Etimología de GRITAR

GRITAR

El verbo gritar según la mayoría de los etimólogos vendría del latín quiritare 'llamar en auxilio' (hay también una variante quirritare 'berrear un cerdo'). A su vez se dice que quiritare vendría de quirites1 'ciudadanos romanos' antigua voz latina que también se aplicaba a los 'civiles o paisanos' por oposición a los soldados.

Esta opinión, a decir verdad, viene desde muy antiguo, porque hace más de dos mil años el escritor romano Varrón escribió:

"quiritare dicitur qui quiritum fidem clamans implorat",

es decir

"quiritare se dice de aquel que gritando implora el nombre de los ciudadanos (quirites)".

El prestigioso diccionario de Ernout- Meillet sostiene que se trata "sans doute" de una etimología popular y que el origen de quiritare / quirritare es "sans doute" onomatopéyico. El segundo punto en cuestión sería el paso del quiritare al protorromance *critare. A este respecto Corominas2 mantiene algunas dudas, tanto más que las formas romances: español y portugués: gritar, catalán: cridar, italiano: gridare, francés: crier presentan dificultades en su evolución fonética, tales como la /t/ en vez de la esperada /d/ de gritar y las alternancias y vacilaciones entre gr- y cr-. Por ello Corominas, sin desechar una supuesta procedencia quiritare, admite la posibilidad de un origen expresivo u onomatopéyico en el étimo románico.

Notas:

  1. El nombre de Quirites se relaciona con el antiguo dios romano e itálico Quirinus, palabra emparentada con Quirinale, antigua colina de Roma
  2. J. Corominas: Diccionario Crítico Etimológico de la lengua castellana,1974 (I-IV tomos).

- Gracias: Pedro Menoyo Bárcena


Es bastante evidente que gritar y las correspondientes formas de otras lenguas romances vienen del latín quiritare, con una reducción del ápice labial de la labiovelar qu que tenemos atestiguada en el latín medieval critus (griterío, clamor). No es inconveniente la alternancia de formas cr-/gr- en los resultados de las lenguas romances, pues es muy fácil en grupo inicial tanto el mantenimiento de cr- como su sonorización en gr- (ver graso, a partir del latín vulgar grassus, variante popular de crassus, pero en cambio cresta a partir de crista). Y tampoco es suficiente inconveniente que la t latina intervocálica no haya sonorizado en d siempre como en castellano gritar. Bastaría un hecho fortuito, como una pronunciación vulgar reforzada o geminada de esa t en algunas áreas, para impedir la sonorización o el cruce con un viejo cultismo hoy desusado del mismo origen. Y además existe desde antiguo la variante gridar, hoy apenas usada. Poderosas razones de identidad fonética y significativa avalan el origen único de estas formas a partir del latín quiritare. Lo avala también el hecho de que en catalán cridar conserva muchos más viejos matices del vocablo latino, pues además de gritar, significa llamar (en voz alta) e incluso hacer una convocatoria pública, anuncio o llamamiento oficial (crida).

Pero otra cosa es la génesis de ese quiritare latino, efectivamente asociado desde antiguo al vocablo Quirites (los ciudadanos, en su aspecto civil y político), no sólo por el testimonio de Varrón, sino que Tito Livio y otros autores emplean el vocablo con el sentido de llamar o invocar a los ciudadanos, ya para llamarlos gritando en socorro propio, ya para una convocatoria. Al mismo tiempo Asinio Polión (s. I a.C.) y Plinio usan el verbo con el simple sentido de protestar a grandes gritos, y Apuleyo (s. II) con el valor de deplorar o lamentarse de cualquier cosa, lo cual como veremos es muy significativo. Pues no tienen mal olfato Ernout y Meillet cuando sospechan que la relación con Quirites puede ser un producto de la etimología popular, aunque esa vieja asociación produjera incluso un uso del verbo en ámbitos jurídico-políticos.

Y hay algo que casi nadie ha visto ni explicado. Hay en efecto en latín otro verbo queritari, testimoniado en Tácito y Plinio por ejemplo, que significa lamentarse mucho o quejarse reiteradamente y a grandes voces. Es un frecuentativo del también deponente quĕri (quejarse, lamentarse, incluso alguna vez plantear una reclamación o queja judicial). Este verbo también genera algún prefijado como conquĕri (lamentarse vivamente), del que llama la atención la ausencia de apofonía en el radical, que al recibir el prefijo debiera haber sido conquĭri. Hay sin embargo una explicación a estas excepciones: cuando la forma se presta a confusión semántica, los hablantes pueden acabar produciendo una refección analógica. Y es que en efecto, las formas verbales de un posible antiguo *conquĭri, acabarían confundiéndose con las formas pasivas de conquirĕre (rebuscar, intentar adquirir, inquirir por todos lados), un prefijado de quaerĕre (buscar, pretender, preguntar) que sufrió la misma apofonía radical en i. Es así como los hablantes podrían haber producido, por un fenómeno diferenciador, una refección analógica de *conquĭri en conquĕri a partir del simple quĕri. Pero si pudo existir *conquĭri, también pudo existir *conquĭritari, a partir de queritari, sin que en este caso se produjera ninguna refección porque no hay posibilidad de confusión alguna.

Bastaría la existencia de un queritari y un *conquĭritari, para que en el habla popular por simple corte del compuesto pudiera nacer también un quĭrĭtari /quĭrĭtare, que luego el pueblo asociaría por etimología popular con Quĭrĭtes, por su absoluta identidad radical. Es una explicación perfectamente justificable, que además vendría reforzada por el valor de deplorar o lamentarse con que Apuleyo emplea este verbo.

Pese a todo, no encontramos tal explicación en los grandes etimologistas del latín, y sólo De Vaan, en su diccionario etimológico del latín afirma sucintamente que una relación de quiritare con la raíz de queri no puede ser descartada.

- Gracias: Helena

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