La palabra Germania forma parte de la geografía antigua y es el nombre dado por los romanos a los territorios ocupados por las numerosas tribus de germanos que sin unidad política sí compartían un gran parentesco lingüístico y bastante uniformidad cultural. La primera delimitación territorial dada para Germania es muy vaga y es la que proporciona el historiador romano Tácito (s. I d.C.) en su obra Germania. Constituiría un extenso territorio al oeste del Rin y al norte del Danubio, limitado al norte y noroeste por el océano, donde abarcaría incluso islas, y limitado al este por el territorio de los pueblos sármatas y dacios, situados hacia la zona de los Balcanes. Modernamente el nombre Germania dado por los romanos a esta tierra es el nombre con que ciertas lenguas designan a la nación y estado que nosotros llamamos Alemania (por ejemplo el italiano Germania, o el inglés Germany), mientras los propios alemanes llaman a su país Deutschland.
El nombre Germania dado por los romanos se deriva de los Germani, el pueblo que la ocupa, vocablo del que el propio Tácito al inicio de su obra nos insiste en que es término reciente y recientemente prestado al latín, e implícitamente reconoce una procedencia gala. Y es en efecto Julio César, en el s. I a.C., en su larga estancia en la Galia el que lo toma y lo introduce, empleándolo en sus escritos, y lo toma del galo o lengua celta. Hay una mención de Germanus que podría considerarse un poquito anterior en Posidonio de Apamea, pero la crítica textual afirma que la mención para los Germani es una interpolación tardía en el fragmento de Posidonio considerado. En cualquier caso, aunque no se tratara de una interpolación, el polígrafo Posidonio estuvo largo tiempo en las Galias, de donde sin duda podría obtener el vocablo al igual que Julio César.
No es que los romanos no conocieran a los germanos antes de eso. De hecho tres tribus germánicas con grupos célticos mezclados (Cimbros, Teutones y Ambrones) se movieron en una masiva migración desde el norte en el s. II a. C. penetrando en Galia, y los romanos que entonces tenían una pequeña provincia en la Provenza debieron enfrentarse a ellos, llegando los cimbros incluso a Hispania, ya romana. Pero la denominación que se les daba nunca fue Germani, sino el nombre de sus respectivas tribus.
El propio Tácito maneja una hipótesis y nos dice que los germanos en su conjunto no se llaman así, pero que los que viven al otro lado del Rin y que en su tiempo se llaman Tungri, cuando por primera vez cruzaran el Rin para oprimir a los Galos, posiblemente se llamarían Germani, y que del nombre de una sola tribu, se sacaría el nombre general de una nación haciéndolo extensivo a todos los habitantes del otro lado del Rin. De ser así, Germani sería en origen un nombre germánico, pero el problema es que esta hipótesis no se sostiene por ningún lado, pues conocemos los nombres de las distintas tribus germánicas y ninguna se llama los Germani, ni nada parecido, y la única que tiene un cierto o lejano parecido fonético, los Hermíones, jamás estuvieron en contacto con los galos, sino que muy alejados de ellos se hallaban más bien junto a los sármatas. Por tanto hay que pensar que es un nombre que les dieron los galos, y consiguientemente en celta. Queda así pues descartada toda relación con el vocablo latino germanus (hermano de padre y madre), procedente de la disimilación de *gen-mn-anus (como en germen de *gen-mn) y de la raíz indoeuropea *gen- vinculada a la idea de engendrar. Los autores latinos eran bien conscientes de que ambas palabras homófonas, eran diferentes y de origen diferente y jamás se les ocurre establecer tal relación, salvo algún etimologista latino tardío que hace especulaciones sin base.
Queda descartada asimismo una etimología germánica del tipo *wer-mann (hombre de guerra, guerrero), o del tipo Hermann (señor, dominador, guerrero dominante). Hay que decir que cuando el gentilicio Germanus se convirtió tardíamente en nombre propio (de ahí, Germán), fue objeto de calcos al alemán como Herrmann y Hermann, lo que embrolla más las cosas, pues hay gente que lo acaba entendiendo a la inversa: es el nombre alemán el que se saca del latino calcando según les suena, y no el latino del alemán.
Y al proceder del celta la problemática es infinita. Algunos se plantearon si algunas menciones epigráficas de Carmani, no podrían estar mostrando que la palabra céltica original sería con gutural sorda c, pero se trata de un error. Los Carmani, son otro pueblo, nada menos que los habitantes de la satrapía persa de Carmania, con los que alguna vez los romanos se enfrentaron allá en sus fronteras extremo- orientales.
