ESCRITURA

Breve historia de la escritura

Artículo contribuido por Elena Pingarrón Seco (contribuidora de Etimologías de Chile bajo el seudónimo Helena)

La escritura es un gran invento humano, hasta tal punto innovador que los pueblos antiguos que la poseían frecuentemente atribuían su invención a algún dios benefactor o algún héroe mitificado. En realidad no es un repentino invento genial de nadie, sino que hay un largo proceso previo en la humanidad, o al menos en determinados grupos de las sociedades humanas, que lleva finalmente a la escritura y del que tenemos indicios y pruebas dispersas por el mundo de muy distintas épocas. Y es un tema verdaderamente complejo y largo. Es por eso que debemos estructurar este estudio como sigue. En primer lugar hablaremos de los procesos que llevaron a la creación de escrituras. Después explicaremos brevemente los diferentes tipos o modalidades de escritura que se han dado y aún se dan en el mundo. A continuación analizaremos uno por uno los grandes sistemas de escritura antiguos que supusieron una invención autónoma en el mundo, sin depender los unos de los otros, y dentro de cada uno de ellos, las principales evoluciones a que dieron lugar después. Es evidente que aquí no van a estar nombradas todas las escrituras producidas en el mundo, es imposible en un artículo breve. Y tampoco van a encontrar invenciones recientes del s. XIX y XX, como determinados signarios africanos, silabarios de los cheroquí, de los esquimales de Alaska, y algunos otros que se gestaron recientísimamente como un rasgo de afirmación cultural propia en pueblos tradicionalmente ágrafos. Pero sí encontrarán muy claramente los grandes sistemas de los que todas las demás formas de escritura son hijas, incluso las que hayan quedado por nombrar.

Los procesos de gestación de la escritura.

Ya la mera representación figurada de cualquier objeto natural es un proceso de simbolización, máxime cuando las representaciones desde el Paleolítico no parecen darse por el mero placer de copiar una realidad, sino que tienen valores y significados añadidos. Pero se da un paso más cuando es muy evidente que lo que se quiere fijar es un relato memorable, una instrucción mágico-religiosa, un nombre, etc.

Los seres humanos recurrieron en estos casos a un doble procedimiento. Por un lado intentaron fijar los hechos con una representación figurada comprensible para su grupo o más bien para los expertos de su grupo, cosa de la que tenemos ejemplos incipientes desde el Paleolítico, y para ejemplos tardíos valga la famosa pizarra del lago Onega, en los confines norteños rusos de Europa. Forma parte de un complejo de pinturas rupestres del Neolítico tardío del III milenio a.C. (entre 4000 y 3000 a.C.). En ella vemos una composición central en espiral y cuatro zonas circundantes que se orientan a los cuatro puntos cardinales. La componen esquemáticas figuras humanas y de diversos animales y distintas representaciones de armas. Bien, esa piedra ha sido interpretada así: las diferentes zonas corresponden a la dirección de la que acuden esos animales, cosa que ocurre aún hoy además en las diferentes estaciones del año, de modo que cada zona es una época de caza. La piedra contiene un mensaje complejo: qué cazar en cada época y dónde buscarlo y qué armas emplear para cada especie, y es posible que además tenga un valor mágico-religioso, para atraer el proceso y que no se interrumpa. Es decir, puede "leerse" aunque no sea una escritura. Y quizá la expresión más elaborada y compleja de esta técnica figurativa aplicada, de la que hay muchos ejemplos, sean los ya muy tardíos libros plegables aztecas, destruidos en su gran mayoría con la conquista española, que erróneamente fueron calificados por algunos como "manuscritos ilustrados". Los aztecas, cuando llegan los españoles, ya conocían una verdadera escritura jeroglífica que usaban sobre todo en soportes duros, pero la acababan de adquirir entre finales del s. XIII y el s. XIV d.C. conformándola a base de las escrituras de otras culturas más antiguas de la zona, y sus libros plegables (distintos a los códices de hojas, escasas copias más tardías) pertenecían más bien a la tradición pregráfica, lo que sabemos objetivamente gracias al Códice Florentino y a Bernardino de Sahagún. Los libros plegables sólo en algunos casos podían contener algunas indicaciones escritas en las escenas, en general, no. Se desplegaban cuan largos eran y contenían una larguísima sucesión de escenas figurativas enlazadas, tipificadas y con un mismo estilo, perfectamente reconocibles para el experto interpretador que contemplaba una escena, levantaba la vista y empezada a recitar una larga salmodia memorizada. En una compleja operación relacionaba cada escena con un fragmento textual de una composición literaria completamente oral que previamente había aprendido de memoria y conocía bien. Cada escena pintada le recordaba el orden del relato y de los fragmentos que debía recitar: bello ejemplo de una técnica preescrituraria y que es un paso inmediatamente previo a la elaboración de una escritura, que no asocia signos ni imágenes ni con ideas ni con palabras, sino que una escena pintada evoca todo un fragmento de un relato que el experto previamente ha de conocer memorizado. Desaparecido el experto y la trasmisión oral de su saber ese "libro", jamás podrá volver a ser correctamente "interpretado" en su extensión, y más si se pierde la memoria de lo que cada escena representa exactamente en el continuo de la historia que se pretende ayudar a conservar.

Estas técnicas que se dan por doquier son la base de algunas de las primeras escrituras del mundo, en origen pictográficas, que lo que hacen es acabar asociando imágenes figuradas con cada objeto real o cada acción, y empiezan siendo ideográficas (signo=concepto) para luego ser logográficas (signo=concepto=palabra). Estas imágenes figuradas después evolucionarán y se estilizarán, acabando muchas veces por no ser ya reconocible la imagen real en la que se inspiraron pero que aún se reconoce en las primerísimas etapas de tal escritura.

