Expresiones: Dar de cuerpo

Dar de(l) cuerpo / Hacer de cuerpo / Ir de cuerpo (o vientre)

¿Cúal mejor y por qué?

Pocas expresiones más utilizadas y a la vez más carentes de aparente lógica que las anteriores, para aludir a una acción cotidiana que ha desafiado la imaginación popular en distintas lenguas y países, por lo que a la proliferación de eufemismos se refiere.  A su origen nada claro (no hay rastro convincente en toda la red, que yo sepa) contribuye el hecho de que, en toda la Romania, encontramos tal expresión solo en lengua española e italiana:

“dar de(l) cuerpo”, español de España (recogida en el DRAE);

“hacer de(l) vientre”, español de España (recogida en el DRAE);

“ir de cuerpo (o vientre)”, español de Argentina (no recogida en el DRAE);

“andare di corpo” (= ir de cuerpo), lengua italiana (enciclopedia Treccani).

Ningún asomo de equivalencias en francés, portugués, catalán, rumano, etc. construidas sobre la misma base; nada que se le parezca siquiera.

La versión híbrida “hacer de cuerpo” no se recoge en el Diccionario de la Academia, aunque me resulta de uso tan extendido como su equivalente con “vientre”.

Ateniéndonos solo a los verbos, sin el sintagma “de cuerpo/vientre” encontramos que:

“hacer” tr. 34  Expeler los excrementos o la orina.  Hacer caca, pis. (DRAE).

“ir” prnl. 37  Dicho de una persona: ventosear o hacer sus necesidades involuntariamente. (DRAE).

Ahora bien, que “hacer” pueda presentar tal acepción no es de extrañar (ni qué decir tiene si acompañado de caca o pis) si se recuerda que es sinómino de “obrar” (lat. operare), del que recoge el DRAE: 5. Intr. Evacuar el vientre, defecar; aunque este “obrar” (que usaban sobre todo nuestras abuelas) no necesita, a diferencia de “hacer”, complemento directo para ser entendido con la acepción de que nos ocupamos.

Cabe preguntarse en este punto por qué solo en español e italiano han surgido tales expresiones y el por qué de verbos tan dispares (hacer, dar, ir) acompañando fielmente todos ellos a “… de cuerpo”.  Suponer hace a priori orígenes separados el hecho de que construcciones equivalentes en su significado empleen, por un lado, “hacer” y “dar” (tal vez los dos verbos más transitivos con que pueda contar toda lengua) y por otro “ir” y “andare” (= ir en italiano) verbo absolutamente intransitivo y de movimiento, empleado en este caso para una acción totalmente sedentaria, por propia prerrogativa.

Respecto a “dar/hacer de cuerpo”, pensar que la transitividad del verbo esté justificada por un complemento directo implícito (excrementos, heces) no parece sino el desesperado tentativo de la cuadratura del círculo, defender que así sea porque es así, habida cuenta de que “ir de cuerpo” tiene idéntico significado y es del todo intransitivo.  Creer que el bon ton obliga a silenciar un acusativo cualquiera de naturaleza escatológica resulta, a mi parecer, forzado.  Como veremos a continuación, tampoco es tan descontado cuál deba ser en origen el sujeto de la frase, si la persona obrante (vox selecta ad hoc) o los residuos corporales, aunque en la actualidad todas ellas se refieran al primero.  Para ir acercándonos a la cuestión, quizá convenga recordar qué entendían los latinos por “excrementos”.  Con ellos se referían a sustancias, humores y fluidos, generados por el cuerpo y sobrantes al/del mismo, destinados por ello a ser “puestos aparte, separados, desechados” (Cfr. excremento EdC., del latín excernere = mantener aparte).  Buena muestra de ello la encontramos en uno de los varios consejos que Don Quijote regala a Sancho Panza antes de aceptar su gobierno, cuando le aconseja que se corte las uñas, esos “excrementos del cuerpo”.  (Dicho sea de paso, le recuerda también la importancia de la gramática, porque “los que gobiernan ínsulas por lo menos han de saber gramática”).  Aclarado este punto, observemos ahora cuáles son los verbos presentes en la literatura latina de medicina y anatomía para referirse a los desechos o fluidos corporales cuando abandonan (se mantienen aparte) el “de corpore”.

