El adjetivo infundado quiere decir no fundamentado, sin cimiento, sin fundamento, sin base, causa o razón, y en algunos contextos es sinónimo práctico de falso. Este adjetivo lo formó el castellano con un prefijo negativo in- (del latín in-, no, prefijo básicamente empleado para negar adjetivos), y el participio, o adjetivo verbal, fundado, del verbo fundar. Este verbo viene del latín fundare (afirmar sobre una base, fundar, construir, fundamentar), vinculado a la palabra latina fundus (fondo, parte esencial, base de algo, también suelo o propiedad agrícola). De ahí palabras como fundamento, fondo, fundo, profundo y latifundio. Estas palabras latinas se vinculan a una raíz indoeuropea *bhudh- (base o fondo).
Infundado no tiene nada que ver con el verbo infundir, que viene del latín infundĕre (verter en el interior), verbo formado con otro prefijo in- especializado en ser prefijo verbal que significa al interior, en el interior, inicio de la acción o acción intensificada. Así infuso que es el participio de infundir (del latín infusus, participio de infundĕre), quiere decir introducido o vertido en el interior, inspirado por introducción, y ahí ese in- es el preverbio y no el prefijo negativo, porque ya lo llevaba el verbo latino. Ese verbo infundĕre se forma a partir defundĕre (verter, fundir, derretir), verbo relacionado con la raíz indoeuropea *gheu- (derramar).
De ahí la importancia de que expliquemos bien las cosas. Por ejemplo si yo quiero explicar la palabra "importación", es muy mala explicación decir: esta palabra se compone del prefijo in-, del verbo portare y del sufijo -ción, como si la palabra fuera un simple puzle que alguien (no sabemos quién) formó agregando cosas: eso no es entender la lengua. Nadie sabrá por qué ahí in- significa al interior, y no significa no, ni si esa palabra la ha formado el español, o estaba ya en latín, cosa que puede tener muchas más implicaciones. Deberemos decir que esa palabra viene del latín importatio, que es el nombre de acción con sufijo -(t)ion del verbo importare, ya existente en latín, y luego explicar cómo se formó importare, etc.
Los dos prefijos latinos in- sólo acaban coincidiendo en la forma, pero tienen un origen diferente. El in- preverbio que significa interioridad no es más que la preposición in latina (en, dentro de, al interior de), empleada, como la mayoría de las preposiciones, en el sistema compositivo verbal formando parte del sistema de preverbios, que dotan a las raíces verbales de nociones añadidas de carácter local, temporal o aspectual. Ese in procede de una vieja preposición indoeuropea *en, que es la misma que genera en griego su preposición ἐν (en), que igual que en latín, lo mismo es preposición que prefijo verbal y compositivo.
El in- negativo procede de un viejo adverbio indoeuropeo *ne, usado también desde el indoeuropeo seguramente como forma prefijal. Cuando se empleaba como prefijo presentaba dos variantes: una en grado e *ne-, y otra en grado cero *n-. De la variante en grado pleno e tenemos el prefijo latino negativo-prohibitivo ne-, que vemos en palabras como nefando o nefasto. La variante en grado cero *n- desarrolló en latín una vocal de apoyo previa que se cerró en i, dando lugar al prefijo in- que niega raíces nominales y nunca verbales, a no ser que se use secundariamente en adjetivos derivados de verbos sin que el verbo originario llevara in- como prefijo. Pero en esta variante en grado cero *n- hay que considerar que la ene indoeuropea no es una consonante, sino una sonante (un sonido intermedio entre vocal y consonante, que igual puede producir una vocal que una consonante). Por eso en griego, cuando este prefijo en grado cero se juntaba con una raíz empezada en consonante, la n sonante vocalizaba en a- (la a es su vocalización natural). Pero cuando se juntaba con una raíz iniciada en vocal, muchas veces la sonante n consonantizaba en n, pero desarrollando una a previa, como efecto sonoro, o no sabemos si por analogía con la forma negativa a-, que sabemos es más antigua en griego y en épocas remotas incluso se empleó ante vocal. Y así en griego tenemos las dos variantes de prefijo negativo a-/an-, que vemos en amorfo (a-morfo: sin forma) y anestesia (an-estesia: sin sensación), por ejemplo.
- Gracias: Helena
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