Pero por otro lado, desde la más remota antigüedad hay otra tendencia para trasmitir ideas en la simbolización, que nace con signos aislados de carácter abstracto, o que al menos los vemos ya configurados como abstractos desde el principio en que aparecen. En vez de técnica figurativa cabría hablar de técnica simbólica. Esto realmente es antiquísimo, pues claros signos aparecen ya en el Paleolítico final europeo de una antigüedad como mínimo comprendida entre los 15000 y 12000 años, en cuevas de pinturas rupestres, desde series de puntos a diversos signos abstractos que no son un garabato casual o caprichoso, puesto que se repiten idénticos intencionadamente, incluso en bastones de hueso y algunos objetos. Ignoramos si son marcas de un clan, de un individuo, de una acción… pero indudablemente tienen significado y remiten a un concepto o a un nombre, y por tanto indirectamente a una palabra. Del mismo tipo son las abundantes pequeñas piedras funerarias con signos abstractos pintados o incisos que remiten sin duda al reconocimiento del difunto, a su nombre, a su clan. Las tenemos en Europa desde el Mesolítico o Epipaleolítico, e incluso hay casos más modernos en Australia. Lo curioso es que algunas, como las de Alvao en Portugal, del 4000 a.C., procedentes de cámaras de enterramiento, muestran a veces series de signos y algunos de ellos son signos que vamos a encontrar mucho después en las escrituras simbólicas (hay quien las considera ya muestras de un sistema de escritura primitivo, por las series de signos combinados). Al mismo tipo responden las muy antiguas marcas de alfarero o logotipos incisos en la base de las cerámicas que identifican al alfar. Incluso signos abstractos, pero de otro carácter, de cómputo numérico encontramos en diversos lugares del mundo como los quipus incas, en que se han identificado los números básicos y las indicaciones sumatorias, aunque no mucho más, sistema de nudos en cuerdas testimoniado también en la China previa a la escritura, en el interior de la isla de Okinawa y otros lugares, si bien aquí no nos ocuparemos de las notaciones numéricas que constituyen un largo campo específico.

Esta es la tradición, la del signo abstracto o simbólico, que va a dar lugar a otro tipo de escritura, más excepcional, que ya nace configurada con signos abstractos.

Los tipos de escritura

El nacimiento de una verdadera escritura se va a producir por lo que hasta hoy sabemos en diferentes lugares del mundo y distintas épocas, independientemente, sin que ningún sistema originario dependa de otro. Muy a menudo se tiene la idea de que la escritura nace como una necesidad administrativa de sociedades cada vez más complejas, y no es del todo así. Sociedades de una administración considerablemente complicada han vivido sin una verdadera escritura, como la inca por ejemplo. Es cierto que la escritura una vez desarrollada y extendida dentro de una sociedad posibilita una administración cada vez más depurada y compleja, pero no es esa necesidad que hizo nacer a las grandes escrituras originarias. Por lo que tenemos constatado, la escritura nace siempre de la mano de la religión, de la que también es una parte el culto a los muertos, y nace para usos religiosos y en principio en manos de castas sacerdotales: se trata de una escritura sacra en función de cultos y rituales. En efecto desde la más remota antigüedad el formulismo religioso ha de ser fijo e invariable y su supuesta efectividad depende de la conservación de unas fórmulas exactísimas que son vehículo de comunicación con las divinidades y medio de propiciar sus voluntades. Sólo después la escritura se extiende a otros usos como el administrativo y político, y también el comercial. El último que suele adquirir es el de ser soporte de la literatura, historia y demás campos, en principio mantenidos en el terreno de la oralidad, y por fin ser medio general de comunicación de las gentes.

Los sistemas de escritura pueden ser de diferentes tipos, según lo que representen con sus sistemas de signos. Como dijimos, la mayoría de los sistemas originarios se basan en pictogramas (signos que son dibujos esquemáticos de un objeto u acción y que luego se estilizan hasta hacerse menos reconocibles) que primero suelen ser usados como ideogramas (signo que representa una idea, un concepto, y no la forma sonora de la palabra que lo recoge), lo que permitiría leer el escrito en cualquier lengua. Pero pronto hay una tendencia a la fonetización, representando cada signo no sólo la idea de algo, sino la palabra concreta que lo recoge en la lengua que usa la escritura, lo que redunda en una inmediata economía de signos. Pensemos en la inmensa cantidad de signos que necesitamos si a cada idea le asignamos un signo. Podemos representar conceptos nuevos también asociando signos de otros conceptos afines, pero si asocio el signo con el sonido de la palabra parece que es más fácil economizar signos. Por poner un ejemplo imaginario y simple, si escribiéramos hoy con signos-palabra, y tengo un signo para la palabra gol y otro signo para la palabra oso, si ya les doy el valor fonético de las palabras, no hace falta que emplee un signo nuevo para la palabra "goloso", puedo poner juntos los de gol y oso y al leerlo decir "goloso" y también hacer nacer signos para derivaciones que pueden ser comunes a muchas palabras. Pero en cualquier caso estos sistemas de signo-palabra o logográficos, sean más o menos ideográficos o más o menos fonéticos, vulgarmente conocidos como sistemas jeroglíficos, pueden constar hasta de millares de signos. Además el sistema logográfico puede desarrollar toda una serie de signos añadidos, determinativos o aclaratorios, por ejemplo para indicar si otro signo se refiere a un objeto concreto o bien a una acción relacionada con ese objeto, lo cual, aunque añade signos de otro carácter, economiza en nuevos signos. Aun así es muy complejo. La consecuencia es que su aprendizaje es larguísimo y requiere una casta de escribientes con muchos años de especialización (sacerdotes, escribas…), exclusivamente dedicados a ello y liberados de cualquier otro trabajo. En realidad el término jeroglífico, que es el que dieron los griegos a la escritura egipcia, es confuso. En la práctica lo usamos para designar a sistemas de signos estilizados que tienen cierta relación con la realidad, por el aspecto de los signos, y a veces se llama jeroglíficos a sistemas que aunque tienen esa apariencia, reflejan con los signos grupos fónicos, sílabas, etc., y no palabras.

Otros sistemas, incluso algunos que en origen eran logográficos o jeroglíficos, han llegado a representar no palabras, sino grupos o segmentos fónicos, y el grupo fónico natural más perceptible es la sílaba. Y así tenemos tanto sistemas segmentales, como los silabarios puros (sistema en que cada signo representa una sílaba, puramente fonético y por combinación de signos silábicos crea las palabras que reconocemos por el sonido al leer), estos últimos mucho más económicos, pues posiblemente con un número siempre inferior a 300 signos puedo representar todas las palabras de la lengua por combinación de signos silábicos. Aún cuesta bastante aprender a escribir, pero no tanto como en los sistemas logográficos. Lo que sucede es que las cosas no son tan simples y son pocos los sistemas puros, de manera que los sistemas logográficos o jeroglíficos llegan a desarrollar dentro signos que son o bien segmentos fónicos o sílabas, constituyendo en la práctica sistemas mixtos.