Los separaremos en dos grupos.  En el primero de ellos el sujeto gramatical es la persona que, de alguna manera, se deshace de ellos.  En el segundo, en cambio, el sujeto es la sustancia eliminada.

Sujeto gramatical la persona: iacere (lanzar, arrojar), de donde provienen eyacular, proyecto, adjetivo… (Cfr. EdC); mittere (enviar), de donde tenemos emitir, dimitir, meter, emisión… (Cfr. EdC).; expellere (expulsar).

Ej. “bilem expello” = hago evacuar la bilis;

“iacere proprio de corpore odorem” = emanar un olor corporal;

“… et iacere umorem in corpus de corpore ductum;” = e introducir en ese cuerpo el humor proveniente del cuerpo  (De Rerum Natura. Lucrecio).

De este iacere, del que proviene “eyacular”, nace por equívoco y asonancia una de las expresiones que tratamos.  Iacere (…) de corpore, en una época en la que la F inicial latina de fare ya ha pasado a h muda (facere► fazer ► hacer) y en el que todavía la -i- inicial de iacere no se ha palatalizado en -y-, es más que propable que “iacer de cuerpo” (expulsar del cuerpo) se pudiese confundir con “hacer de cuerpo”, habiéndose perdido ya de vista el significado original de iacere, que sobrevive fundamentalmente en cultismos poco transparentes (la lengua española no desarrolla un “gettare” como el italiano o un “jeter” francés, prefiriendo en su lugar verbos como “lanzar, arrojar, tirar”).  El origen pues estaría en la interpretación de un iacer(e)  como hacer, habida cuenta de la similitud, no solo del infinitivo, sino también del presente mismo:

yago (►yazco, yazgo) yaces, yace, yacemos, yacéis, yacen (pronunciados: iago, iaces, iace…)… de cuerpo.

Hago, haces, hace, hacemos, hacéis, hacen … de cuerpo.

O quizá porque iacer se asocia ya en este momento, no con el significado latino de “lanzar, arrojar”, sino con el de estar tendido o echado en un lugar (yace en esta losa fría… -epitafios-).

Claramente, en el caso de eyacular no es necesario “de cuerpo” porque ya está presente el prefijo e- (e-iaculari = expulsar de o desde).

La -i- inicial no palatizada, es decir con sonido aún vocálico o semivocálico, ha podido verse favorecida incluso por un fenómeno de fonética sintáctica, derivado de la existencia de la -y- como conjunción copulativa, en frases del tipo: “debo apartarme, iacer de cuerpo” (y hacer de cuerpo).  Casos menos probables de este tipo se encuentran en la historia de la lengua (sin mencionar la reacción de aquella pescadera que cierto día se me enfadó, solo porque le dije: “póngame boquerones y japuta”).

Abordemos ahora el segundo tipo de verbos en latín donde el sujeto gramatical es el fluido o sustancia que se separa “de corpore”.  Los más recurrentes son: (e)manare, (emanar) fugere (huir, escapar), exire (salir).

Ej. “prauitatem in corpore, quam fugiunt” = … en el cuerpo, que escapan.

“Ex toto corpore manant” = emanan de todo el cuerpo.

“… vel tertia die a corpore exire” = salir del cuerpo al tercer día.

“… vel retinentur in corpore, vel exeunt” = o retenidos en el cuerpo, o salen.

“malum omne a corpore exire” = todo malo para salir del cuerpo (De morbis Cutaneis, et Omnibus Corporis Humani Excrementis Tractatus, Hieronymus Mercuriale, 1625).

Y bien, es en este a corpore exire (salir del cuerpo) donde estaría la madre del cordero.  El verbo ex-ire (= ir de/desde) es un compuesto del verbo eo, is, ire, ivi, itum, que da en español nuestro actual ir.  De él proviene la palabra éxito, en italiano esito (=resultado), en inglés exit (salida), por ejemplo.  Incluso en las obras teatrales de Shakespeare (Siglo de Oro) encontramos entre paréntesis exeunt (exeunt) para indicar que los personajes salen de la escena.

