La palabra protoplasma, en su acepción biológica, proviene de dos elementos léxicos griegos: πρῶτος (prōtos, 'primero en el tiempo, original, primitivo'), más πλάσμα (plásma, 'algo moldeado o formado, también forma, figura'). Literalmente entonces se interpreta como: "lo que fue formado (plásma) primero (prōtos), algo así como la vida más primitiva".
A la raíz indoeuropea *pro- (anterior, el principio) se le asocia con el término prōtos, que forma parte de numerosas palabras, siempre con el significado de 'primero, lo más antigüo', entre las que podemos citar: protohistoria (la más primitiva historia); protovertebrado (vertebrado primitivo); protocerebro, protodermis, protofloema, protoplasto, protoxilema, protopodio, protofita, protófilo, etc.
Por otro lado, la raíz indoeuropea *pele-1 (plano), se vincula a plásma, derivado del verbo griego plássein (moldear), de donde derivan los vocablos: metaplasma, plasma, citoplasma, paraplasma, plastilina, plástico, anaplasmosis, piroplasmosis, plasmodio, Plasmodium, y muchos otros.
El protoplasma en biología puede definirse como "el elemento coloidal de naturaleza semifluida, translúcido, viscoso, que constituye la materia esencial de toda célula, rodeado por la membrana plasmática o celular, incluyendo los organelos y al núcleo". En cambio, el citoplasma es el material intracelular, pero excluyéndose al núcleo.
En realidad el término prōtoplasma fue utilizado en latín tardío por el religioso y poeta Venancio Fortunato (¿536-609? d.C.), antes del año 600, con el significado religioso o místico de "cosa creada primero que todo, la primera creación, protoplasmus, el primer hombre creado".
Fue hasta unos 1260 años después, cuando Hugo von Mohl (1805-1872), médico y biólogo alemán, acuñó la voz protoplasma en alemán (Protoplasma), en un artículo de 1846, del Botan. Zeitung (Periódico Botánico) 73 al que llamó: Saftbewegungen im Inneren der Zellen (TRADUCCIÓN: "Movimiento del fluido o jugo en el interior de la célula"), donde escribió más o menos lo siguiente: "El resto de la célula está más o menos densamente lleno de un jugo opaco, viscoso, de un color blanco, que contiene gránulos entremezclados; a dicho fluido lo llamo protoplasma". No obstante, ya en 1839 el anatomista checo Jan Evangelista Purkinje (1787-1869) había utilizado el vocablo refiriéndose a "la sustancia que forma a embriones animales en sus fases más juveniles". Pero la opinión prevalente parece dar el crédito a Mohl.
La publicación fue luego traducida al inglés en 1852, para después generalizarse el vocablo al resto de las lenguas; de tal manera que de tener un significado religioso, pasó al ámbito del vocabulario biológico. El término en español aparece por primera vez en un diccionario en 1895.
Fuentes consultadas:
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.
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