Y también tenemos los sistemas alfabéticos que son los que representan fonemas aislados y los que suponen más economía de esfuerzo en el aprendizaje, pues incluso con una treintena de signos o menos, llegan a representarlo todo fonéticamente por combinación. Este sistema nace por un proceso que no conlleva necesariamente en origen una rigurosa reflexión analítica consciente de la cadena hablada por parte de un individuo genial hasta extraer el fonema. Según algunos especialistas, nace en buena parte de lo que llaman "grafías desvocalizadas" y del esfuerzo por simplificar signarios para un uso meramente práctico. En esencia consiste en que uno toma un signo dado o lo inventa, que en principio representa un segmento fónico, por ejemplo una sílaba, y lo emplea para expresar todas sus posibles vocalizaciones. Así economiza y logra una reducción de signos y una escritura más rápida. Es como si tomara un signo que vale por "pa-" y escribiera pa-to, pero en cada contexto decido si es pi-to, po-to o lo que sea, y un solo signo me sirve para todas las posibles combinaciones vocálicas con él. Aunque parezca complicado no lo es tanto y resulta comprensible para el que conoce la lengua, como cuando los niños o jóvenes envían un mensaje de texto por su teléfono móvil sin apenas vocales. Es así como el signo se acaba identificando sólo con la consonante, la vocal es secundaria y aleatoria. Después y sobre un sistema consonántico, si se siente la necesidad de especificar con claridad el timbre vocálico que la acompaña, bastará con añadir unos pocos signos para vocales y combinarlos con los otros, y tendremos un sistema alfabético completo.

Otra cuestión es que uno de los factores que más modifica y hace evolucionar un signario es el préstamo de un sistema de escritura de unas lenguas a otras. No sólo un signario al pasar de un pueblo a otro puede modificar los contornos y los rasgos de los signos según las tendencias estéticas de cada cultura (hacerlos más redondeados, más angulosos, más ondulantes…), sino que varía los signos, y puede desechar unos, o cambiar su valor, o crear o introducir otros nuevos. En efecto con frecuencia un sistema de escritura pasa a anotar otra lengua muy diferente, que quizá incluso no tiene parentesco alguno con la primera. Sobre todo si el sistema es ya fonético, y suele serlo en la mayoría de los casos, puede haber grupos fónicos, fonemas, etc. que no existan en la lengua de llegada, y entonces sus signos se desecharán o se remodelarán para otro uso. Y por el contrario puede haber grupos fónicos, fonemas, etc. que no existían en la lengua que presta el signario, y por tanto hay necesidad de adoptar nuevos signos para ellos.

En definitiva el mundo de las escrituras es de una complejidad extraordinaria, han existido incontables variantes y sistemas, por lo que aquí sólo hablaremos de los principales focos antiguos de surgimiento de la escritura y las principales formas de evolución a que dieron lugar, y lo haremos por orden cronológico, según lo que nos proporciona el actual estado de la investigación.

1. La escritura de Vinča.

La primera en nacer que sepamos fue la llamada escritura de Vinča, del sexto milenio antes de Cristo y responde a la tradición del signo abstracto de carácter simbólico, es decir, no parte de la representación pictográfica y nace ya configurada como abstracta por lo que nos dicen los restos. Pertenece a la cultura de Vinča, llamada así porque el yacimiento de Vinča, cercano a Belgrado, fue durante mucho tiempo el más productivo y el más representativo. Se trata de una cultura desarrollada en la Europa del este, en torno al río Danubio, que abarcó territorios de la actual Serbia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Macedonia, y sus restos llegan incluso a una parte de Ucrania y del norte de Grecia. Es esta una cultura neolítica de gran densidad de población con núcleos de población de gran superficie y tecnología bastante desarrollada, que nace en el VII milenio antes de Cristo y alcanza su facies más característica en el VI milenio, prolongándose su vida hasta aproximadamente el 3500 a.C., ya en fase calcolítica (etapa previa a la Edad del Bronce en que se trabaja ya el cobre puro), en que desaparece. Sus abundantes testimonios escritos empiezan a aparecer en una fase comprendida entre 5500-5300 a.C. y continúan hasta su desaparición hacia el 3.500 a.C. Es una escritura que nunca salió del uso religioso y religioso-funerario. Sus primeras muestras se dan incisas en objetos y figurillas diversas que son de empleo religioso u ofrendas, que presentan textos breves de pocas palabras para luego saltar a soportes escriturarios como tablillas que ya muestran textos más largos. Su signario es un sistema lineal que consta de 68 signos en los textos de la fase más antigua, y en los más recientes, en torno al 4000 a.C. se reducen o eliminan algunos signos y el signario consta de 50. Tiene más signos que los alfabetos y menos que los silabarios constatados, y parece que sin duda fue una escritura fonética (reflejaba sonidos o grupos fónicos). Hay quienes consideran que el sistema nace abstracto, pero otros piensan que una escritura así de abstracta tiene que ser resultado de la evolución, estilización y simplificación de un sistema anterior que entonces nos llevaría a épocas muy remotas, pero por el momento no se dispone de ningún hallazgo más antiguo que fundamente esa idea.

