La palabra hisopo viene del latín hyssopus, que es préstamo del griego ὕσσωπος ("hýssopos"). Tanto en latín como en griego designa a una planta aromática muy olorosa similar en su aroma y sabor al orégano, mal descrita por los antiguos pero hoy identificada con el Hyssopus officinalis, llamada vulgarmente hisopo y que es semiarbustiva. Es citada en griego por Ateneo y Dioscórides, y en latín, en el s. I d.C. por Celso y Plinio. Entre los griegos servía para aromatizar el vino y también tenía empleos medicinales como antitusígeno y otros usos. El vocablo griego ὕσσωπος parece ser un préstamo semítico, sin que se pueda determinar que lengua semítica lo presta, si bien en hebreo está presente la palabra con la forma 'ēzōb.
Pero el hisopo es también un objeto litúrgico, usado en liturgias cristianas, provisto de un mango con una bola hueca en el extremo que sirve para la aspersión de agua. Vamos a ver por qué. Desde las épocas más arcaicas, entre los griegos, y en buena medida también entre los romanos, en los rituales sacrificiales y funerarios y las plegarias, el oficiante provisto de un manojo de alguna planta aromática, que con la mayor frecuencia era un manojo de tallos de hisopo (sabemos que también se empleó el tomillo y el romero, el ciprés y muchas otras), mojaba en un recipiente de agua lustral y salpicaba sobre la víctima sacrificial o sobre los fieles, en una especie de aspersión purificadora. Sabemos que no sólo lo hacían los romanos y griegos, sino también otros pueblos antiguos. La importancia de las hierbas aromáticas era fundamental, pues en épocas antiguas también se quemaban como sahumerio a los dioses, aunque para tal fin se prefería el incienso, pero siendo este caro y difícil de conseguir ya que sólo se producía en lugares como Yemen y sur de Arabia, cuando no se disponía de él, se quemaban plantas aromáticas de la zona. Pero sin duda el hisopo era la planta preferida para las aspersiones rituales porque sus tallos largos se prestaban bien a la confección de manojos, y este rito pasó también a los rituales cristianos que en principio practicaban sus aspersiones con un manojo de la planta aromática. Cuando este manojo se sustituyó por un objeto especialmente diseñado para ello, al objeto se le dio el nombre de la planta a la que sustituía.
Después en algunos lugares se llama hisopos a bastoncillos de limpieza, brochas o escobillas, que recuerdan al hisopo litúrgico por su forma y su función de ser mojados para el uso.
- Gracias: Helena
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