La palabra misterio viene del latín mysterium, que lo tomó del griego μυστήριον (mystérion), un derivado de la palabra μύστης, que significa "iniciado". Sólo tardíamente esta palabra adoptó también en estas lenguas el significado de cosa secreta, oculta y desconocida que le damos hoy. Tanto en Grecia como en Roma, este vocablo designaba a un tipo de religión, a una serie de cultos religiosos bastante extendidos que llamamos "misterios" o "cultos mistéricos". La palabra μύστης se deriva del verbo μύω ("myo", cerrar los ojos, aunque en origen cerrar los labios) que se vincula a una raíz indoeuropea *mu-1 (sonido hecho con los labios cerrados), que también encontramos en palabras latinas como mutus (mudo) o el verbo mussitare (musitar, murmurar).
Tanto en Grecia como en Roma había un culto público a los dioses tradicionales conocidos por todos (Zeus-Júpiter, Apolo, Atenea-Minerva, Artemis-Diana, Hera-Juno, Deméter-Ceres, etc.). Sus templos estaban destinados a contener la estatua del dios y su tesoro de ofrendas. El culto (sacrificios y plegarias) nunca se realizaba en el interior del templo, sino en una explanada delantera y al aire libre donde se ubicaba un ara o altar, y de él participaban cuantos quisieran sumarse en una asistencia abierta. Si bien griegos y romanos habían desarrollado ideas complejas sobre el mundo de ultratumba y rituales funerarios para favorecer ese tránsito a una vida post mortem, los lugares post mortem acogían a buenos y malos, y en todo caso un mejor estatus en una vida de ultratumba podían proporcionarla como mucho una mayor bondad y nobleza, pero nunca el estricto cumplimiento de un conjunto de normas, prácticas y rituales religiosos destinados a ello.
Los misterios o religiones mistéricas basan exclusivamente en cambio toda su creencia y finalidad en el logro de una salvación en el más allá, descartando otras finalidades para la praxis religiosa. Todos los cultos mistéricos tienen unos rasgos comunes:
Estas creencias no son necesariamente exclusivistas, de manera que había gente que practicaba sólo su culto mistérico elegido, y otros que se hacían iniciar en más de uno, o que combinaban el culto mistérico con las otras creencias y prácticas de los dioses tradicionales.
En el antiguo mundo griego los cultos mistéricos principales fueron los misterios órficos (en torno a la figura de Orfeo, el poeta-profeta cantor que bajo al mundo de los muertos y regresó vivo de él, y predicó un código para la salvación de ultratumba), los misterios dionisíacos (en torno al niño-dios Dioniso, sacrificado por los gigantes y resucitado por la diosa Gea) y los misterios eleusinos (en torno a Deméter y Perséfone, que tienen como originalidad que es una diosa, Proserpina o Perséfone, y no un dios, la que constantemente muere y resucita).
Pero es en el mundo romano donde los cultos mistéricos alcanzan un extraordinario apogeo y difusión, y adquieren plenamente todos sus rasgos definitorios que expresamos antes, existiendo muchas modalidades desde la época final de la república (s. I a.C.) a los siglos del imperio (s. I a IV d.C.). Estos cultos procedían de Oriente, como por ejemplo el mitraísmo (en torno a Mitra) y su variante más generalizada, el culto al Sol Invicto (reelaboración mistérica procedente de Persia), los misterios de Atis y Cibeles (procedentes de Asia Menor), o los misterios Osiríacos (de Isis y Osiris, reelaboración procedente de Egipto).
Estos cultos serán erradicados después de la llegada al poder del Cristianismo en el s. IV d.C., que sin embargo tomó de ellos bastantes ritos y rasgos formales. Por sólo poner un par de ejemplos, el gorro de los obispos se llama mitra porque era el característico de los jefes o pastores de las comunidades mitraicas. La celebración de la Navidad en torno a la noche del 24 de diciembre y el día 25, era entre los romanos una gran festividad del nacimiento del Sol Invicto (solsticio de invierno), propia de este culto mistérico. Fue cristianizada por los cristianos que nunca supieron la fecha del nacimiento de Jesucristo (ningún escrito lo trasmite) para celebrar ésta.
Aparte de misterio, otras palabras que derivan del vocablo griego mystís son místico, misticismo y mistificación.
- Gracias: Helena
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