La palabra tos viene del latín tussis (tos). El acusativo clásico de la palabra era arcaizante y tenía la forma tussim, que no nos hubiera dado tos. Pero en latín vulgar la gente rehizo un acusativo analógico a las demás formas regulares tussem, que tenemos numerosas veces atestiguado en la literatura tardía del s. IV d.C., especialmente en la obra médica de Oribasio y Marcelo Empírico, y en los tratados veterinarios de Pelagonio y de Chirón. De esta forma, tussem, con la característica pérdida de la -m final y posteriormente de la e breve, y apertura de la u breve, proviene la forma tos, que ha quedado en todas las lenguas romances, como en portugués tosse, en catalán tos, en francés toux, en italiano tosse y en rumano tuse.
No hay acuerdo acerca del origen de tussis en latín y hay quien cree que se trata de una creación onomatopéyica dentro del latín, pero muchos autores sostienen que es una formación *tud-ti a partir de la raíz del verbo tundĕre (golpear), aunque sin infijo nasal. De tundĕre proceden palabras como tunda, contundente y contusión. Este verbo se vincula a una raíz indoeuropea *(s)teu- (empujar, golpear), asociada en latín también al verbo stupēre (estar aturdido por efecto de un golpe o una impresión fuerte), de donde estúpido y estupefacto, así como al vocablo studium (afán fuerte o afición a algo, en origen impulso hacia algo), que nos da estudio y estudiar.
- Gracias: Helena
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