En la escuela primaria nos enseñan que "sima" es lo contrario de "cima", así como "Cenit" se opone a "Nadir. También nos explican, entre muchas otra cosas, que a las diferentes capas geológicas se les nombra con acrónimos de los principales elementos químicos de que están formadas: Por ejemplo, el SIAL es la parte del globo terráqueo que está formada principalmente por SIlicio y ALuminio. Tras esta explicación, es fácil inferir, deducir o concluir que SIMA es la parte del globo terráqueo que está formada principalmente por SIlicio y MAgnesio. ¡Claro que muchos no estarán de acuerdo, pues el DRAE dice que la palabra es de origen incierto, pero sí la define como "una gran profundidad!". Decenas de escritores la han utilizado para sus composiciones y se encuentra con frecuencia "hallaron el cuerpo en la sima del barranco"; me imagino que la "cima del barranco" es la parte más alta de una sección de tierra hundida, una contradicción, al fin y al cabo.
- Gracias: Maximiliano Mena Pérez
Una cosa es el Sima, que se ha utilizado alguna vez como vocablo técnico en geología y hoy es término obsoleto, para referirse a una capa de la litosfera formada preferentemente por silicio y magnesio, que es voz artificial inventada a partir de las dos letras iniciales de estos elementos, y otra cosa es una sima (cavidad grande y profunda en la tierra) que ni tiene nada que ver con cima, ni se construye como opuesto a esta palabra ni nada de nada.
La etimología de sima es evidente y muy clara, por mucho que la RAE la dé como dudosa, influenciada por la ceguera al respecto del maestro Corominas, que se empeña en ver, en este término hispano una voz patrimonial antigua, que como no le enlaza bien con el latín vulgar, no tiene ningún empacho en sugerir su solución mágica del posible étimo prerromano, etc. Pero resulta que sima no es en castellano un término vulgar ni mucho menos. Aparece por primera vez en el s. XIV en la obra del rabí Sem Tob, obra cultista enmarcada en el Mester de Clerecía que desde sus inicios se caracterizó por la introducción de cultismos directamente del latín. No menos cultas son las siguientes ocurrencias del vocablo en el Cancionero de Baena, en Juan de Pineda o en el Quijote cervantino. Se trata de la obvia traslación del latín medieval sima (concavidad), que preferentemente se usaba en medicina y anatomía para referirse a la concavidad del abdomen, llamada frecuentemente sima hepatis (la concavidad del hígado), pero que también desde el latín clásico designaba a un tipo de moldura cóncava en arquitectura (Vitrubio utiliza repetidas veces el vocablo), en suma a una concavidad.
Este vocablo sima no es más que la forma femenina sustantivada del adjetivo latino simus-a-um, que es préstamo del griego σιμός ("simós"), voz que significa chato, de nariz chata, pero especialmente quien tiene tan aplanado el puente de la nariz que lo tiene cóncavo y por tanto después la nariz resulta respingona, de ahí que el adjetivo pase a significar cóncavo, excavado. Este adjetivo es voz extraña al griego, pues pese a las propuestas de Pokorny ninguna raíz indoeuropea conserva la ese inicial en griego (siempre se aspira o se pierde totalmente), por lo que quizá se ha pensado para esta palabra en un origen tracio, sobre todo si verdaderamente este adjetivo tiene alguna relación con vocablos como σίλλος ("sillos", cierto poema satírico, también burla o chanza), con una geminación expresiva, y Σιληνός ("Sileno", sileno, sátiro viejo), palabras de etimología desconocida pero cuya raíz es ajena al griego.
Pero quizá la clave mejor la tenemos en el latín, que presenta un adjetivo literario y vulgar silus (chato, aplastado) empleado por Cicerón en las cartas a familiares que muestran un lenguaje corriente, y que es sinónimo total de simus (chato, aplastado), éste último préstamo del griego σιμός. Quizá el latín conserve una forma sil- de esta raíz que en origen podría ser la misma.
Silus sufre la misma evolución semántica que simus, de chato y rehundido pasa a significar cóncavo y excavado, y de ahí nuestro vocablo silo, forma sustantivada que en origen es un lugar excavado subterráneo, que sin duda en latín sufre la influencia analógica del vocablo siligo, siligĭnem (trigo de primera calidad, también flor de harina), por lo que acaba relacionándose con un depósito para cereales.
Del latín simus en el sentido de chato, de nariz rehundida, se derivó el adjetivo latino simius, con el mismo significado, que, aplicado a los monos, nos da la palabra simio.
- Gracias: Helena
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