Etimología de NAIPE

NAIPE

La palabra naipe (carta para jugar) proviene del mandarín naibis, un juego entre cuatro personas en el que se usaban barajas. El DRAE dice que proviene del catalán naíp, y este quizá del árabe ma'íb, (censurable), talvez porque el juego puede llegar ser un vicio. Cuando los naipes llegaron a Europa, los juegos basados en estos se consideraban una gimnasia mental, antes que un vicio.

- Gracias: Iván Noboa


Que el nombre "naipe" provenga del mandarín más bien parece cuento chino:

El juego de cartas tienen origen árabe, y el nombre "naipes" proviene de la raíz árabe nafs que significa "vida". Etimológicamente, quiere decir respiración, como el aliento de Dios: un soplo de vida. El nafs de un ser humano es su alma, y al morir exhala su último aliento.

Y baraja también proviene del árabe baraka: la suerte (la buena y la mala: no es el azar sino que es nuestro Sino o Destino). "Dicen que soy un hombre de baraka" (me ampara la providencia divina).

Sobre el siglo XIII d.C. los naipes o "cartas" vinieron de Tierra Santa a Europa de la mano de los cruzados. Ahora bien, en la Península Ibérica teníamos ya el Tarot, juego de procedencia hebrea en el que se representan escenas y pasajes de la Torá, cuyos naipes (los arcanos mayores, no los menores) están hoy ligados a la adivinación (cartomancia). La adivinación numerológica hebrea se denomina "Qabaláh" (la cábala, y de ahí los "signos cabalísticos").

En su "Tesoro de la Lengua Castellana o Española" (1611), Sebastián de COVARRUBIAS OROZCO decía en cambio que "NAIPES es un libro desencuadernado (en) que se lee comúnmente en todos los estados, que pudiera estar en el catálogo de los reprobados. Dijéronse naipes de la cifra primera que tuvieron, en la cual se encerraba el nombre del inventor. Eran una N y una P. y de allí les pareció llamarles naipes, pero las dichas letras decían Nicolao Pepin".

Los 4 reyes de la baraja representan a Carlomagno, Julio Cesar, el rey David y Alejandro Magno.

- Gracias: TKC


Unos cuentos son chinos y otros cuentos son árabes. La etimología de naipe no está firmemente demostrada. Circulan varias hipótesis pero hasta ahora no se ha podido establecer ninguna con certeza. La de نفس nafs "alma, espíritu, ser, persona, uno mismo" es de lo más peregrino que he leído, no sé de dónde habrá salido. Pero conjeturas sobre naipe ha habido para todos los gustos.

La Academia en su primera edición incluyó en el Diccionario la etimología de Covarrubias con ese acróstico disparatado:

"Tamarid quiere que sea nombre arábigo, y lo mismo el Brocense; pero comunmente se juzga que se les dio este nombre por la primera cifra que se les puso, que fue una N y una P con que se significaba el nombre de su inventor Nicolao Pepin: y de ahí con pequeña corrupción se dixo naipe". [1ª ed. 1734, p. 646:]

Esta etimología desaparece en las siguientes ediciones. Mientras tanto en Francia el abate Jean Baptiste Bullet Recherches historiques sur les cartes à jouer Besançon 1757, p. 134, pretende que las cartas son un invento francés que había pasado a España por Vizcaya y por eso naipe tenía una etimología vasca, de napa que significaría "plano, liso", propuesta que parece no haber despertado entusiasmo ninguno.

Otros han propuesto que viniera simplemente del latín mappa "toalla, servilleta, mantel", esto solo se le podía ocurrir a un anglófono al que se le cruzaran los cables con la palabra napkin.

La Academia mantuvo la palabra sin etimología hasta 1884, en que propuso otra entre interrogaciones: "(¿Del flam. knaep, paje?)" y mantuvo su sugerencia en la siguiente edición, pero en la de 1914 ya introdujo otra hipótesis: "(Quizá del árabe نايب, naïb, representante.)", que repite en las sucesivas y en la de 1936 le añade: "(Quizá del ár. نايب, naïb, representante; en ital. ant. pl. naibi.)", añadido que cambia en la de 1956 por otra sugerencia alternativa: "(Del ár. nāˀib, el que representa, o del ár. lāˁib, el que juega)", pero ya en la edición de 1998 se rinde y dice: "(De etim. disc.)".

