Etimología de ITALIA

ITALIA

El nombre propio Italia que se refiere desde antiguo a la península central del Mediterráneo, viene del latín Italia, exactamente con el mismo significado. Pero este vocablo, al igual que el vocablo Ítalo, habitante de Italia, en latín Itălus, del que probablemente Italia derive con un sufijo -ia, aunque es posible que fuera a la inversa e Itălus se obtuviera por derivación regresiva, ha sido objeto desde la antigüedad de una de las más fenomenales confusiones y embrollos etimológicos conocidos. El vocablo es una palabra indígena de significado y origen poco claro, del que se puede sospechar a lo sumo un origen ilírico.

En principio Italia aparece en latín en sus menciones más antiguas en Catón el Viejo y en el poeta Ennio (ambos de los siglos III-II a.C.) y luego ya es frecuentísimo en todo autor, siempre referido a toda la península Itálica desde el sur hasta el arco de los Alpes. Paralelamente se emplean Italus e Italicus, referido a sus habitantes. Pero el vocablo aparece antes en la literatura griega, sencillamente porque la literatura griega florece antes, no porque sea más antiguo en griego necesariamente. En griego Ἰταλία se constata perfectamente en autores del s. V a.C. como Heródoto, Sófocles o Jenofonte, Ἰταλικός ("Italikós") está ya en Platón, Ἰταλιωτής ("Italiōtés", italiota) aparece en Platón, Heródoto, Tucídides, etc., mientras Ἰταλός ("Italós", Ítalo) parece algo más tardío y está en autores como Estrabón y Plutarco. Lo que sí aparece en Tucídides y en Aristóteles (s. IV a.C.), es un héroe epónimo Ἰταλός, inventado por los griegos, como es habitual en ellos, para explicar legendariamente el nombre de Italia y los Ítalos o Itálicos, un rey pelasgo, por supuesto de origen helénico, que emigrado al occidente daría nombre a Italia, y que luego por influencia griega aparece como Italus en autores y poetas latinos como Virgilio, Higinio y otros. El vocablo Italia es autóctono o bien es un nombre ilírico, gestado por los ilirios para designar a la costa, parte de la costa, o bien los habitantes que tenían enfrente, al otro lado del Adriático, y el vocablo fue trasladado al griego.

Pero claro, los griegos, el primer contacto que tuvieron con itálicos fue al fundar colonias en el sur de la península, en la llamada Magna Grecia. Así ellos en principio llamaban ítalos e Italia al territorio y habitantes del extremo sur, especialmente de la Calabria, porque con los otros sin duda no tenían contacto. Y su contacto fue muy directo con los habitantes itálicos del sur, los oscos. Es así como los griegos toman en préstamo palabras del sur de Italia y Sicilia. Una de esas palabras es el vocablo que en latín es vitulus/vitellus (ternero) y en osco probablemente vitellius. Este nombre aparece prestado al griego, pero el griego arcaico hace caer la wau inicial, y genera unas formas que oscilan entre ἱταλός >ἰταλός, que luego se identifica con ἐταλός / ἐταλόν (de un año de edad, de la duración de un año). Como la forma es casi idéntica a Ἰταλός (Itálico), la confusión está servida y la generan los griegos del sur de Italia, en una época ya tardía, bajo cuya influencia incluso los itálicos del sur acuñan monedas. Y así vemos en monedas oscas del s. I a.C. la leyenda Viteliu o Vitelliu referido a los itálicos, con la imagen del toro. Y así el historiador greco-siciliano, nacido en Taormina, Timeo de Tauromenio, no duda en identificar ambos vocablos, el ἱταλός >ἰταλός del ternero, con los a Ἰταλόι o itálicos, justificando que en esas tierras abundaba el ganado. E incluso algún autor lo justifica porque el héroe griego Heracles, en una de sus correrías itálicas, debió perseguir y atrapar un toro o un ternero.Y una glosa griega que bien recoge Chantraine en su excelente diccionario etimológico del griego identifica este ἰταλός que es casi una hápax que sólo aparece en Dión Casio (como un raro nombre para el toro), en Timeo y en una glosa de Hesiquio que identifica este ἰταλός a la vez con ταῦρος ("taúros", toro) y con Ρωμαῖος ("Rōmaios", romano). La confusión está servida.

Tampoco han faltado, en algún autor italiano, otras explicaciones más modernas pero nada probables ni probadas, como un origen indoeuropeo a partir de la raíz indoeuropea *deiw-/diw- que hace referencia al brillo de la luz diurna, que genera formas itálicas en Iu- y en I- por palatalización, y se propuso un *diei-tel-ia, sobre la raíz *tel- (suelo, piso, tierra), que da tellus, telluris (tierra), hipótesis que vemos recogida en Walde-Hoffmann, aunque sin darle validez ni fundamento.

- Gracias: Helena

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