Hacia el 3500 a.C., como se ha dicho, desaparece del todo, pero hay una hipótesis de una cierta continuidad. La cultura de Vinča desaparece, probablemente por las presiones de los primeros indoeuropeos sobre la zona. En el tercer milenio antes de Cristo (3000 a 2000 a.C.) en las islas del Egeo vemos muchos elementos formales, culturales y religiosos relacionables con la cultura de Vinča. Las islas, cuya cultura se llama cicládica, recibieron diversas oleadas poblacionales desde mucho antes, procedentes del continente europeo y sobre todo de Asia Menor. Es fácil que también en este momento parte de las poblaciones continentales presionadas por otros pueblos fueran refugiándose cada vez más al sur y saltaran a las islas, o en cualquier caso existen suficientes relaciones culturales entre las islas y la región Danubiana. Una principal y extensa isla del Mediterráneo oriental es Creta que con una sólida base neolítica, desarrolla en el tercer milenio a.C. una importante cultura propia: la cultura Minoica, ya de la Edad del Bronce, fundamentada en centros palaciales que son a la vez centros de culto, administran el campo circundante y las artesanías y disponen de flotas y una amplia red comercial. Cuentan primero con una escritura jeroglífica propia, pero a partir del 2000 a.C. van a desarrollar un silabario conocido como Lineal A, única y exclusivamente fonético. Aunque hay otros soportes, los principales soportes escriturarios conservados son tablillas de barro que se deja secar. Estas tablillas se deshacían enseguida, por lo que se supone que sus informaciones se pasaban anualmente a otros soportes que no nos han llegado, y cada año se desechaban de los registros y archivos administrativos palaciales. Las que conservamos se deben a incendios y destrucciones producidas entre 1800 y 1500 a.C.: un incendio destruye el palacio y cuece, como si fuera cerámica, el registro de tablillas correspondiente al año en curso que así se endurece y se halla en las excavaciones. Por eso no sabemos desde cuándo tenían esa escritura y esa práctica, al no haber incendios anteriores, si bien los signos del lineal, muchos de los cuales son cicládicos, aparecen en figurillas del 2000 a.C. Pues bien, al menos 10 signos de este silabario de unos 170 coinciden exactamente con 10 signos de la escritura de Vinča. En ese tiempo los indoeuropeos habían llegado a la Grecia continental trayendo consigo la forma más primitiva de la lengua griega y desarrollando con el tiempo una cultura llamada Micénica. Antes del 1500 a.C. los micénicos saltan a Creta y se hacen con el poder de su principal centro, Cnossos, y allí se va a configurar otro silabario basado en el que tenían los cretenses y con mayor número de símbolos, llamado Lineal B. Este ha sido descifrado y entendemos sus escritos también sobre tablillas de barro fresco, igualmente conservadas por posteriores destrucciones con incendio, gracias a que conocemos la lengua que anota, que ya es griego, y sin embargo no conocemos la lengua anotada por el sistema Lineal A, parte de cuyos signos pueden leerse gracias a haber descifrado el Lineal B que de él deriva, pero sin que entendamos el significado de la lectura. Los griegos llevaron este silabario a la Grecia continental, donde se empleó para la administración palacial hasta el 1100 a.C., coincidiendo con el hundimiento de la cultura micénica. Pero en la isla de Chipre tenían su propia versión de estos silabarios de origen cretense, viva hasta el s. III a.C. en que cayó en desuso. Según algunos autores ahí se perdería una tradición de escritura que sería la que nació en Vinča.

2. La escritura sumeria

Se considera la segunda escritura en aparecer, la sumeria, unos 2000 años más tarde que la de Vinča. Surge en la parte final del cuarto milenio a.C., en concreto en torno al 3300 a.C. en el gran foco cultural de Mesopotamia, si bien parece haber evidencia de alguna muestra pictográfica aislada anterior sobre todo a partir del 3500, lo que lleva a algunos a anticipar muy ligeramente su nacimiento al del jeroglífico egipcio cuyas muestras más antiguas conservadas vienen a darse entre 3300 y 3100 a.C. Hay sin embargo quienes piensan que la escritura egipcia se vincula desde muy pronto a técnicas mucho más elaboradas en cuanto a los soportes escriturarios, lo que puede indicar una mayor antigüedad en la experimentación y uso con la escritura. El sistema sumerio es logográfico, de pictogramas ideográficos, es decir, una forma jeroglífica, vinculada a soportes que son tablillas de barro y cilindro-sellos, y a una sociedad teocrática regida por los templos que monopolizan también la escritura, que dará a esa escritura un uso religioso y casi a la vez administrativo. La característica de este sistema es la rápida estilización de los signos que a partir de pictogramas darán lugar a la larga a las formas abstractas del sistema cuneiforme cuyas protoformas aparecen ya configuradas hacia el 2600 a.C., y que tras los mil años de predominio de la cultura sumeria en la zona pasarán a otros pueblos que florecieron en Mesopotamia, como acadios y asirios. Los sumerios ya empezaron a introducir en su sistema una fonetización, pero es en el paso del sistema a otros pueblos y lenguas cuando el signario acaba asumiendo un valor plenamente fonético sobre todo después del 1800 a.C., y acabará convertido sobre todo en un silabario. La escritura cuneiforme fue sin duda el sistema gráfico más difundido, frecuente y de más larga vida en el antiguo Oriente, siendo empleado para una gran variedad de lenguas, hasta que desapareció barrido por la difusión de los alfabetos y sirvió para trasmitir leyes, literatura y una larga serie de informaciones de todo tipo. Fue prestada a los elamitas y hurritas, a los caldeos y a los persas entre otros. Una de las lenguas y culturas que a veces escribió en cuneiforme y conocía este sistema y lo empleaba fue la hitita. Los hititas son un pueblo indoeuropeo que habla una lengua indoeuropea y que aparecen en Anatolia a partir del 2000 a.C. Pero lo curioso de los hititas es que poseen una forma propia de escritura jeroglífica, que también hay quien prefiere llamar luvita, pues en esencia es el mismo empleado por los luvitas, asentados también en Anatolia y vecinos de los hititas. La mayoría de sus textos empiezan a aparecer sobre el 1500 a.C. pero la escritura hitita se empleó hasta el s. VIII a.C., en que un texto escrito en esa versión y en fenicio permitió su desciframiento, y como además la lengua hitita, indoeuropea, se ha descifrado, todos sus textos nos resultan legibles. Se trata de algo similar a un jeroglífico con signos claramente figurativos, pero que en realidad es un silabario, representa sílabas. Lo curioso es que este tipo no es adaptación ni del jeroglífico egipcio ni del viejo sumerio, sino una forma propia que a lo sumo parece tener cierta relación formal con el viejo jeroglífico cretense, previo a las escrituras lineales.

