La palabra golondrina que designa a la conocida y pequeña ave migratoria cuyo nombre científico es Hirundo rustica, viene del latín hirundo, hirundinis (golondrina), cuyo nombre llegó a confundirse en muchas áreas de habla de latín vulgar con una palabra latina muy parecida, harundo, harundinis, que propiamente significaba vara, caña, bastón o caña de pescar. A partir de una forma de acusativo hirundine(m) o harundine(m), se produjo una síncopa dando lugar a *hirondne/ harondne, que por disimilación de la n daría *hirondre/harondre, sufriendo después una disimilación en l de la erre central y una asimilación d la primera vocal con la segunda, dando una forma *olondre. La g inicial fue un apéndice gutural que adquirió como apoyo para evitar el hiato con el artículo la, surgiendo así la forma *golondre, que casi a la vez adquirió un sufijo diminutivo -ina, que según Corominas vendría también favorecido para evitar la confusión de las formas *olondre/*golondre con el muy parecido nombre de la alondra, de distinto origen y que designa a un pájaro diferente.
La palabra latina hirundo, hirundinis tiene una etimología oscura sin claros paralelos indoeuropeos, salvo la gran similitud estructural y fonética con el griego χελιδών ("chelidón", golondrina), que hace pensar que ambos vocablos, el griego y el latino proceden como préstamo de una misma fuente, otra lengua previa poco determinada, quizá una lengua mediterránea preindoeuropea, pues los esfuerzos de Pokorny por asociar estos vocablos a una raíz indoeuropea *ghel- (gritar) son forzados, artificiales y de poco fundamento, y menos fundamentados todavía los intentos de relacionarlo con vocablos semíticos, como el acadio sinuntu (golondrina).
En todas las lenguas romances el nombre de la golondrina viene de la misma palabra y a frecuentemente adquiere sufijos diminutivos. En francés es hirondelle, en italiano rondine o rondinella (con aféresis de la primera sílaba de hirundinem), en catalán oreneta u oroneta es forma que popularmente ha cambiado el sufijo a partir de otras variantes más etimológicas como orendella y orenella. En gallego y en portugués, respectivamente andoriña y andorinha, es forma que claramente procede de la palabra confundida harundine(m), con una metátesis de *arondina a *andorina, quizá también favorecida porla idea de "andar" dado el carácter migratorio, por así decir vagabundo y "andariego" de la avecilla. Sin duda la adaptación de los finales de casi todas estas palabras a sufijos diminutivos tiene que ver con una consideración afectivo-familiar de esta pequeña ave, que al menos por Europa nos anuncia con su regreso la llegada de la primavera y es vista con cariño por todos. Muy conocidas son las primeras estrofas de una rima del poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer:
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
- Gracias: Helena
Alejándonos de las cuestiones etimológicas, debo agregar que hay una canción mexicanísima (las golondrinas o la golondrina), que se inspiró en los versos del poeta español Niceto de Zamacois (1820-1885), y que le agregó la música desde Francia el veracruzano Narciso Serradell Sevilla (1843-1910), produciendo una de las primeras canciones estilo danza en México. La letra, un auténtico poema musical, es la siguiente:
A dónde irá veloz y fatigada,
la golondrina (que) de aquí se va,
¡oh, si en el viento se hallará extraviada,
buscando abrigo y no lo encontrará!Junto a mi lecho le pondré su nido,
en donde pueda la estación pasar,
también yo estoy en la región, perdido,
¡oh, cielo santo, y sin poder volar!Dejé también mi patria idolatrada,
esa mansión que me miró nacer,
mi vida es hoy errante y angustiada
y ya no puedo a mi mansión (patria, hogar) volver.Ave querida, amada peregrina,
mi corazón al tuyo estrecharé,
oiré tu canto, tierna golondrina,
recordaré mi patria y lloraré.
Esta canción es para los mexicanos como un himno a la nostalgia, asociada a la idea de alguien que se aleja para tal vez... o jamás volver. Se canta en sepelios, cuando el féretro desciende lentamente a la fosa, graduaciones escolares, donde los condiscípulos llegan a la culminación de sus estudios, cuando finaliza el año viejo, al despedir a la pareja recién casada, cuando alguien se aleja de su terruño en busca de otros horizontes y sabrá el destino si alguna vez volverá a verse. Sus notas son por demás conmovedoras y plañideras... ¡las he escuchado tantas veces!
Sin duda, está inspirada en la costumbre de estas hermosas aves, de emigrar año tras año y volver, por supuesto que no todas, al punto de partida. En las costas occidentales de México nos llegan puntuales cada primavera. Se reproducen... y se van.
Fuentes:
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.
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