No es posible aislar en celta un elemento -man que signifique hombre pues esto es germano y no celta. Algunas locas especulaciones de gente que no es exactamente lingüista quieren relacionar ese -man con un Mannus citado por Tácito, dándole un valor de "hombre originario", como una de las divinidades míticas del panteón germano, forma que sin duda es una latinización de su nombre. Pero verán este vocablo existente en celta y en ilírico y que generó un préstamo en latín mannus, significa poni, caballo de raza pequeña o cría de caballo, y con esa acepción se prestó al latín donde alternaba con la palabra buricus o burricus (que luego en las lenguas romances nos dio borrico y acabó refiriéndose a los asnos). Se importó incluso el apelativo como epíteto de la divinidad y en Mesapia, al sur de Italia encontramos un culto a Júpiter Mezapio (derivado de mandius, otra variante de mannus ), que no era más que un Júpiter al que se le sacrificaban caballitos. Más bien cabe pensar que en la palabra celta que dio lugar a Germani, donde no hay rastros además de una doble nn, nos hallamos ante una de las posibles sufijaciones indoeuropeas, bien en -mn o bien en pura nasal.
Y queda el elemento ger- para el que las posibilidades son infinitas. Se trata de buscar una raíz indoeuropea que sea operativa en céltico y que pudiera haber dado un resultado ger-/cer-/ gar-/car-. ¿Y saben ustedes cuántas son las posibilidades?. Miren, una g o una c del celta, pueden venir de g o k indoeuropeas, pero también pueden proceder de aspiradas gh- o kh-, porque el celta suele reducir las guturales aspiradas a las oclusivas sorda o sonora correspondientes (como también lo hace el latín, de modo que si no lo hubiera hecho el celta, al pasar el vocablo al latín también hubiera sufrido esta transformación). Pero es que además el celta frecuentemente reduce a gutural la w inicial indoeuropea. En el elenco indoeuropeo tenemos cuatro o cinco raíces *ger-con significados diferentes, a las que hay que añadir todavía más en *gher, aparte de alguna forma en *gar-, sin dejar de considerar las distintas variantes en *ker- y en kher- sonorizadas casi siempre en celta. Pero además hay que considerar formas en gel-, gen-, ghel, kel-, ken-, khel, khen-…, porque si la palabra llevaba un sufijo -mn o similar, la líquida l,o la nasal n de una posible raíz hubiera disimilado en r. Y además tenemos que contar algunas posibilidades más para raíces iniciadas en w-.
En definitiva, muchos intentos e hipótesis se han producido desde el s. XIX hasta hoy para explicar la palabra Germani, que a lo sumo han generado algunas hipótesis factibles pero imposibles de probar, porque carecemos además de un contexto de uso suficiente en celta antiguo, lengua de diversas variantes (que incluyen el celtibérico hispano) de la que sólo poseemos un corpus epigráfico limitado y las posibilidades comparativas de las escasas lenguas célticas que pervivieron. Es por eso que un lingüista honesto y decente lo primero que les dirá es que esta palabra permanece inexplicada y que a lo sumo contamos con algunas hipótesis, porque la ciencia, a veces por escasez de materiales fidedignos en los que apoyarse no puede alcanzar la explicación de ciertas cosas y no por eso va a inventar asertos falsos. Si leen ustedes la entrada germano existente en este sitio, verán que algunos dan como verdades absolutas cosas que se han planteado sólo alguna vez simplemente como posibilidades hasta hoy improbadas, y otros sin más trasmiten al lector que busca información auténticos desatinos.
En efecto alguna vez se ha planteado la posibilidad de una relación con la raíz indoeuropea *gar- (gritar, llamar a voces), contando con la existencia de un vocablo en galés moderno que es gairm (grito), y apoyándose en el relato de Tácito que habla de los gritos de combate de los germanos en que empleaban la resonancia del escudo para amplificar su voz. Es sólo una hipótesis que además tiene el inconveniente de que sabemos que los galos no se quedaban cortos en griterío de combate, y siendo así poco les podían extrañar los gritos de los germanos como cosa peculiar. Asimismo se ha planteado alguna vez una posible relación con una de las raíces *ger- (reunir) que es la que da en latín grex, gregis (rebaño), que más que a una reunión de pueblos podría referirse a la idea de horda o masa, ya que los germanos atacaban sin tácticas precisas y en horda, pero resulta que los celtas no lo hacían de manera muy diferente. Hay muchas más hipótesis que no voy a enumerar por no hacer esto inacabable, como la relación posible con una de las raíces *gher- (coger, cercar, acechar) que da cohorte en latín, e incluso con cierta raíz en gutural que significa rojo, dado que Tácito habla también de la frecuencia de las pelambreras pelirrojas entre los germanos, etc. En definitiva, no podemos saber si los germanos eran los gritones, los gregarios, los pelirrojos, los cercadores, los de los pelos erizados, o tantas otras posibilidades como se han propuesto. Pues no tenemos pruebas para nada, del mismo modo que sí tenemos todas las pruebas para afirmar con total rotundidad que tabla viene del latín tabula o díptero del griego pteron.
