La palabra galaxia designa a un acúmulo o conjunto inmenso de estrellas, polvo y gas interestelar, que posee una unidad dinámica propia y suele adoptar forma de disco, con una zona central muy densa en elementos estelares. Las galaxias están separadas por inmensas distancias y se alejan entre sí. Obviamente, nuestro planeta y nuestro sistema solar forman parte de una gigantesca galaxia.
La palabra galaxia procede del adjetivo griego γαλαξἰας que quiere decir "de leche, lácteo", y es un derivado de la palabra γάλα, γάλακτος (leche).
En las noches bien despejadas y en ausencia de toda luz artificial se puede ver muy bien la zona central de nuestra galaxia en forma de una franja alargada en el cielo, que sobre la oscuridad de éste, presenta un color blanquecino, casi lechoso. Parece que es el historiador, ensayista y biógrafo Plutarco de Queronea (Moralia, 892e), que vivió ya en el imperio romano entre el s. I y s. II d.C., quien más claramente testimonia un uso del adjetivo griego γαλαξίας, como nombre para referirse exactamente a esa visión de nuestra galaxia. Los romanos por su parte, testimonian desde antes aplicado a ella el nombre de Via Lactea (a veces circulus lacteus), o "Camino de leche", de lacteus, derivado de lac, lactis (leche), palabra de la misma raíz indoeuropea (*glak-) que el vocablo griego. Parece que la denominación de "via", no sólo hace referencia a su forma visible de franja alargada, sino también a que la Vía Láctea, sirvió de medio de orientación en la noche, como la estrella polar o las Osas, a viajeros, navegantes y caminantes. De su uso frecuente por los peregrinos medievales que acudían a Santiago de Compostela, ha quedado también que a veces en castellano se llame a la Vía Láctea, "Camino de Santiago".
Modernamente, y habiéndose descubierto la existencia de muchas galaxias, el término griego "galaxia" se ha dejado para denominarlas genéricamente, mientras el nombre latino "Vía Láctea" designa como nombre propio a la nuestra.
Como tantas cosas, y en especial en lo que se refiere a los astros, no faltaron leyendas o mitos en la Antigüedad que explicaban el vocablo o la existencia de ese reguero lechoso en el firmamento. Y así, en la mitología griega, la historia es la siguiente: Alcmena era una reina que habitaba en Tebas y de la que el dios Zeus se enamoró. Asumió el dios la forma del marido de Alcmena, Anfitrión, para pasar una larga noche con ella. Alcmena quedó embarazada, y doblemente, pues al día siguiente se acostó con el verdadero Anfitrión. Dio a luz a dos niños, uno de los cuales era hijo de Zeus: ese niño era Heracles, llamado Hércules por los romanos, un héroe que recibió culto con distintos nombres por muchos pueblos del Mediterráneo, y que hubo de pasar por mil trabajos, hasta lograr la inmortalidad y su divinización con la muerte. Pero la diosa Hera, esposa de Zeus, siempre persiguió a este héroe desde la niñez, pues lo odiaba por ser hijo de una aventura de su marido con una mortal. Algunos mitógrafos cuentan que Zeus, queriendo inmortalizar a su hijo ya siendo un bebé, encargo al dios Hermes que tomara al niño y lo acercara al pecho de la diosa Hera, estando esta dormida. Así lo hizo Hermes, y aquel fuerte bebé chupó con tanta fuerza que despertó a la diosa y ella se lo arrancó tan violentamente del pecho que el niño no probó una sola gota, pero el chorro de leche que provocó su succión salió disparado del pecho de Hera y quedó en el firmamento. Seguramente tales leyendas sufrieron una cristianización, pues en mi niñez mi abuela decía que las monjas enseñaban que la Vía Láctea era un chorro de leche del pecho de la virgen María.
De la palabra γάλα, γάλακτος, se han formado modernamente otros vocablos, como "galactosa", el nombre de un azúcar simple que, combinado con la glucosa, da lugar a la "lactosa" (del latín lac, lactis), el azúcar o glúcido característico presente en la leche.
- Gracias: Helena
El lexicógrafo griego Hesiquio de Alejandría (h. ss. V-VI d.C.) nos dice que γαλάξια, τα (galáxia, ta) era el nombre que se daba a un festival celebrado en Atenas en honor a la diosa Cibeles, al parecer de un muy antiguo origen Anatolio y que era venerada en Grecia desde el s. VI a.C. y en Roma desde el II a.C. En esas fiestas se consumía un platillo de leche cocida con trigo, usualmente endulzado y con otros ingredientes.
Además, en latín tardío está documentada la palabra gălaxĭās con el significado de 'galaxia', 'vía láctea' en el libro VIII dedicado a los conocimientos astronómicos de los antiguos griegos de la obra Satyricon o Las nupcias de Mercurio del escritor latino de origen africano Marciano Capella (s. V. d.C.) o Minneius Felix Martianus Capella; así que tal vez sea más correcto decir que galaxia en castellano procede directamente del latín gălaxĭās. Unos 400 años antes Plinio el Viejo usó la palabra gălactītēs, ae (literalmente 'piedra lechosa' del griego γαλακτίτης (galaktítes) para referirse a una piedra, la cual, cuando se humedece y se frota, suelta un líquido lechoso. Se cree que es una piedra soluble no bien identificada, quizás de nitrato de calcio, cuya solución lechosa dio origen a muchas leyendas y supersticiones medievales.
En botánica existe el género Galactites (Moench, 1794) de una planta compuesta o asterácea que fue así nombrada por unas manchas blanco-lechosas que posee en las hojas.
Fuente:
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.
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