La palabra tecnicismo es un neologismo a partir de técnico, del latín technicus y este del griego technikós, derivado a su vez de téchne (técnica, arte), y con el sufijo -ismo (de origen griego -ismos). El vocablo comparte raíz pues con todas las palabras que llevan la raíz griega del vocablo téchne.
En lingüística llamamos tecnicismo a todo vocablo que es propio del lenguaje específico de una rama de la ciencia, técnica o conocimiento profesional y no tiene un uso habitual fuera de él. Generalmente además, la mayoría de los tecnicismos son vocablos cultos y no patrimoniales. Pero sobre todo, los tecnicismos son muchas veces neologismos.
Analicemos qué quiere decir eso. Hay tecnicismos muy antiguos. Baste algún ejemplo: los términos "plebiscito" o "usucapión", propios del lenguaje jurídico-político romano, o el tecnicismo médico de origen griego "entérico" (relativo al intestino). Esto se debe a que muchas ciencias, ramas del conocimiento, etc., tienen un desarrollo originario muy antiguo, entre los romanos o entre los griegos. Sin embargo, si algo caracteriza a las ciencias o los saberes, es, sobre todo desde el Renacimiento, su constante desarrollo e innovación. Hay que nombrar nuevas realidades definidas y eso es y ha sido fuente de constante creación léxica.
Así que el campo del tecnicismo es el campo preferente del neologismo o "palabra de nueva creación". En esos casos siempre se recurre a las lenguas clásicas por su riqueza y versatilidad de sus raíces. Vengan o no vengan incluso hoy nuevos tecnicismos a través del inglés, prácticamente siempre vienen de una lengua clásica. Así a partir del latín se denominó al "ferrocarril" (carril de hierro) o al "frigorífico" (hacedor de frío) y del mismo modo a la técnica que llamamos "informática" (del latín informare) o la computación (del latín computatio). Son neologismos (estos últimos de raíz patrimonial) en tanto en cuanto son viejas palabras con nuevos significados, o nuevas palabras antes inexistentes, fabricadas a partir de vocablos existentes en las lenguas clásicas.
Según la tradición creada en cada rama del saber se recurre más a una lengua clásica u otra. En algunos campos como la biología se recurre mucho al latín y en parte al griego. En el campo de la medicina, como ya la medicina hipocrática creó una fuerte tradición de tecnicismo médico, se recurre preferentemente al griego.
Estos vocablos son compuestos y son a modo de un calco en latín o en griego de lo que sería una frase descriptiva de la lengua moderna. Por ejemplo, del latín "foraminífero" (ser portador de un orificio) o "inmunoglobulina" (sustancia o materia de los glóbulos que interviene en la inmunidad).
En griego sucede lo siguiente. Hay en la lengua vocablos griegos antiguos, prestados al latín y llegados a nosotros a través del latín, pero son pocos, sobre todo comparados con el grueso del vocabulario latino, ya que nuestra lengua es latina. Es en el campo del neologismo técnico donde más abundan los vocablos de raíces griegas que tenemos, de modo que la gran mayoría de aquellas palabras en las que podemos ver hoy un origen griego son palabras artificiales modernas que tal cual jamás existieron en griego clásico, pero que se forman por combinación de las raíces del griego clásico.
Veamos unos ejemplos. Del griego zeúgnymi (uncir con un yugo, unir) sólo nos llegó una palabra que es zeugma (lo que sirve para unir), un viejo tecnicismo de la retórica que los gramáticos y retóricos latinos trasmitieron. Sin embargo de la palabra relacionada zygón (yugo) tenemos bastantes términos de creación moderna como zigomorfo, cigoma o cigomicético, o de zygotós, tenemos cigoto, o cigosis. Es evidente que los griegos nunca conocieron un cigoto (primer estadio de un embrión, célula producida por la unión de un óvulo y un espermatozoide), pues ignoraban siquiera que dos células, la masculina y la femenina se unieran en la fecundación, y creían que cada hijo sólo era producto de la "semilla" del varón y la hembra sólo aportaba un lecho para que esta se desarrollara, de modo que aunque existiera la palabra nunca tuvo tal sentido. Pero la inmensa mayoría de estas palabras ni siquiera existieron: los griegos nunca tuvieron un término como "queratoplastia", operación que modifica la forma (plastia) de la córnea (keras, keratos) para corregir la miopía, aunque si tuvieran keras y el verbo plásso.
El hecho de que la mayoría de los helenismos sean técnicos y por tanto de nueva o novísima creación no debe ser motivo de desdoro para el griego, sino todo lo contrario. Significa que es una lengua clásica y de alta consideración cultural, tanto como para basar en ella la creación de muchas nuevas palabras.
La plasticidad de nuestras lenguas clásicas es tal que hasta formamos una gran cantidad de compuestos artificiales híbridos entre el latín y el griego, como por decir unos ejemplos, luminotecnia (del latín lumen, fuente de luz, y del griego techne), calciotermia (del latín calcium, calcio, y del griego thermós, caliente) o radioterapia (del latín radium, rayo, y del griego therapeia, tratamiento). En cierto modo todos estos compuestos artificiales son a modo de calcos a partir frases modernas practicados en el acervo léxico de lenguas más antiguas que las hacen estar plenamente vivas.
- Gracias: Helena
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