Etimología de YO

YO

Las formas de este pronombre provienen de "ego" en las lenguas romances. "Ego" derivó a "eo" y a partir de éste se formaron las formas "eo" (sardo), "eu" (portugués, provenzal y rumano), "io" (italiano), "jo" (catalán), "yo" (castellano), "je" (francés) según las épocas y los lugares, en donde el acento afectó diferencialmente a la "e" o a la "o". Lo mismo sucedió con otros pronombres como "él" y "le", provenientes del latín "illi".

- Gracias: Juan Fuentes Aravena


La palabra latina era " ĕgo" con la e inicial breve, que en bajo latín probablemente era una e abierta (parecida a la de cerro, pero con valor fonológico distintivo).

En las lenguas que no han diptongado aquella e breve (gallegoportugués, rumano, sardo) la palabra sufrió pocas alteraciones, apenas la caída de la ge (pronunciada gue) intervocal y el mantenimiento del acento sobre la e. En las demás esa e breve diptongó y se convirtió en "ié" dando distintas soluciones.

Específicamente en castellano parece que la evolución fue más o menos así:

  1. "Ĕgo" (latín. clásico) pasó a "eo" (s. VI d.C. según Corominas).
  2. Luego diptongaría la e breve y sería "*iéu" (en la misma época que surgieron 'piedra', 'hierro', 'diente'...).
  3. Ese triptongo poco estable llegaría a pronunciarse como "*ióu".
  4. Más adelante el diptongo ou se simplificaría (cuando "causa", pasando por "cousa" se convirtió en 'cosa') tendríamos el moderno 'yo' con el acento sobre la o.
En los dialectos noroccidentales asturleoneses, lindantes con el gallego y que mantienen los antiguos diptongos en "cousa", "pousar", "outru"... la forma para la primera persona es "you", lo cual apoyaría esta tesis según la cual tantos fenómenos convergen en palabra tan corta.

- Gracias: Wignasi


No hace falta recurrir a semejante compleja evolución para explicar la forma castellana yo, intentando integrar en el castellano formas evolutivas jamás atestiguadas en él, aunque sean propias de otros romances y que no se generan la una a la otra. La cuestión es mucho más sencilla. Lo que está probado para todas las lenguas romances, como bien indica Corominas, es que en el s. VI, en todas las hablas latinas vulgares ya protorromances, la g intervocálica de ego, según un fenómeno regular, ha caído, dando la forma eo.

Pero a partir de ahí cada protorromance actuó de una manera y el factor principal fue un fenómeno acentual. Unas lenguas tendían más a un uso proclítico del pronombre ("yo digo") y otras más frecuentemente a un uso enclítico ("digo yo"). El uso proclítico mantenía el vocablo como un bisílabo con la acentuación llana latína (é-o), y el uso enclítico tendía a convertir el vocablo en un diptongo monosílabo con la acentuación desplazada a la palabra anterior (eo). En el primer caso la e breve tónica produjo diptongación y ahí tenemos la forma *ieo >*ieu, que sería altamente productiva en la generación del pronombre en gallego-portugués y otras variantes romances. En el segundo caso es tratado como un grupo -eo/-ea latino átono, que en general sufre una disimilación, es decir, las dos vocales medias producen un grupo vocálico de más difícil pronunciación en un solo golpe de voz, y la primera se disimila cerrándose, transformándose la e en una i, que es la cerrada de la serie anterior o palatal en el triángulo vocálico (eo>io, ea >ia). Es exactamente el mismo caso que en latín vinĕa (viña), o castanĕa (castaña), o palĕa (paja), en que todas ellas pasaron a vinia, castania y palia, generándose una i que fonéticamente era una yod, semiconsonántica, que acabó palatalizando o guturalizando en estos ejemplos la consonante anterior, y dando viña, castaña y paja. En el caso del castellano prevaleció la forma átona de eo > io> yo. Es la misma situación que prevaleció en francés (je) o en catalán (jo). Eso no quita que tanto en castellano, como en francés o en catalán, pudieran existir en época antigua formas alternantes, unas tónicas diptongadas y otras átonas con una mera yod, hasta que al final triunfó una en la lengua sobre las demás (por ejemplo en francés está bien atestiguada esta variedad de formas).

- Gracias: Helena

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