La palabra Nilo es el nombre del río más largo del mundo, que fluye de sur a norte en el continente africano.
Nilo procede del latín clásico Nilus, que a su vez fue tomado del griego Νειλος = Neilos, quizás de la raíz semítica (las lenguas semíticas son afroasiáticas, del Cercano Oriente y el norte de África, cuyos primeros escritos se remontan hacia el año 2500 a.C.) nahal, que significa 'valle', o el 'valle de un río', y por extensión, 'río'. El hecho de que el Nilo, a diferencia de otros grandes ríos conocidos fluía de sur a norte, e inundaba con puntualidad con más o menos intensidad cada verano las áridas tierras de Egipto, era un misterio para los antiguos griegos y egipcios, como también era un misterio su origen, que en aquel tiempo permaneció desconocido, lo que también nos explica la antigua frase romana caput Nili qærere, que se traduce como "En búsqueda de la cabeza u origen del Nilo", utilizada con frecuencia con sentido de metáfora, para hacer referencia a campañas o empeños absurdos, imposibles e inalcanzables, o también, un problema irresoluto. El origen o causa del misterio de las inundaciones anuales en la ribera egipcia del Nilo se puede entender simplemente, porque en esas tierras desérticas la lluvia es demasiado escasa durante todo el año, y como los antiguos no conocían las condiciones del clima en las tierras sureñas africanas de donde el río se alimenta, pues ignoraban sobre las lluvias torrenciales de verano en las montañas de Etiopía y en la cuenca de Burundi, Ruanda, Tanzania, Kenia y la República Democrática del Congo, que eran el verdadero origen o fuente de las inundaciones anuales que provocaba el río, entonces inventaban mitos y leyendas como la del dios-río Neilos y muchas más. Por eso también se veneraba y se temía al Nilo y a los seres mitológicos que los hombres crearon en torno suyo. Porque así como traía el preciado recurso para la subsitencia, a veces las inundaciones eran tan grandes, que causaban daños a la población. Y es que si consideramos el vasto, inclemente y desolado desierto de aquellas regiones, apenas salpicado de unos cuantos oasis, creo que la pregunta colectiva obligada prevalente por milenios tuvo que ser ¿Quién y de dónde nos mandan tan colosales cantidades de agua, más o menos desde el solsticio de verano de cada año? De seguro que de estas interrogantes surgieron los mitos y leyendas milenarias egipcias en torno al Nilo.
Los antiguos egipcios lo llamaban Ar o Aur (Iaro, en egipcio cóptico o antiguo), que significaba 'negro', en alusión al color oscuro de los fértiles sedimentos que dejaba, cuando se producían las inundaciones, pues el lodo del Nilo era lo suficientemente negro, como para dar a la tierra el viejo nombre de Kem o Kemi, que también significa 'negro oscuro'.
En el épico poema escrito por Homero (ss. VIII-VII a.C.), la Odisea, al Nilo, así como al país le da el nombre de Aigyptos (que luego pasaría al latín como Aegyptus). Sin embargo, después los griegos adoptaron el nombre mitológico Neilos para denominar al río, como podemos encontralo en la Teogonía del poeta griego Hesíodo, quizás contemporáneo de Homero. Hesíodo nos cuenta que Neilos (término cuyo posible origen ya fue mencionado arriba) fue un dios-río griego de Aigyptos (Egipto), cuyos padres fueron Ωκεανος (Ôkeanos), Oceanus, en latín, que puede interpretarse como el 'Gran Río que circunda la tierra' y Τηθυς = Têthys, Tethys, en latín, que se traduce como la 'Gran Madre'.
En latín, Nilus lo encontramos citado en obras de las escritores y poetas romanos de los siglos I a.C. y I d.C., entre los que podemos mencionar: Cicerón (106-43 a.C.), Lucrecio (99-55 a.C.), Vitrubio (70-15 a.C.), Plinio el Viejo (23-79 d.C.) y Juvenal (60-28 d.C.).