3. La escritura egipcia

La que se cree que nació en tercer lugar es la escritura jeroglífica egipcia, también de finales del cuarto milenio antes de Cristo como la sumeria, cuyos orígenes y fecha de inicio son oscuros. Esta escritura, presente en los muros de templos y tumbas y también en fragmentos cerámicos, tiene sin embargo como soporte bastante principal el papiro que dadas las condiciones climáticas egipcias se conserva muy bien. El primer papiro conservado es de inicios de la primera dinastía, en torno al año 3100 a.C. No es este un soporte que se improvise, como se improvisan en un instante los primeros soportes sumerios, en que basta con aplanar en la mano una bola de barro fresco en la que por incisión de cualquier objeto punzante o ramita vegetal se trazan los signos. Una hoja de papiro en cambio es un tejido formado por fibras secas de papiro en dos capas sobrepuestas en diferente sentido, y encoladas, perfectamente alisado y preparado, y se emplean tintas muy elaboradas y cálamos diseñados para ellas. Es decir, hay una tecnología previamente desarrollada en función de la escritura y que requiere experimentación anterior para llegar a esos resultados. Es por eso que todos piensan que la aparición de un primer papiro escrito indica necesariamente una experiencia previa con la escritura bastante anterior a la primera muestra hallada. La escritura también nace con un uso sacro y ceremonial en la sociedad teocrática faraónica y asimismo pasa pronto a otros empleos que en buena parte dependían de la casta sacerdotal. Los iniciales símbolos de tipo figurativo e ideográfico, de una manera rapidísima en Egipto se transforman en fonéticos y en una escritura segmental (representa segmentos fonéticos) ya constatada como tal en el 2750 a.C. y que durará más de tres milenios. Esta refleja el esqueleto consonántico de las palabras e impide conocer claramente las vocales, con signos monoconsonánticos, biconsonánticos y triconsonánticos, que a veces corresponden a palabras enteras y otras a segmentos de palabras, combinados con signos determinativos o aclaratorios de carácter ideográfico. Esta rápida evolución fonética de la escritura, mucho más rápida que en el sumerio, también hace pensar en una larga experimentación previa y un nacimiento de la escritura en Egipto posiblemente bastante anterior al que nos testimonian los primeros hallazgos.

Desde muy pronto, casi desde momentos iniciales, para adaptarse a distintos usos y soportes, el jeroglífico clásico ceremonial, siempre usado después para ciertos empleos sacros, aúlicos y funerarios, dio lugar a una variante estilizada cursiva llamada hierático, y mucho más tarde, hacia el s. VII a.C. origina otra variante llamada demótico (= "popular") que en la vida cotidiana y práctica sustituye del todo al hierático. Este demótico también está relacionado con otra variante hablada de la lengua egipcia. Con la aparición de la escritura copta (coptos se llama a los cristianos egipcios de diferentes sectas) en Egipto en el s. III d.C. (adaptación del alfabeto griego sacada de su variante gráfica uncial) y la vinculación de esta al cristianismo, el demótico sólo quedó como vehículo de la comunidad egipcia no cristiana. Pero como esta fue extinguiéndose por la presión cristiana, el demótico acabó perdiéndose y la escritura general de Egipto fue la copta hasta la invasión árabe en el s. VII d.C. (luego la copta queda sólo como expresión de una minoría cristiana que la emplea hasta el s. XI). La escritura egipcia se extendió por el sur a la Nubia, constituyendo al final allí una de las dos variedades de la escritura llamada meroítica, que es una adaptación del demótico.

4. Escritura del Indo

La cuarta escritura en emerger fue la del valle del Indo, que muchos especialistas no consideran una invención independiente, sino fruto de los contactos de la zona con los sumerios. Pero al menos sí habría que reconocer que sus signos son una creación independiente. Suele considerarse que esta cultura, que hablaba una lengua dravídica que nos resulta desconocida, representada principalmente por los centros de Harappa y Mohenjo-daro, sacó de los sumerios la idea de escribir, pero configuró un sistema de signos propios muy característicos. El signario consta de 50 signos simples sobre los que se pueden formar unos 500 signos complejos por combinación de los simples. El uso de la escritura parece sobre todo sacro y ceremonial, conservada sobre todo en sellos, aunque ninguno de los numerosos intentos de desciframiento ha dado fruto, y ni la podemos leer ni entender. Apareció hacia el 2600 a.C. y entre el 1800 y el 1500 a.C. se extingue completamente.

5. Escritura alfabética.

La quinta escritura en florecer fue la alfabética, y no cabe hablar de sólo una, aunque la versión más triunfante y productiva finalmente fuera la fenicia. Desde aproximadamente el 2000 a.C., en el Próximo Oriente, en concreto en el área de Siria y Palestina se produce un claro esfuerzo por obtener signarios simples, más prácticos y muy efectivos. En esta zona, abierta además al comercio mediterráneo y vieja zona de fricción de imperios como el egipcio y el hitita, se conocían todos los grandes sistemas de escritura de la Antigüedad en el viejo mundo, incluidos los silabarios cretenses. Una de las primeras tendencias que llevan a la simplificación que produce el alfabeto es el intento de eliminación de los numerosos signos ideográficos y determinativos que plagaban aún los grandes sistemas ya ampliamente fonetizados como el de Egipto o el cuneiforme. Así vemos nacer en la ciudad cananea o protofenicia de Biblos hacia el 2000 a.C. un signario de tipo jeroglífico propio que en realidad combina signos comparables a los egipcios y otros de tradición cretense, pero que es un silabario o semisilabario (parte de sus signos son sílabas y parte puras letras consonánticas) que ha eliminado del todo cualquier indicación ideográfica. Los más antiguos documentos ya de un alfabeto fenicio son el fragmento de Abdo (entre los s. XVII-XVI a.C.) , la inscripción de Šapatba'-al (entre los siglos XVI-XV a.C.) y la espátula de Asdrúbal (quizá del s. XIV a.C.). Las inscripciones posteriores al s. XIII a.C. muestran cierta evolución en el signario. Pero casi paralelamente la ciudad-estado de Ugarit ha elaborado poco después del 1500 a.C. un alfabeto propio de 30 signos que son signos cuneiformes a los que ha dotado de un valor alfabético puro, consonántico. Y por último se hallaron también las muestras protosínaiticas de la península del Sinaí que son alfabéticas, más inspiradas en signos egipcios, y datables hacia el 1800 a.C. Este último descubrimiento hizo que en el primer tercio del s. XX muchos se adhirieran a la hipótesis de que estas muestras protosinaíticas, por ser de las más antiguas, serían las primeras predecesoras del alfabeto fenicio, una especie de eslabón perdido, hipótesis hoy totalmente refutada. Lo que concluyen hoy los especialistas es que todas estas áreas fueron una intensa zona de experimentación en la búsqueda de un signario simplificado, con diversas evoluciones paralelas que tienen relaciones y aspectos comunes entre sí y no se puede decir que la escritura alfabética fenicia sea una derivación de la egipcia ni de ninguna otra. Las conclusiones son: 

