La palabra obsceno viene del latín "obscenus" , la cual está formada por las raíces ob (enfrentamiento u oposición) y caenum (suciedad). Esta palabra se refiere a algo indecente, sin pudor, o que ofende a los sentidos.
Otra versión dice que obscenus viene de ob (enfrentamiento u oposición) y scenus (escena) y que significa algo así como "contra la escena", es decir que son cosas que no se muestran en una obra teatral, pero uno se las imagina.
"Contra la escena" podría decir que, en la obscenidad no hay actuación ni es algo que uno finge sino simplemente la verdad. El amor debe ser obsceno y uno debe mostrar todo tal cual es, sin actuar ni fingir.
- Gracias: Raúl Bigordá
Todo lo expresado anteriormente no son más que etimologías populares falsas. El adjetivo obsceno no tiene nada que ver ni con el cieno, ni con la suciedad, ni con la escena. Lo que pasa es que la etimología popular actúo sobre él desde los propios romanos para los que ya el término resultaba oscuro, al menos para el vulgo.
Viene del latín obscenus, cuya forma más antigua y originaria y también la más frecuente en los testimonios literarios era obscaenus, sólo que en el habla corriente latina ya el diptongo ae monoptongaba en e. Es cierto que este adjetivo llegó a significar con el tiempo en el habla en latín algo vergonzoso, inmoral o sucio, que no debe contemplarse y así se emplea muchísimo en muchos textos que reflejan la acepción vulgar y usual. Pero en origen era un viejísimo vocablo técnico de la lengua augural, cuyo significado más antiguo era siniestro, de mal augurio, algo terrible y que por tanto no gusta ver, muchas veces relacionado con la presencia de miasmas o sucias impurezas en los sacrificios y ritos augurales. Este es el sentido que aún se conserva perfectamente en autores como Cicerón, Virgilio, Catulo o Varrón. Y así, por poner un ejemplo, Virgilio, en el canto 4 de la Eneida, cuando Dido, al descubrir que su amante Eneas y los troyanos la han abandonado para seguir su viaje, en un ritual sacrificial que realiza, contempla un "augurio obsceno" que no anuncia más que su futuro suicidio, en los versos 450-452: vidit, turicremis cum dona imponeret aris,/ horrendum dictu, latices nigrescere sacros/ fusaque in obscenum se vertere vina cruorem. (=vio, al colocar las ofrendas sobre las aras ardientes de incienso/ visión horrenda de decir, que los líquidos sagrados ennegrecían/ y que ella vertía los vinos derramados en una sangre siniestra de malos augurios).
La relación con caenum (cieno, suciedad) que han establecido muchos lingüistas modernos, quizá basándose en este sentido de miasma funesta de presagio desfavorable no es más que etimología popular que nunca ha explicado la presencia de la s en el vocablo. Dado que el prefijo ob- nunca tuvo una variante arcaica demostrable obs-, ¿por qué la palabra es obscaenus y no obcaenus?. Además tal composición carecería de sentido porque el adjetivo significaría lo que está en contra o enfrentado a la suciedad, y por tanto lo contrario de lo que significa. Aparte de que en ese caso el adjetivo carecería de sufijo derivativo, lo que de entrada es bastante insólito.
El mal entendimiento del vocablo a nivel popular ya implicó que, sobre todo basándose en un juego de palabras de Plauto transmitido por Varrón, el adjetivo en su forma obscenus se asociara con scena (la escena del teatro), asociación falsa porque la raíz antigua del adjetivo es -scae- y no -sce-, pero como scena, después por hipercorrección se escribió muchas veces como scaena (una falsa grafía), la confusión quedó bastante asentada. Y así dice Varrón, precisamente hablando de las confusiones entre ae y e: quare turpe ideo obscaenum, quod nisi in scaenam palam dici non debet (De lingua latina, 7, 5, 96), es decir: "por lo cual es hasta tal punto vergonzoso, lo que, a no ser junto a la escena, no debe decirse públicamente". Es decir, que la obscenidad verbal no es admisible salvo en una representación cómica, junto o frente a una escena.
Y todo ello ha nutrido las plumas de los etimólogos, que sin embargo no han hecho caso al propio Varrón cuando un poco más abajo (De lingua latina, 7, 5, 97) dice: id a Graeco est, quod hi sinistram vocant "skaian"; quare, quod dixi, obscaenum/scaenum omen est omen turpe, quod unde id dicitur osmen, e quo s extrictum ( "esto viene del griego, porque estos llaman a la izquierda "skaian"; por lo cual, como dije, un mal presagio "scaeno" u "obsceno" es un augurio infame, y de ahí que se llame "osmen", de lo cual la s intercalada"). Es decir, lo está relacionando muy acertadamente con el griego σκαιός ("skaiós", izquierdo, del lado izquierdo, occidental, de mal presagio desfavorable o impuro), si bien no es que venga necesariamente del griego, sino que comparte raíz originaria, declarando que obsceno se aplica a un mal augurio (omen) infame, y dice que por la influencia de obscaenus, la palabra omen adquiere a veces una ese analógica intercalada, presentando la forma corrupta y vulgar osmen, que en efecto tenemos atestiguada. En efecto el adjetivo griego σκαιός tiene ese sentido, e incluso de su valor como occidental (lo que está a mano izquierda orientándose respecto al norte), lo tenemos bien testimoniado, y repetidamente en Homero en la Ilíada se nombran las "puertas Esceas" de la muralla de Troya (la entrada occidental).
Y esta es sin duda la única explicación satisfactoria tanto desde el punto de vista morfológico como semántico para el adjetivo obscaenus. El adjetivo se forma con un prefijo ob- (en contra) y un sufijo adjetivo muy usual -nus (*-no), sobre una vieja raíz scae- que comparte con el adjetivo scaevus (izquierdo, desgraciado, desfavorable), este formado con un sufijo *-wo, y con scaeva (presagio, especialmente si es desfavorable). Incluso existe un verbo obscaevare (traer un mal presagio). Y así significa: "lo que está en nuestra contra por venir de la izquierda". Esta es la etimología que apuntan tímidamente Ernout y Meillet al final de su entrada, y explicita mucho más De Vaan en su diccionario etimológico, que es la que explica, y aunque la dé como muy probable, está claro que no contempla las otras por claramente poco admisibles.
Estas voces se asocian con una raíz indoeuropea *skeƏ-i- (izquierdo, desfavorable), y así establece claramente De Vaan la asociación, raíz que tiene paralelos en griego y en balto-eslavo.
No es imposible que la palabra vasca ezkerra que ha dado lugar a nuestro vocablo izquierda, sea un viejo préstamo indoeuropeo deformado de un vocablo con esta raíz, quizá procedente de una forma céltica o incluso muy probablemente por disimilación a partir de un latín vulgar scaevŏla (mano izquierda), disimilado en *sceuora y con caída habitual de u/v intervocálica y un posterior refuerzo de r, viendo además las fuertes deformaciones que el vascuence imprime a los préstamos latinos. Scaevŏla era el apodo de un personaje romano llamado Mucio que perdió su mano derecha por "poner la mano en el fuego" (ver su historia en la sección de expresiones). También existe en la onomástica latina Scaeva (mano-izquierda, zurdo).
- Gracias: Helena
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