La palabra pistacho que designa a un fruto seco que nos es bien conocido, nos viene del francés pistache o del italiano pistacchio, y estas formas proceden del latín pistacium, que también utilizó alguna vez nux pistacia, y pistacia para designar al árbol. Se trata de un préstamo del griego πιστάκιον, mientras el árbol se designaba como πιστάκη ("pistake"). En griego el vocablo aparece con grafías alternantes muy variadas como βιστάκιον, φιττάκιον y ψιττάκιον, lo que da idea de que tienen dificultades para adaptar un término que es sin duda un préstamo de una lengua asiática, según testimonia Chantraine (Dictionnaire étymologique de la langue grecque).
Para los romanos era un fruto conocido, pero parece que un tanto exótico en occidente al menos a principios de época imperial, que seguramente podía llegar por comercio a escasas mesas del área occidental del imperio. Plinio dice que es un árbol característico de Siria, que sus frutos tienen los mismos usos y aplicaciones que los piñones en la gastronomía, y que los pistachos, tanto directamente comidos como bebidos en algún tipo de infusión o cocimiento, son buenos contra las picaduras de las serpientes. Se podría pensar que es un árbol que no se adaptaba a los suelos y condiciones climáticas de buena parte de Europa o del occidente del imperio romano, porque no parece muy extendido o al menos no está muy presente en los textos, si bien hay indicios de la existencia de su cultivo en Italia desde antiguo, aparecen citados como un producto corriente en el Edicto de Diocleciano, y Anthimus, erudito y médico bizantino de principios del s. VI en la corte del rey ostrogodo Teodorico, recomienda los pistachos como alimento adecuado y parece que disponible en esas tierras. También parece que el fruto le resulte bastante familiar a Isidoro de Sevilla por la falsa etimología que establece a raíz del aroma de su corteza, pero realmente hasta hoy estos árboles y estos frutos no eran un cultivo muy común en España, y si lo hubo en la antigüedad después pudo estar en retroceso por cualquier razón. El árbol, llamado pistachero o alfóncigo, toma este último nombre, según el DRAE, del árabe alfústag, fustuq en árabe clásico, que parece que remotamente es un préstamo del griego πιστάκη.
- Gracias: Helena
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