La propuesta de la etimología de نائب nāˀib la había hecho primero Carl August Friedrich Mahn en su Etymologische Untersuchungen auf dem Gebiete der romanischen Sprachen [Investigaciones etimológicas en los dominios de las lenguas románicas] en 1855, pero Engelmann, Glossaire..., p. 385, no la aceptó en modo alguno, la criticó a base de bien con unos argumentos que para el nivel de la crítica filológica de los europeos del s. XIX podrían parecer aceptables, pero que leídos hoy se muestran como prejuicios descarnadamente etnicistas; llega incluso a decir:

"...El hecho es que el Sr. Mahn no ha comprendido el verdadero sentido de esta palabra árabe. Un nâïb denomina un sustituto, un delegado, un vicario; un virrey, un gobernador de una provincia, puede ser, incluso, el nâïb del sultan; pero esta palabra no se emplea jamás en la acepción que nosotros le damos a la palabra représentant, cuando decimos que los Estados Generales representan al Pueblo. Al no existir la idea misma de representación entre los orientales, ni que decir tiene que no poseen en su vocabulario una palabra para denominar un representante del pueblo."

En España, sin embargo, a don Leopoldo Eguílaz y Yanguas no le pareció mal y la incluyó en su Glosario... (1886), p. 463, y la Academia lo tomó de él.

Otras propuestas distintas que se han hecho han sido: del francés naïf "ingenuo", así viene sobre el catalán naip en el diccionari.cat, pero el Alcover retoma la etimología de نائب nāˀib citando a Miguel Asín Palacios en Al-Andalus 9 (1944) 35.

Los diccionarios portugueses suelen considerar naipe un hispanismo, con lo que se ahorran tener que pronunciarse más allá. Y en italiano, donde se dio una forma antigua, paralela a la española y catalana, ortografiada generalmente naibi, pero también naibbi, con singular naib(b)e, lo único que se dice es que es de origen árabe, pero no de qué palabra viene.

Corriente, a pesar de que es -con mucho- el mejor arabista que ha habido en España hasta hoy, tampoco acaba por decidirse. Examina las tres propuestas, نائب nāˀib "sustituto, vicario", que da por descartada por razones semánticas, لعب laˁib "juego (en general)", que considera muy discutible, y معيب maˁīb "censurable", que supone haberse llamado por antonomasia un juego poco recomendable como son las cartas y que habría sufrido, ya dentro del romance una disimilación de las dos labiales que habría mantenido solo el carácter nasal de la inicial. Los pasos serían ár.cl. maˁīb → ár.and. maˁíb → rom.*maíb → rom.*naíb → cat. naíp → esp. naipe. En cuanto Corriente lo publicó el DRAE se apresuró a suscribirlo. Y en esas estamos.

Las razones semánticas que desautorizaban نائب nāˀib, "sustituto, vicario", a ojos de Engelmann y después de Corriente, eran que Mahn se había inventado toda una historia compleja para justificar su conjetura. Según él نائب nāˀib era "representante" porque cada palo de la baraja representaba un estamento social, de modo que las espadas eran la aristocracia guerrera, las copas los eclesiásticos, los oros los comerciantes y los bastos los campesinos. Esto es claramente una fantasía de Mahn.

Pero mire usted por dónde, el arabista israelí de origen polaco Leo Ary Mayer (1895-1959) encontró en 1939, en el Museo Topkapi Saray de Estambul, una baraja de época mameluca (ss. XII-XIII) que constaba de cuatro palos de diez cartas y tres figuras cada uno, que hacían un total de 52 cartas. Los palos eran سيوف suyūf "espadas" (= espadas), جوكان ǧawkān, del persa چوگان čawgān, "bastones de polo" (= bastos), طومان ṭūmān "tazas" (= copas), y دراهم darāhim "monedas de plata" (= oros), y las figuras se llamaban ملكmalik "rey" (= rey), نائب ملك nāˀib malik "sustituto de rey, virrey" (= caballo), y ثاني نائب ṯānī nāˀib "segundo de sustituto" o ثاني النائب ṯānī n-nāˀib "el segundo del virrey" (= sota). El trabajo de Mayer, Mamluk playing cards,no se publicó hasta 1971, dentro del volumen I de The L. A. Mayer memorial studies in Islamic art and archaeology editado por R. Ettinghausen y O. Kurz en Leiden: E. J. Brill, y ha debido de pasar bastante desapercibido para los etimólogos, porque podría acabar por darle la razón al denostado Mahn al cabo de los siglos, pero no como él se lo imaginaba, sino con el nombre de "el juego del sustituto" o "el virrey".

Sobre palos (de baraja) y reyes, los republicanos españoles solían cantar una copla donde en la imaginación popular se asociaban los cuatro palos, no a los cuatro estamentos sociales que decía Mahn, sino a cuatro deméritos atribuídos a los monarcas: oros-usura, copas-excesos, espadas-matanzas y bastos-represión, así que cantaban burlándose de las personas muy conservadoras:

Si tu madre / quiere un rey // la baraja / tiene cuatro: // rey de oros, / rey de copas, // rey de espadas, / rey de bastos. //

- Gracias: Joaqu1n

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