La palabra serga tiene un uso limitadísimo y se supone que por ello no la recoge el diccionario de la Real Academia. Prácticamente la van a encontrar ustedes en el título de una novela de caballería del s. XVI, "Las sergas de Esplandián", escrita por Garci Rodríguez de Montalvo y quinta obra de la serie del Amadís de Gaula. Es el libro en que se narran las aventuras y hazañas de Esplandián, un hijo de Amadís, y en que aparece el término California, referido a una isla que gobernaban las amazonas.
Serga es sinónimo de hazaña, de aventura azarosa, de acción esforzada, meritoria y aventurada. Pero veamos de dónde surge la palabra. En la novela renacentista confluyen tradiciones literarias griegas y romanas. La novela había nacido en Roma con obras esporádicas como el "Satiricón" de Petronio (s. I d.C.) y "El asno de oro" de Apuleyo, que tanta infuencia iban a tener en la novela picaresca del Renacimiento. En torno al s. II-III d.C., en la zona oriental de habla griega del Imperio Romano, nacerá también un tipo de novela basada en las aventuras y desventuras de una pareja de amantes que después de mil dificultades y pruebas, llegan a unirse y realizar su amor: esta será la base de un tipo de novela recuperada en el Renacimiento que llamamos "novela bizantina". Y son tradiciones que se juntan con la novela caballeresca de cierta raigambre en la epopeya y el romancero medievales. Una novela bizantina famosa es por ejemplo "Los trabajos de Persiles y Sigismunda" de Miguel de Cervantes, en que el término trabajo, del latín tripalium (cierto instrumento de tortura), aún tiene su antiguo sentido de aventura azarosa y sufriente por esos mundos de Dios y a la vez esfuerzo que hay que asumir, penalidad, que por un lado conservamos en el inglés travel (hoy, viaje), y el castellano trabajo (la dedicación cotidiana y esforzada con que uno gana su pan).
Pues bien este concepto tan vivo en la novela bizantina, quizá a modo de tradición cultista, se fijó en la palabra griega ἔργον ("ergon", acción y a la vez trabajo), cuyo plural neutro ἔργα ("erga") pudo adquirir cierta tradición en la literatura. Por la asociación al femenino de su terminación en a, se acabaría diciendo "las erga", pero la falta de conciencia de que esa a representaba en origen un plural, haría muy extraña la s del artículo, por lo cual, por falso corte de la secuencia "laserga", nacería la serga, que luego pluralizó en "las sergas".
La palabra ἔργον, de donde ergonómico, alergia y energía, se ha relacionado con una raíz indoeuropea *werg- (hacer o trabajar).
- Gracias: Helena
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