  1. En la primera mitad del II milenio a.C. surgen en oriente próximo distintas variantes de escrituras alfabéticas, o mejor dicho monoconsonánticas. 
  2. Los diversos grupos y lugares que participaron en su creación conocían el cuneiforme, el jeroglífico egipcio e hitita, los sistemas cretenses Lineal A y B, y en este crisol intercultural se produjeron préstamos de signos. 
  3. A pesar de ciertas semejanzas en signos a otros sistemas, el uso difiere totalmente y el principio se basa exclusivamente en la reproducción fonográfica de la lengua, sin signos anejos a la manera en que lo hacían los silabarios cretenses, sólo que únicamente consonánticos, sonidos individuales. 
  4. Se produce inmediatamente como consecuencia una reducción enorme del signario, bien visible, gran ventaja para la expansión del sistema. 
  5. Se descarta del todo una invención individual . Es resultado de la experimentación de distintos grupos y en cierto modo se puede considerar un logro autónomo, aunque obviamente basado ya en una larga tradición escrituraria.

El alfabeto fenicio, que es el que tendría verdadera expansión y difusión, tiene signos comparables a los egipcios, otros muchos semejantes a los cretenses del lineal, alguno que otro comparable a signos cuneiformes y otros que hoy se creen innovación propia en que todo parecido remoto es forzado o casual , pero todos son funcionalmente distintos a sus posibles modelos. No hay representación de vocales, sino sólo de consonantes.

5.1. La expansión del alfabeto a Occidente.

Los fenicios eran grandes comerciantes. Tras la caída de las culturas minoica y micénica que tenían fuerte presencia en el Mediterráneo oriental y acabada la etapa de inseguridad marítima que supuso la presencia de los llamados Pueblos del Mar que hasta el s. XII a.C.estuvieron presentes hasta asentarse en diversos lugares, el Mediterráneo sin un poder fuerte supuso para ellos desde el s. XI a.C. una vía libre de comercio hacia zonas que podían proporcionarles materias primas como maderas, pieles y sobre todo metales. En el Mediterráneo no van a tener competidores fuertes hasta que los griegos se lancen también al comercio marítimo y la fundación de colonias, pero esto no sucede hasta el s. VIII a.C. Con la expansión comercial a occidente que conllevó la fundación de colonias hasta en el sur de la península Ibérica, el alfabeto fenicio se extendió al Mediterráneo y a Europa, siendo sin duda la primera adaptación la que se produce en Creta hacia el s. XI a.C. En las pequeñas islas del Egeo y costas de Anatolia hay indicios de primeras adaptaciones diversas desde fines del s. IX a.C. y sobre todo el s. VIII, adaptaciones que acaban apareciendo en la Grecia continental y en las colonias griegas suditálicas que empiezan a fundarse a partir del s. VIII. Son sobre todo adaptaciones de gentes griegas que ya introducen los signos vocálicos y que se manifiestan en la epigrafía. El alfabeto griego acaba tipificándose bien con la reforma que en el 403 a.C. generaliza la variante jónico-ática en que ya se pasará por escrito casi toda la literatura griega. Del alfabeto griego derivará después la escritura copta de Egipto y en la Edad Media el alfabeto cirílico que emplean hasta hoy mayoritariamente los pueblos eslavos.

También los etruscos, pueblo del centro de Italia formado por la fusión de gentes locales y oleadas migratorias de oriente desde el s. XII a.C., parece que aprenden en la isla egea de Lemnos una variante adaptada del alfabeto llamada prototirrénica que hacia el s.IX a.C. llevan al centro de Italia configurando el alfabeto etrusco. Este, hacia el 600 a.C., ha pasado ya a los romanos, quienes lo adaptan en un tiempo introduciendo variaciones acordes con su lengua y generando así el alfabeto latino, adoptado después por todo el territorio dominado por Roma y que es hoy el alfabeto más empleado en el mundo. Pero asimismo el alfabeto fenicio da lugar a la variante adaptada de los púnicos o cartagineses (Cartago es una antigua colonia fenicia del norte de África), a la escritura numídica norteafricana que luego evoluciona y genera la escritura bereber, y también a las escrituras prerromanas de la península Ibérica, desaparecidas ante la generalización del latín y del alfabeto latino. Estas son la escritura tartésica del sudoeste, mal datada, pero que podría tener su inicio hacia el s. VII a.C., la escritura ibérica (con muestras del s. V al s.II a.C.) de toda la franja oriental mediterránea y la escritura celtibérica, adaptación de la ibérica a lengua céltica que quizá pudo hacerse en el s.III a.C. y cuyas muestras son sobre todo del s. II y I a.C. Como curiosidad hay que decir que la escritura ibérica es un semisilabario: una parte de sus signos son alfabéticos de origen fenicio y otra parte son silábicos, lo que puede responder a una antiquísima tradición mediterránea previa que vemos bien representada en los silabarios cretenses. Tiene dos variantes, la norte y la sur, y en la norteña se ve la notoria influencia de la adaptación griega del alfabeto usada por las colonias griegas de Massilia y Ampurias. Los signos se leen pero la lengua ibérica preindoeuropea que reflejan no se entiende salvo raras palabras interpretadas, en cambio la escritura celtibérica se lee y se entiende por reflejar una variante del celta, lengua indoeuropea.