El Nilo tiene una longitud de unos 6700 kilómetros. Posee dos brazos, el más largo, es el Nilo Blanco (Bahr al-Ab.yad, en árabe), cuya fuente está en las montañas (Montes Ruwns'ori) al suroeste del Lago Victoria (Victoria Nyanza), en el pequeño país de Burundi, donde a ese tramo fluvial se le conoce como Ruvironza (o Luvironza). El segundo es el Nilo Azul (Bahr al-Az.raq), cuyo origen está más allá del Lago Tana, en las montañas septentrionales de Etiopía. Los dos Nilos se unen en Khartoum (Jartum, Sudán) para proseguir hacia el norte por un cauce tortuoso de unos 2400 kilómetros, ya con el simple nombre de Nilo. A unos 282 kilómetros de Khartoum, el Nilo recibe las aguas del río Atbara, su último afluente hasta llegar al Mediterráneo.
Se menciona lo anterior, para tener una referencia hasta dónde los antiguos conocían sobre este venerable y legendario río, cuya importancia para los egipcios fue determinante en el desarrollo de una civilización con una antigüedad que nos remonta hacia el año 3100 a.C. Por ello, el historiador griego Herodoto (484-430? a.C.) llegó a decir que "Egipto era el regalo del Nilo", pues sin el enorme flujo anual de agua y sedimentos fértiles, no hubiera sido posible el florecimiento de la Civilización Egipcia, ya que la precipitación anual en las orillas del Nilo, en este país, es extremadamente escasa (El Cairo, 24,7 mm y Azwān, 1,4 mm anuales), lo que hubiera hecho imposible el desarrollo. Pero los antiguos egipcios tal vez estaban familiarizados con el Nilo solamente hasta Khartoum (Jartum, Sudán) y con el Nilo Azul tan lejos como el Lago Tana, en Etiopía, pues no mostraron interés por explorar el Nilo Blanco (el brazo más largo, aunque el que aporta menos agua), de modo que la fuente más lejana permanecía como algo misterioso y desconocido. Herodoto visitó Egipto en el 457 a.C., viajando tan lejos por el Nilo hasta la primera catarata en Aswān, al sureste de Egipto. Alrededor del siglo II a.C. el científico griego Eratóstenes (276-194 a.C.), dibujó una casi perfecta ruta del Nilo hasta Khartoum, mostrando los dos afluentes de Etiopía y sugirió que varios lagos eran la fuente que lo alimentaban.
En el año 25 a.C., el geógrafo griego Estrabón (64 a.C.-21 d.C.), junto con Elio Galo, entonces prefecto romano en Egipto, también exploraron el Nilo pero nada más hasta Aswān. Por su parte, Ptolomeo (100-170 d.C.), astrónomo y geógrafo griego, que vivió en Alejandría, escribió en el año 150 d.C., que el Nilo Blanco nacía en las cumbres nevadas de las Montañas Luna (Montes Lunae), ahora identificadas como los Montes Ruwenz'ori arriba citados (en el lenguaje local se traduce como "formador o generador de agua"), entre Uganda y la República Democrática del Congo. El nombre Montañas o Montes Luna, probablemente se deba a la blancura de sus cumbres, como el blanco de la luna, o a lo mejor a la forma de una porción de la cordillera, que en alguna parte se asemeje a la luna creciente.
El origen del Nilo y sus inundaciones anuales fueron conocidos cabalmente solo hasta tiempos relativamente recientes. Los europeos trazaron la ruta del Nilo Blanco hasta después de 1860, y el conocimiento con gran detalle de las fuentes del río eran aún inexistente hasta después del año 1900. Así mismo, las milenarias avenidas veraniegas del Nilo en Egipto, han desaparecido por la construcción, entre finales del siglo XIX y 1971, de la gran Presa de Asuán (Aswān), que regula el caudal para usos agrícolas y de navegación.
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