La palabra lazareto designa a un sanatorio u hospital específico para aislar a infectados de plagas contagiosas, especialmente y en origen, hospital para leprosos. La palabra nos llega del italiano lazzareto, hoy lazzereto, ya que era así como llamaron al primer hospital para leprosos que se fundó en Italia, después de las Cruzadas, bajo la advocación de san Lázaro (Lazzaro en italiano), protector de los leprosos, y gestionado por la orden de san Lázaro, una orden religiosa creada en las Cruzadas para el cuidado de los leprosos entre otras cosas y que ya en Jerusalén tenía una casa de san Lázaro de acogida de leprosos. Tanto es así que en latín medieval se llega a denominar Lazari a los leprosos.
Este san Lázaro frecuentemente es confundido con el Lázaro más famoso de los evangelios, el hermano de María y Marta de Betania, amigos de Jesús, que habiendo muerto, fue resucitado por Jesucristo, y del que luego la leyenda medieval desarrolla toda una historia de viaje a Occidente y hace de él un santo. Pero no es este el Lázaro de los leprosos, sino otro personaje evangélico que aparece en una parábola puesta en boca de Jesús en el evangelio de Lucas: la del rico Epulón y el pobre Lázaro. Según ella, Lázaro era un pobre mendigo leproso cubierto de llagas que imploraba ayuda a las puertas de la casa del rico Epulón, que, como su nombre griego indica, pasaba la vida entre festines y nunca ayudó ni con una migaja al desgraciado Lázaro. Muerto este, pasó a la felicidad celeste en el seno de Abraham, y, muerto Epulón, era atormentado por el fuego del infierno. Y entonces Epulón, contemplando a Lázaro en las alturas, suplicaba a Dios que lo enviara para aliviar su sufrimiento, y Dios le respondió que habiendo gozado él en la vida de toda suerte de privilegios que no quiso compartir, ahora le tocaba sufrir, mientras al bondadoso Lázaro que no había tenido más que tormento en la vida, ahora le correspondía gozar de la gloria.
Lázaro es una variante del nombre hebreo Eleazar, y según se afirma en muchos sitios, parece que significa "el socorro de Dios" o "el ayudado por Dios".
- Gracias: Helena
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