Otra cosa diferente es si hablamos del vocablo Alemania y alemanes, que nosotros sacamos de la denominación de uno de estos pueblos germánicos, los Alamanni, que se denominaban a sí mismos con un vocablo germánico que significaba la masa o la totalidad del pueblo, del conjunto de los hombres con derechos, que se relaciona con el germánico all- (todo) y mann (hombre, guerrero) y que está vinculado al adjetivo alemán allgemeine (general, universal).
Lo mismo sucede con la palabra alemana Deutschland y el gentilicio deutsch (alemán), que están perfectamente determinados. A partir de una raíz indoeuropea *teu- que entre otros muchos valores tiene el de hincharse y crecer (de ahí en latín tumor), se produjo una variante alargada con dental *teu-t- que se refiere a la "masa engrosada del pueblo, al pueblo como conjunto crecido", vocablo que generó las palabras touta y tota (ciudad, ciudadanía) en umbro y osco, que generó también entre los celtas el nombre de la divinidad Toutates o Tutatis (literalmente "padre del pueblo"), y con bastante seguridad el adjetivo latino totus (todo, todo en su conjunto) de donde viene nuestra palabra todo. En el ámbito germánico dio lugar a diuta (masa, pueblo), de donde derivó diutisc (perteneciente al pueblo, generado en el pueblo), de donde procede deutsch con que hoy en día se autodenominan los alemanes, así como Deutschland (país de alemanes) y el vocablo italiano tedesco (alemán). Es más, de ese diuta (pueblo), derivó en germánico antiguo el vocablo Teutonos (jefe del pueblo, rey), con el que se denominó la aristocracia de una de las tribus consideradas germánicas, los Teutones, que luego se empleó mucho en la Edad Media para referirse a los hablantes de lengua germánica centroeuropeos, y de donde derivamos expresiones como la Orden Teutónica.
- Gracias: Helena
Además de teutón, junto al italiano tedesco, que menciona Helena, en español también hay un gentilicio tudesco que usaba, por ejemplo, Quevedo en el soneto a los mosquitos ahogados en vino a los que llama tudescos moscos pues les gusta tanto el pirriaque como a los borrachos lansquenetes de su época.
No parece que tudesco haya de venir directamente del latín medieval teutiscus, como propone el DRAE, o sus variantes; sino que, como el francés tudesque, parece más claro que viniera por intermedio del italiano, pues tedesco ha tenido variantes antiguas como todesco o tudesco.
La palabra se conserva en judeoespañol y la recoge el nobel Elias Canetti en el sefardí de sus abuelos cuando evoca en Die gerettete Zunge / La lengua absuelta que en su infancia búlgara en Rushchuk este le aconsejaba no casarse con "todesca", refiriéndose a las judías askenazíes de lengua germánica yiddish frente a las preferibles sefardíes, como ellos, de lengua española ("spaniolisch"). Ese pasaje lo repite su editor en español, Mario Muchnik, cuando cuenta sus recuerdos de Canetti:
Lo que son las ironías del destino, a Elias Canetti, andando el tiempo, le darían el premio Nobel de literatura no precisamente por lo que escribiera en "spaniolisch" (judeoespañol) sino por lo que escribía en "todesco" (alemán)."Y, a medida que iba anocheciendo, Canetti me habló de la arrogancia de los sefardíes. Al principio de La lengua absuelta Canetti dice textualmente:
Con ingenua arrogancia miraban por encima del hombro a los demás judíos, y utilizaban la palabra «todesco», cargada de sarcasmo, para designar a un judío alemán o ashkenazi.
Habría sido imposible casarse con una «todesca» y entre las muchas familias de las que oí hablar o conocí en Rustschuk, de niño, no recuerdo ni un solo caso de matrimonio mixto.
No tenía seis años de edad cuando ya mi abuelo me previno contra este tipo de alianza.
-¿A qué se debe esta arrogancia? -me preguntó, mirándome a los ojos pero atravesándome con la mirada, como sintiendo un viejo dolor y una vieja vergüenza".
- Gracias: Joaqu1n
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