sirvieron de guía a los gramáticos romanos para el estudio gramatical de su propia lengua.

El verbo imperare latino tiene la misma raíz que parare (disponer, procurar, preparar), y se asocia a una raíz indoeuropea *per(Ə)-1 (producir, procurar).

El modo imperativo del verbo tiene una vieja raigambre indoeuropea y sus formas desde el origen carecieron de 1ªs personas por motivos obvios, ya que nadie se da órdenes a sí mismo. Parece que en sus formas más antiguas indoeuropeas constaba de 2ªs y 3ªs personas, y esta situación se conserva en el imperativo griego, que propiamente tiene un tiempo único, aunque con tres variantes aspectuales (presente, aoristo y perfecto), que se distinguen por la variante de la raíz, para indicar acciones neutras o durativas, acciones puntuales o acciones perfectivas o terminativas.

Pero el latín que es nuestra lengua madre y de la que proceden nuestros imperativos, remodeló en su sistema de otro modo las formas imperativas, configurando dos tiempos en el imperativo: imperativo de presente e imperativo de futuro. El imperativo de presente sirve para dar órdenes puntuales de realización inmediata en el presente. Es por eso que ese imperativo sólo tiene 2ªs personas y carece de 3ªs personas, pues sólo se puede dar una orden de realización inmediata a quien está presente en el diálogo (tú o vosotros), siendo un "él o ellos" los ausentes del diálogo y por tanto no susceptibles de recibir órdenes directas. El imperativo de presente formaba su 2ª persona del singular con el radical de presente puro (canta, lege, veni, audi…, es decir, canta, lee, ven, oye). La segunda persona del plural la formaba con la desinencia -te (cantate, legite, venite, audite…, es decir, cantad, leed, venid, oíd). Estas marcas personales son antiquísimas y el griego también las conserva en las segundas personas de sus imperativos. En concreto *-te es la desinencia de 2ª persona del plural indoeuropea, aquí conservada pura, y que en latín, también dio lugar a la desinencia -tis de todos los verbos por adición de un -s analógica a la 2ª del singular (cantatis, cantabatis, …es decir, cantais, cantabais). Los imperativos de nuestros verbos proceden directamente de este imperativo latino (canta/ cantad, lee/leed, oye/oíd…), en que la t de la desinencia -te ha sonorizado en d,perdiéndose la e breve final, y dando lugar a nuestras características formas imperativas en -d. Y realmente seguimos careciendo de 3ªs personas en imperativo. En latín, cuando se debía trasmitir una orden para una tercera persona, que propiamente no puede ser jamás una orden directa, se empleaba un presente de subjuntivo exhortativo o de deseo (veniat.., es decir, "que venga"), y el intermediario que debía trasmitir el mensaje ya daría esa orden a quien fuera en presencia con el imperativo (veni, es decir, "ven"). Y seguimos haciendo exactamente lo mismo: "que venga", "que llame", "que termine".

El imperativo de futuro latino servía para órdenes o disposiciones que tenían valor permanente desde el presente en que se emitían en adelante, para todo el futuro posterior. Si la orden no es de ejecución inmediata en el presente, entonces ya se puede emitir para un ausente del diálogo, y por eso este imperativo sí tiene 2ªs y 3ªs personas. Sus desinencias de 2ª persona (singular -to/plural -tote) y de 3ª persona del singular -to (rogato) y 3ª persona del plural -nto (roganto) son muy arcaicas y las hallamos también en las 3ªs personas del imperativo griego. Pero estas formas se han perdido completamente en las lenguas romances por el siguiente motivo. Este imperativo apenas se empleaba en la lengua usual y era sobre todo propio del antiguo lenguaje jurídico, para expresar normas, leyes o disposiciones en que se daban en cierto modo normas de actuación que debían ser permanentemente vigentes desde el momento de su publicación hacia el futuro, con una validez permanente.

El imperativo latino también tenía formas desinenciales pasivas, que como todas las formas desinenciales pasivas verbales, se han perdido y fueron sustituidas por los hablantes en la generación de las lenguas romances por perífrasis con el verbo ser, asumido como auxiliar.

- Gracias: Helena

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