5.2. La expansión del alfabeto por Asia menor y Oriente.

El alfabeto fenicio se extiende también por Asia Menor y el resto de Asia hasta la India. La primera adaptación es la de las escrituras arameas (diversas variantes), constatada desde el s. IX a.C. Es el alfabeto arameo, de importancia capital, el que realmente trasmite masivamente a oriente la nueva técnica alfabética. El alfabeto arameo dará lugar a la escritura cuadrada hebrea, a la nabatea (los nabateos son un pueblo de la Antigüedad situado al sudeste de Palestina y hacia Arabia, por la actual Jordania), a la siríaca y a la palmirena (de la importante ciudad siria de Palmira). Las variedades siríacas como la siríaca occidental, que dio lugar a la nestoriana, fueron llevadas en el s. VIII d.C. a China por misioneros. Esta asimismo generó la escritura manchú y la escritura de los mandeos. La escritura maniquea, la sogdiana, la uigur, y las escrituras mongólicas, todas centroasiáticas, también son derivadas del alfabeto arameo. Algunas de estas formas de escritura perviven hasta hoy con un uso ritual.

En cuanto a la escritura hebrea que es hoy el rasgo identitario de Israel, hay que decir que los hebreos en origen tenían una variante propia alfabética que no era la fenicia, sino uno de los distintos desarrollos alfabéticos paralelos de los que hablamos que se gestaron en la zona, que se llama paleohebrea, y de cuyas escasas muestras las más antiguas corresponden al s. IX a.C. Pero sobre todo con la cautividad de Babilonia los hebreos asumen el arameo como lengua de habla hacia el s. V a.C.(el arameo se había convertido en una koiné que abarcaba ya la Mesopotamia) y con ello adoptan la escritura aramea abandonando del todo la arcaica propia a mediados del s. V a.C. Sobre esta escritura aramea practican en breve tiempo una peculiar estilización dando forma cuadrada a sus signos. De la abandonada escritura paleohebrea surgió en cambio la escritura samaritana. El alfabeto hebreo cuadrado fue empleado también por los jázaros, un pueblo turco judaizado en la religión que en el s. VII d.C. formó un amplio estado entre el Mar Negro y el Caspio, y que es el origen de los posteriores judíos centroeuropeos.

De una variante sur del alfabeto nabateo procede el alfabeto árabe, identitario de la lengua árabe y la cultura musulmana y con muchos millones de usuarios hasta hoy, cuyas muestras más antiguas no las hallamos antes del s. VI d.C., con su primitiva variante epigráfica (cúfico) y su variante cursiva, que se caracteriza por haber desarrollado los rasgos caligráficos de las letras con nexos, letras que adoptan diversas formas según su ligazón y su posición en las palabras.

Pero en Arabia había otras adaptaciones alfabéticas que fueron barridas por la expansión de la árabe: las escrituras nordarábigas (como la tamúdica y la safaítica) y sudarábigas (como la sabea, y fuera de Arabia, en el África frontera, la abisinia antigua o etiópica). La abisinia antigua procede de la sabea y aparece configurada hacia 350 d.C., habiendo incorporado las vocales por la cristianización, y generará la etiópica moderna que ha sido empleada para escribir la lengua amárica hasta época contemporánea. Los especialistas piensan por ciertos indicios que estas escrituras nordarábigas y sudarábigas pudieron originarse no en el alfabeto fenicio, sino a partir de la antigua variante protosinaítica.

En la Persia Aqueménida (desde 350 a.C.) ciertas administraciones territoriales empleaban el arameo como lengua administrativa y la versión alfabética aramea, que combinaban aún con un cuneiforme en otras zonas. Esta versión alfabética originó desde el s. III a.C. una forma propia llamada alfabeto pahleví o pelheví usado por partos y sasánidas para la lengua persa así llamada. Por la extensión del imperio persa hasta la India, una de las variantes de este alfabeto generó el alfabeto avéstico, que anota las vocales, frente al pahleví que no lo hacía. El alfabeto avéstico, junto con el griego, etrusco, latino , etiópico y algunos otros, pertenece a la categoría de los alfabetos completos que introducen la notación de las vocales.

El alfabeto arameo da lugar también en la India al alfabeto carosti hacia el s. IV a.C. Allí nace asimismo en época parecida el alfabeto o escritura brahmí de un alfabeto semítico que no se puede asegurar que sea el arameo. Por último hacia el s. IV d. C. surgen los alfabetos armenio y georgiano, como consecuencia de la cristianización de Armenia y Georgia, de los que se discute si su modelo remoto pudo ser el alfabeto griego o el pelheví, pero que parece que sobre la idea del alfabeto llevada pudieron crear más bien signos propios.

Finalmente, hay un caso de creación autónoma de un alfabeto, es el alfabeto hangul de Corea, del s. XV d. C. Aunque allí se había extendido la escritura china, tenía graves problemas de adaptación a la lengua coreana. Por eso, y sin duda conociendo los principios de los alfabetos occidentales, se decide configurar un signario alfabético de 40 signos, creación autónoma aunque influida por los signos chinos, que alternó muchos siglos con la logográfica china. En el s. XX toda la literatura coreana se escribió en hangul.

6. La escritura china.

La sexta en nacer fue la escritura china, aparecida en el s. XIII a.C. durante la dinastía Shang, vinculada a un uso mágico-religioso oracular. Surgen las primeras inscripciones en montones de fragmentos de huesos y caparazones de tortuga hallados en Yin (muchos fueron destruidos en el s. XIX por los propios chinos, que los llamaban "huesos de dragón" y empleaban su polvo en la medicina tradicional). Los sacerdotes, primeros depositarios de esta escritura, empleaban estos huesos para la adivinación religiosa, sometiéndolos a contacto con un objeto caliente y adivinando según las fisuras que se formaban. Inscribían una breve pregunta y una respuesta, o un mero signo de si la consulta había sido favorable. La escapulomancia, que es el nombre de esta práctica, se mantuvo después en épocas mucho más tardías en Japón y en Siberia. A partir de este uso primigenio tan simple se desarrolló hacia el s. VII a.C. un sistema de escritura para todo el país que recogía sólo un porcentaje limitado de los signos mágicos Shang y creó muchos nuevos signos. Los signos chinos primitivos son pictográficos y muy naturalistas, y durante muchos siglos no cambiaron, hasta que empezaron a estilizarse y a no ser reconocibles, conservando siempre su valor logográfico de fuerte carácter ideográfico mantenido hasta hoy, si bien su catálogo de signos ha sufrido numerosas transformaciones en el tiempo, así como los estilos de la escritura debidos a los diferentes soportes. Su primera estandarización se produjo en la dinastía Qin en el s. III a.C. En el s. IV d.C. hay una nueva regularización conocida como "la escritura modelo". Siendo el chino un sistema básicamente ideográfico, los chinos tienen problemas para transcribir nombres propios extranjeros (geográficos, antropónimos…) en su sistema, pues en principio carecen de significado que es lo que ellos reflejan en la escritura principalmente: así lo que hacen es alterar esos nombres para dotarlos de un significado en chino y poderlos representar.

