La palabra solio se refiere a un trono, y viene del latín solium (asiento o sillón principal, trono). Este vocablo latino, con un sufijo -ium de efecto o resultado, contiene la variante en grado o (*sod-) de la raíz indoeuropea *sed-, vinculada a la idea de sentarse y cuya forma prístina donde mejor se conserva es en latín. En solium vemos el paso de la d a l, idéntico al de odor/olor, que se da en latín en formas dialectales o procedentes de otras hablas itálicas antiguas vecinas o conviventes con el latín primitivo.
A esta raíz se vinculan en latín dos verbos relacionados, uno es sedēre (estar sentado o aposentado) y el otro sobre sidĕre (sentarse, situarse), que a su vez generan en latín una inmensa familia de derivados y prefijados. De todas estas palabras latinas proceden vocablos nuestros como sedente, sedentario, sedimento, sentar, sesión, sosegar, asesor, asiduo, asedio, desidia, deseo, disidente, insidia, obsesión, poseer, presidir, residir, residuo, sisar, subsidio, silla y un largo etcétera. Su raíz es compartida por otro verbo latino que es sedare (calmar, apaciguar, en origen hacer que uno se siente), de donde sedar, sedante y sede.
- Gracias: Helena
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