El adjetivo roussoniano, que también se admite simplemente como rusoniano, aunque algunos la escriben rousseauniano, respetando al máximo el vocablo francés de origen, en principio se aplica al partidario de las ideas del filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). Pero en la práctica y el lenguaje coloquial denominamos roussoniano al que es excesivamente naif, deliberadamente ingenuo e iluso e incluso excesivamente sensiblero, y a veces se ha llegado a aplicar al que postula una vida salvaje y sin reglas ni saberes. Vamos a ver por qué esto es así.
Rousseau es un filósofo erróneamente considerado por muchos como una figura de la Ilustración del s. XVIII, sólo porque vivió en la misma época y tuvo relaciones con los ilustrados, con los que rápidamente rompió lazos (son famosos sus apasionados enfrentamientos con Voltaire, figura capital de los ilustrados franceses). Es cierto que la obra más acertada y capital de Rousseau, El contrato social, supone un pensamiento avanzado que junto a las ideas de todos los ilustrados ayudó a configurar las Declaraciones de los derechos humanos posteriores y la defensa de sistemas democráticos y la noción de soberanía popular. Pero en el conjunto de su pensamiento Rousseau es un profundo antiilustrado y antiprogresista. La Ilustración es un movimiento profundamente progresista del s. XVIII, que como todos los movimientos progresistas desde que los iniciaron los sofistas griegos del s. V a.C. postula que la situación inicial de la humanidad fue la peor, tanto en el plano material como moral, y que el progreso y la civilización la han mejorado pues: 1) La comunidad humana era más injusta y violenta, ya que el medio natural no era tan ubérrimo y fácil como los mitos religiosos y sus paraísos nos hacen ver y el hombre se encontraba menos dotado físicamente que otros animales. Sin ningún tipo de tecnología su subsistencia era difícil y no cabía ningún tipo de moral, sólo el ejercicio de los instintos, principalmente el de supervivencia. Sólo el progreso técnico ha permitido mejorar los medios de vida y la seguridad de supervivencia, y a la vez ha llevado a formas de cooperación, todo lo cual ha generado una civilización moralmente mejor, con normas de convivencia que han permitido superar la dureza de una estricta "ley de la selva". 2) El individuo humano era moralmente peor, como es moralmente peor si no se educa y se le deja en situación "salvaje". La educación en civilización mejora moralmente al individuo al tiempo que unas condiciones de progreso técnico y seguridad de vida hacen más cómoda, placentera y feliz su existencia.
En ese sentido la Ilustración es uno de los movimientos filosóficamente más progresistas de nuestra historia, presidida por la idea de progreso histórico, que supone que la Humanidad es un todo y está dotada de una facultad: la Razón, que conquista progresivamente el mundo a través del conocimiento y la técnica. Este conocimiento es acumulativo y cada generación amplía el que ha recibido, acelerando el proceso. El progreso técnico va aumentando el progreso social y político, lo que tiende a facilitar que los hombres sean cada vez más civilizados (mejores) y felices porque tienen mejores condiciones de vida y menos razones para agredirse entre sí por intentar apoderarse de los bienes de otro. Así, para Voltaire, por ejemplo, la historia de la Humanidad está presidida por una lucha constante entre las tinieblas del oscurantismo, la ignorancia y la intolerancia, y las luces de la razón que va avanzando poco a poco, asegurando que el proceso sea lentamente progresivo: para Voltaire los obstáculos mayores al progreso y los máximos exponentes del oscurantismo son las guerras y la religión fanática. Creen los ilustrados profundamente en el valor de la educación que hay que extender a todo el mundo, pues están convencidos de que la educación mejora al ser humano. Al mismo tiempo, piensan que el objetivo de todo gobierno es la felicidad del pueblo, cuya base primera es la mejora de las condiciones materiales de vida. Son constitucionalistas y recuperan la noción clásica grecorromana de "ciudadano" como ser humano integrante de una sociedad civil con igualdad de derechos.
Frente a los progresistas en las ideas de Occidente siempre se alinearon los "edenistas", que defendían que la comunidad humana en estado primitivo de naturaleza y en paraíso originario era más justa, ya que funcionaba sin leyes, Estados, soldados o aparatos represores. Encontraba en la naturaleza todo lo que precisaba, sin auténtico trabajo: su vida era más placentera y feliz y no había motivo de mal o desigualdad. El progreso técnico no merece el nombre de "progreso", pues requiere trabajo y desigualdad: no es por tanto un avance a mejor, sino a peor. El individuo humano era moralmente mejor (no necesitaba leyes, ni autoridades ni juicios para relacionarse con los demás) ya que no había bienes artificiales que codiciar, ni causas de envidia o codicia. La civilización lo ha deteriorado. En general esta idea se ha relacionado mucho con ideas religiosas, pues lo que justifica es que Dios o los dioses, que no pueden haber creado nada malo, hicieron a la naturaleza y al ser humano buenos: el mal en el mundo es una creación del hombre conforme ha ido actuando por su cuenta.