El sistema chino, dentro del inmenso conjunto de territorios y etnias chinas, configuró también algunos subsistemas de escritura propios de determinadas etnias, y asimismo se exportó a Corea, Japón y países de Indochina. Fue en esa exportación cuando se crearon adaptaciones propias de esa escritura, ya con un valor fonético y no ideográfico o logográfico. Principalmente en Japón se obtuvieron tres sistemas de los signos chinos, el hiragana y el katakana (ambos silábicos) y el kanji (más próximo formalmente al chino) y la forma de escritura japonesa actual es una combinación de los tres.

7. La escritura olmeca.

La séptima y última de las escrituras antiguas en nacer por su cuenta fue la olmeca en América, en territorio del actual México, con un valor originario mítico-cultual, que se configura en un periodo comprendido entre el año 1000 y el 500 a.C. y sus últimas muestras llegan hasta el s. I a.C. En concreto la más antigua de las estelas que muestran una protoescritura de signos figurativos (el bloque de Cascajal) se ha datado como mucho en el año 900 a.C., pero ni esa ni las datadas en torno al 500 tienen una cronología segura y se han de tomar como una fecha posible o aproximativa. La mayoría son hallazgos descontextualizados y por eso lo que podemos afirmar es que la escritura olmeca nació en fecha insegura, necesariamente posterior al año 1000 a.C. y que con seguridad en el 500 a.C. ya estaba bien configurada. Las muestras datadas con total fiabilidad científica pertenecen a la fase final de decadencia total de la cultura olmeca y son del s. I a.C. La escritura olmeca da lugar a la variante epiolmeca o istmiana. Se considera que la escritura olmeca es la que genera por su influencia todos los ámbitos de escritura de México y Mesoamérica en su época clásica, que principalmente son:

  1. La escritura jeroglífica maya, que es la más elaborada, cuyos primeros testimonios aparecen en el s. III a.C. y presenta abundantes y largas muestras y testimonios en soportes duros sobre todo, hasta el s. XII d.C. más o menos. Su signario es de formas logográficas y se completa con toda una serie de signos de carácter fonético, seguramente silábicos.
  2. La escritura de los zapotecas en el sur de México (Monte Albán principalmente)
  3. La escritura teotihuacana, que es la que está menos estudiada y peor datada de todas.

Por último aparece además la escritura de los aztecas o mexicas, la más reciente, inspirada al parecer en las anteriormente citadas, pero sobre todo en formas teotihuacanas. Empieza a nacer a finales del s. XIII d.C. o inicios del XIV, caracterizada por unos pictogramas mucho más naturalistas que los signos mayas u otros. Se trata de una escritura que estaba en fase precoz y poco fonetizada, y que hubiera seguramente evolucionado de no ser porque fue interrumpida y abandonada tras la conquista española. Sus muestras se dan sobre soporte duro y de sus códices y libros plegables (cuyos escasos restos son copias del s. XVI), en general destruidos en función de una cristianización forzosa, sólo algunos realmente eran portadores de auténtica escritura, según alguna escasa copia tardía del s. XVI.

La siguiente tabla cronológica muestra la fecha de nacimiento de las más conocidas escrituras en los diversos continentes. Quedan resaltadas en mayúscula y negrita los sistemas originarios de invención autónoma.

 

CRONOLOGÍA

 

EUROPA

ASIA OCCIDENTAL Y CENTRAL

 

ÁFRICA

ASIA EXTREMO-ORIENTAL

 

AMÉRICA

Hacia 5500 a.C.

ESCRITURA DE VINČA

 

 

 

 

Entre 3500 y 3000 a.C.

 

ESCRITURA SUMERIA

JEROGLÍFICO EGIPCIO

 

 

Hacia 2600 a.C.

Jeroglífico cretense

-Cuneiforme sumerio

-ESCRITURA DEL INDO

Jeroglífico egipcio hierático

 

 

Hacia 2000 a.C.

Lineal A cretense

-Escritura de Biblos

-Jeroglífico hitita

 

 

 

Hacia 1800 a.C.

 

Alfabeto protosinaítico

 

 

 

Entre 1600-1400 a. C

 

-ALFABETO FENICIO

-Alfabeto de Ugarit

 

 

 

Hacia 1550 a.C.

Lineal B creto-micénico

Jeroglífico hitita

 

 

 

Hacia 1250 a.C

 

Configuración clásica del alfabeto fenicio

 

PRIMERA ESCRITURA CHINA

 

Entre 1100-1000 a.C.

Silabario Chipriota

Alfabeto arameo

 

 

 

Entre 1000 y 500 a.C.

-Alfabeto griego

-Alfabeto latino

Expansión del alfabeto arameo y primeros alfabetos derivados

-Escritura demótica egipcia

- Alfabeto púnico

Configuración y extensión de la escritura china a todo el país

ESCRITURA OLMECA

Entre 500-300 a.C

-Alfabetos hispanos: tartésico, ibérico y celtibérico

-Alfabeto hebreo

-Alfabetos de la India

-Alfabeto numídico

Primera normalización de la escritura china

-Escritura maya

-Escritura zapoteca (?)

Entre inicios de la era y 500 d.C.

 

Muy diversas adaptaciones alfabéticas asiáticas

-Alfabeto copto

-Escritura abisinia antigua

Segunda normalización de la escritura china

-Escritura epiolmeca

-Escritura teotihuacana

Entre 500 y 600 d.C.

 

Alfabeto árabe

 

Escrituras coreana  y japonesa

 

Hacia 1300 d.C.

 

 

 

 

Escritura azteca o mexica


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