Expresiones: Echar margaritas a los cerdos

Echar margaritas a los cerdos

“Echar margaritas a los cerdos”, o a los puercos, es una frase que viene a indicar el hecho inútil de proporcionar excelentes cosas a quien jamás va a saber apreciarlas, por ejemplo esforzadas y magníficas explicaciones a quien no tiene ni media neurona o la más mínima formación para entender, o grandes obras de arte a quien no sabe siquiera lo que es el arte, etc. Pero para entender esa frase hay que saber latín, pues con ella no nos referimos a esas flores que se deshojan y que llamamos margaritas, sino a las perlas: una perla en latín se llama margarita, y aún hoy la palabra margarita tiene esa acepción aunque desusada y desconocida para la mayoría. Y es que la frase está basada en el latín de la Vulgata, en concreto en el versículo 6 del capítulo 7 del Evangelio según Mateo, que dice:

nolite dare sanctum canibus neque mittatis margaritas vestras ante porcos ne forte conculcent eas pedibus suis et conversi disrumpant vos

Es decir: 

“no deis lo sagrado a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que vayan a pisotearlas con sus patas y vueltos hacia vosotros os despedacen”.

La metáfora de la perla como algo muy valioso que jamás podrá apreciar un bruto ignorante o zafio, que sólo tenga instintos animales, es bastante más antigua que el Evangelio. Podemos encontrarla por ejemplo en la conocida fábula de Fedro “El pollo y la perla” (Libro III, fáb. 11), que dice así:

 In sterquilino pullus gallinaceus
dum quaerit escam, margaritam reperit.
Iaces indigno quanta res-inquit-loco!
O, si quis pretii cupidus vidisset tui
olim redisses ad splendorem maximum!
Ego, qui te inveni, potior cui multo est cibus,
nec tibi prodesse, nec mihi quidquam potest.
Hoc illis narro, qui me non intellegunt.

Es decir: 

“Un polluelo de gallina, buscando alimento en un estercolero,
encontró una perla.
¡En qué lugar indigno yaces, dijo, cosa tan valiosa!
Oh, si te hubiera visto alguien deseoso de tu valor,
habrías vuelto enseguida a tu antiguo máximo esplendor.
Pero como te encontré yo, para quien es mucho más importante la comida,
ni a ti ni a mí puede servirnos de algo el hallazgo. “
Y el verso final que es la moraleja dice:
Esto lo narro para aquellos que no me entienden”.

-Gracias: Helena

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