Pues bien Rousseau, de una arraigada fe religiosa (pasó toda su vida oscilando entre el catolicismo y el calvinismo) y basando su argumentación en el Génesis, es profundamente edenista y antiprogresista y en su Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres, plantea su conocida teoría del "buen salvaje". Según esta la razón es una perversión ajena a la especie humana y adquirida por haber pecado desobedeciendo el mandato divino y comiendo del "árbol de la ciencia, del bien y del mal". Su desarrollo se debe a las pasiones que en principio no existían y Rousseau afirma "me atrevo incluso a asegurar que el estado de reflexión es un estado contra natura, y que el hombre que medita es un animal depravado", lo que lo opone a toda la filosofía que afirma que la razón es la cualidad más característica del ser humano y la especie. Para él el hombre en estado de naturaleza está sólo dotado de instinto de supervivencia y principio de conmiseración a sus semejantes, y estos son mejores que toda moral. Luego la naturaleza obra por selección natural eliminando a los débiles y esto es mejor que toda nuestra ciencia, los males físicos y morales son una perversión de la ciencia y la razón. Argumenta también de manera muy aguda contra Hobbes. Concluye que el entendimiento y la razón son males adquiridos y lo único primario y positivo es el sentimiento.
En congruencia con esas ideas Rousseau desarrolla toda su teoría sobre la educación principalmente en su obra el Emilio. Según él la educación no ha de ser finalista ni responder a modelos ni objetivos instructivos a lograr, se trataría principalmente de educar al niño en contacto con la naturaleza y educar sus sentimientos para la virtud, cultivar aquello que para él es más primario en el ser humano, es natural y la sociedad destruye, una educación básicamente sentimental. Por eso llega a afirmar que la ciencia es dañina y "los libros son el azote de la infancia", y que un niño no debe aprender a leer y otros conocimientos más que a partir de ls 12 años, y eso en los de clase alta, porque su estatus y dedicaciones posteriores requieren inevitablemente esos saberes, en los de clase baja no hace falta porque tienen una vida más primaria. Y llega incluso a expresar que las mujeres han de ser educadas sólo casi en el sentimiento, pues su papel natural y exclusivo de madres hace que sean las principales educadoras de los niños y los hombres, a los que hay que llevar al sentimiento y la virtud.
Las ideas de Rousseau sobre la educación han influido muchísimo en las escuelas de pedagogía suiza, que a su vez han tenido gran influencia general. Si bien en principio estas ideas venían a contrarrestar prácticas educativas duras que atendían poco al desarrollo emocional del niño, y en ese sentido eran beneficiosas, el exceso de roussonianismo y la aplicación de sus principios a la larga ha sido pernicioso en muchos sistemas educativos, que han tendido a vaciar la enseñanza de contenidos y conocimientos pretendiendo sustituirlos por "buenas actitudes" y educación en la virtud, en el sentimiento, en la relajación de las normas, etc., como si las actitudes pudieran enseñarse en las aulas. Realmente las buenas actitudes y posturas morales buenas y virtuosas se adquieren viviendo en un clima que las fomente y nunca como objeto de aleccionamiento, y la práctica indica que es el conocimiento objetivo y la cultura, cuanto más mejor, las que indirectamente pueden reforzarlas haciendo comprender las razones científicas y la utilidad de obrar correctamente: un conocimiento suficiente de la biología, por ejemplo, hará comprender del todo por qué es una actitud dañina y viciosa destruir un bosque y a los animales.
En definitiva los postulados e Rousseau defienden una creencia ciega e ingenua en la bondad innata creada por Dios y que sólo con la sociedad y sus reglas pervertimos, y de ahí la acepción corriente del término roussoniano.
El apellido Rousseau es un adjetivo francés rousseau, que primero fue russel, y que se aplicaba a los pelirrojos. Se deriva del latín vulgar russus, variante de las formas clásicas rubeus y ruber (rojo), que se vinculan con una raíz indoeuropea *reudh- (rojizo, rubicundo).
- Gracias: Helena
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