La palabra luquete viene del árabe الوقيد al-waqīd, que significa hoy 'fósforo', 'mixto' (o 'misto'), 'cerilla' (o 'cerillo') con que se enciende el fuego, pero que en origen era un adjetivo derivado del verbo وقد، يقد waqada, yaqidu 'encenderse' con un sentido paralelo al del participio agentivo واقد wāqid 'que enciende', por lo que الوقيد al-waqīd se podía aplicar lo mismo a lo que produce la combustión, por ejemplo, al conjunto de eslabón y pedernal que hacen que salte la chispa que enciende la yesca, procedimiento inveterado de encendido, como a la propia leña que arde, o a la astilla prendida que transporta el fuego de una lumbre a otra, y luego, claro, desde que se inventaron las astillas autocombustibles, al fósforo, mixto o cerillo que es el significado moderno.
El sentido general de الوقيد al-waqīd era, pues, 'lo que enciende', que se usaba en árabe como colectivo, y el nombre de la unidad de eso que enciende se decía الوقيدة al-waqīda. La palabra dio en significar una especie de cerillas antiguas de palillo largo impregnadas de azufre, al parecer un invento chino que se usó en el occidente (el europeo y el árabe) en la baja Edad Media, pero que no encendían por sí mismas o por frotación, sino que servían para transportar fuego desde las ascuas de una hoguera a otro montón de combustible sin tener que repetir en este el laborioso proceso del encendido con pedernal, eslabón y yesca y prender enseguida otra candela
Pedro de Alcalá registraba en el árabe granadino del s. XV la forma guaquida para el singulativo y guaquid para el colectivo, que hacía de plural, con el sentido de 'mecha pa(ra) e(n)ce(n)der':
En español se adaptó el arabismo con dos formas, una, tomada del nombre de la unidad, fue alguaquida, para la que la primera edición del diccionario de la Academia daba la autoridad de este preciso pasaje de fray Pedro de Alcalá:
La otra fue luquete, que estamos viendo, definido así en el Diccionario de 1734:
Una variante más antigua, caída en desuso ya en el s. XVIII era aluquete, definida así en el Diccionario de 1726:
Su étimo exacto está discutido si es efectivamente el colectivo الوقيد al-waqīd o más bien un diminutivo suyo que con la misma grafía se habría leído al-wuqayd (en árabe el diminutivo no se obtiene con sufijo, sino infijando entre las consonantes la vocalización u-ay). De esta última forma es verdad que habría podido salir, mediante una reducción de diptongo *l-wuqayd > *lūqēd >luquet(e), pero no es necesario recurrir al diminutivo, porque de la propia pronunciación al-waqīd sale perfectamente, mediante un retraimiento del timbre /i/ en /e/ por efecto de la consonante uvular /q/ y el šewā de la vocal pretónica, *l-wəqēd, que daría lūqēd, como parece demostrar el árabe marroquí moderno, donde el colectivo es ūqēd y el singulativo ūqēda, con artículo lūqēd.
Una relación de los dos arabismos la hace Covarrubias (1611) en este pasaje que merece la pena reproducir:
Como ya deja indicado Covarrubias, se llaman también luquetes las rodajas de frutas con que se ilumina, se enciende y se hace lucir el vino, generalmente con naranjas y limones, pero también en la época medieval se usaban otras frutas, incluso flores, como las rosadas del árbol del amor (Cercis siliquastrum) o las azules de la borraja (Borago officinalis). Al beber el vino se comían los luquetes, con lo que se retardaba la embriaguez y se prolongaba el placer.
Por eso Quevedo en su célebre soneto a los mosquitos ahogados en vino los llama «aves luquetes».
En catalán se dijo lluquet, en portugués no parece haberse usado arabismo, en su lugar se dijo palhete, como en catalán palleta y en español pajuela, derivados diminutivos de paja (cat. palla, port. palha). La forma catalana lluquet sufrió la competencia de la palabra palleta, como en español la de pajuela, pero el vendedor ambulante de luquetes /alguaquidas /pajuelas no se llamó *luquetero, durante un tiempo se dijo alguaquidero, que ya estaba en desuso cuando se registró en el Diccionario de 1726, sino que lo habitual fue llamarlo pajolero, lo que pasa es que la palabra tuvo mala suerte porque con el significado original de vendedor de luquetes no se registró en su tiempo, y cuando se vino a incluir en el DRAE, en 1936, ya hacía tiempo que se había dejado de usar las pajuelas o luquetes, sustituidos por los fósforos autocombustibles, y lo que ha quedado es el sentido de vendedor importuno e insistente que ha hecho que la palabra pajolero haya recibido como primera acepción la de persona molesta e impertinente. En catalán, sin embargo, está más prestigiada porque era la profesión (y, por tanto, el apodo) del valenciano Vicent Doménech, que fue el primero en lanzar el grito de guerra de la sublevación popular contra la ocupación napoleónica y con el sobrenombre de El Palleter fue elevado al olimpo de los héroes de la patria, a la altura del alcalde de Móstoles o de Agustina de Aragón. Buena falta de respeto cometeríamos si le tradujésemos el apodo.
- Gracias: Joaqu1n
Aparte de las semánticas de fósforo y rodaja de fruta que menciona Joaqu1n, en Chile, la palabra luquete se refiere a la parte de un terreno que queda sin arar por haber endurecido, una mancha o agujero redondeado en la ropa o una calvicie redonda, como la corona de los clérigos. Según Roman1, estas semánticas son por semejanza al luquete, que la Academia define como "rueda de limón o naranja que se echa en el vino para que tome de ella sabor". Pero a mi me parece que viene de la semántica de fósforo o mecha, como la quemadura que deja un cigarro prendido olvidado sobre la mesa, o sus brasas que caen, sobre un mantel.
Corrominas2 explica el sentido de ruedecita de limón o naranja para dar sabor al vino, porque esas rodijas son como una mecha que enciende la sed.
Hay otro luquete que se refiere al casquete esférico que cierra la bóveda váida. Este está emparentado con el italiano lucchetto (candado) y el francés loquet (pestillo), derivado del fráncico lok, que también estaría presente en el inglés lock (cerradura, cerrojo).
Y hay otro luquete más. Este no lo he encontrado definido en otros diccionarios y se refiere a un vistazo, como, por ejemplo, en un samuel. Este está formado con el sufijo diminutivo -ete, que vemos en palabras como bacinete, cubilete, firulete, etc., sobre el inglés look (mirar), que se pronuncia como luk.
Fuentes:
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