Con el inicio de la pérdida de la flexión nominal latina, la desaparición de los casos, se pasaría de un “a corpore exire” (vulgar: esire) a un “de corpore ire”, en el que la preposición de, que indica proveniencia, excluye por redundancia el prefijo ex de (es)ire.  En este sentido, el verbo exire (salir), intransitivo, calza perfectamente con la cuarta entrada del DRAE: salir 4. Intr. Libertarse, desembarazarse de algo que ocupa o molesta.

Así las cosas, el “de corpore ire” ► Ir de cuerpo, no hace referencia a la persona, sino a lo expulsado.  Para llegar hasta el uso actual, a la construcción le basta solo sufrir un fenómeno de metonimia (o transferencia de agente) que no es inusual en lingüística.  “A corpore exitum est” ► “De corpore (es)itum est” ► “ha (sal)ido de cuerpo”. 

El pasaje del desecho al autor del acto constituye un transfer de persona como sujeto gramatical que no es nuevo en gramática.  Por citar solo algunos ejemplos: decimos de una mujer que “da a luz un hijo” (sujeto la mujer), cuando en latín el hijo es a veces el sujeto pasivo o paciente de la frase, o la misma luz: “Quare misero data est lux et vita his…?” = ¿Para qué dar la luz a un desdichado…?  “filium est paritura” = dar a luz a un hijo.  La paradoja de todo nacimiento es que nos ve absolutos protagonistas pasivos del acto.  Bien decía Leopoldo Alas Clarín: “me nacieron en Zamora”.  Idéntica transferencia de persona se encuentra en frases como: “en esa iglesia me bauticé/me casé” (sujeto yo, agente el cura), “en esa peluquería me he cortado el pelo” (sujeto yo, agente el peluquero), “me he criado en ese barrio” (sujeto yo, agente mis padres), “el pan engorda” (sujeto el pan, engordamos nosotros), “me he operado de estómago” (sujeto yo, agente el cirujano), “me llamo Antonio” (sujeto yo, me llaman los otros).  Para este último caso, recuerdo que hacen bien los rusos en decir: “me llaman” para presentarse, en lugar de me llamo.  Acertado andaba también nuestro pícaro: “pues sepa Vuestra Merced que a mí llaman Lázaro…”. 

“He ido de cuerpo” en lugar de “es ido del cuerpo”, no deja de ser otra mera transposición de sujetos.

Ese “ex-ire”, ese “ir fuera” es el momento sucesivo y culminante de un “trans-ire” que aún se llama “tránsito” intestinal, del latín “trans-ire” (recorrer, transitar), en el que a claras luces el sujeto es la materia que transita, no el sujeto que alberga el proceso.

Quedaría por último hipotizar sobre el “dar de cuerpo”, reconocido por la Academia y para el que lo explicado hasta ahora no ayuda.  En este caso no parece descabellado achacar la deuda a la lengua italiana, para la que el equivalente de “ir de cuerpo” es “andare di corpo”.  En la primera mitad del siglo XIII el italiano abandona el verbo ir en favor de andare.  Sobrevive ire solo en infinitivo y en participio en algunos usos regionales, y es asimismo rastreable en lengua antigua y en el uso poético (Dante, Petrarca, Ariosto, Foscolo, Carducci).

Un actual compuesto de ir es, precisamente, el verbo salir en italiano (“uscire”, arcaico escire -de lat. exire).

Es probable que este “andar di corpo” italiano haya pasado a la lengua española en una época en la que andar, a diferencia del actual significado italiano de ir, ya gozaba del pleno significado de “caminar, deambular”, su significado actual, motivo por el que se haya podido retener absurdo un “andar de cuerpo” para una acción marcadamente sedentaria y, por este motivo, la lengua española lo haya transformado en el actual “dar de cuerpo”.  Más absurdo me parece, en todo caso, tomar el verbo dar en sentido literal y buscarle un complemento directo e indirecto a la “defecatio matutina o vespertina”, por cuanto generosa pueda resultar en ocasiones.

Si cuanto lo dicho hasta aquí no pudiera oltrepasar el rango de dura y pura especulación, espero al menos pueda servir de ligero alivio a alguno que de ello gustase mientras estuviera haciendo, dando o yendo de… bueno, ustedes ya saben.

-Gracias: Rafael Martínez Rubio

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