La palabra linneano designa a todo lo concerniente con la vida y obra del gran naturalista sueco Carlos Linneo (1707-1778), a quien le debemos la nomenclatura linneana actual, que, como lo define el DRAE, es "el conjunto de principios y reglas que se aplican para la denominación inequívoca, única y distintiva de los taxones animales y vegetales"; pero en principio, cuando hablamos de la que estableció Linneo, es decir, la binaria, cada especie biológica se denomina por lo general con dos términos, el primero, da nombre al género y el segundo, a la especie, y siempre se escriben latinizados y con letras itálicas.
En virtud de la importancia que implica la obra y el mérito de Linneo en el campo de la ciencia, es conveniente detenernos un poco en algunos aspectos históricos que considero debe conocer toda persona dedicada al estudio de las ciencias biológicas:
Carlos Linneo nació el 23 de mayo de 1707 en Södra Råshult, Småland, Suecia y murió en Uppsala, Suecia el 10 de enero de 1778. La forma latinizada de su nombre era Carolus Linnaeus, usado en sus publicaciones académicas. También fue conocido como Carl Linnaeus y como Carl von Linnè, nombre adoptado después de 1761, año en que le fue otorgado un título nobiliario en reconocimiento a su trabajo científico y utilizó en trabajos sucesivos; así como Carl Linné, la manera en que acostumbraba firmar su nombre en las postrimerías de su vida.
Resulta que en aquellos tiempos, la mayoría de los nombres de campesinos escandinavos carecía de apellido. De manera que, por ejemplo, al abuelo paterno de Linneo lo llamaban Ingemar Bengtsoon, que a su vez era hijo de Bengt Ingemarsoon (de modo que Bengtsoon significaba 'hijo de Bengt'). Cuando el hijo (padre de Linneo) del abuelo Ingemar, Nils Ingemarsoon (1674-1733), asistió a la universidad de Lund, él tuvo que hacerse de su propio apellido para registrarse, adoptando o inventando el nombre Linnaeus (término ya latinizado), en alusión a un enorme árbol de hojas pequeñas que crecía en la residencia familiar (Tilia cordata Miller), que en el dialecto de Småland era conocido como "linn", o 'linden tree' (árbol de tilo, de la familia tiliácea) y ya para el siglo XVII lo llamaban "linnegard". De manera que, de no haber hecho esto el padre de Linneo, éste se hubiera llamado Carl Nilsson (Carl, hijo de Nils, pues, como ya lo mencionamos, aquel se llamaba Nils Ingemarsoon), pero Linneo terminó adoptando el mismo nombre. Otras ramas de la familia tomaron los nombres Lindelius y Tiliander, por el mismo árbol famoso. Linneo se refirió a esta anécdota cuando describió el género Tilia en 1745. Debemos añadir que el motivo de todo fue que en Suecia, un árbol viejo en la propiedad de la familia, debía ser considerado como un "árbol guardián", que en la tradición escandinava, ejercía una acción protectora sobre la casa familiar, y en este caso era el 'lin' o 'linden'.
El sistema de clasificación de Linneo se considera artificial, debido a que se basaba en rasgos morfológicos de las flores y otros órganos vegetales, y no tomaba en cuenta las relaciones evolutivas y filogenéticas en las que ahora se fundamenta la taxonomía moderna. Así mismo, no incluía las categorías de phylum, familia y subespecie, pero consideraba clase, orden, género y especie, así como reino (animal, vegetal y mineral). Es por eso que ningún nombre de familia (grupo o conjunto de géneros) animal o vegetal es autoría de Linneo, sino que después otros taxónomos comenzaron a proponer nombres de familias, tomando como base algún género previamente denominado y agregándole el sufijo -idae en zoología y -aceae en plantas, por ejemplo: género Felis L. 1758 y familia Felidae Fischer 1817; género Malva L. 1753 y familia Malvaceae Juss 1789. No obstante, su gran mérito fue haber consolidado la nomenclatura binaria para nombrar especies. Como muestra de ello, debe mencionarse que en la actualidad, unos 12.000 nombres científicos de plantas y animales llevan la inicial 'L.', lo que indica la inmensidad de sus logros.
El sistema linneano binomial consiste esencialmente en determinar, siempre en latín, un nombre, como Homo, Equus y Triticum a un género, siempre con letra inicial mayúscula, y un segundo nombre, como especie (con minúscula) individual dentro del género, por ejemplo, Homo sapiens L. (hombre que piensa o reflexiona); Equus caballus L. (con el significado literal 'caballo caballo', ya que equus en latín significa lo mismo que caballus, que comenzó a prevalecer en latin vulgar y en las lenguas romances); Triticum aestivum L. (trigo de verano); Libellula quadrimaculata L. (libélula de cuatro manchas), Canis familiaris L. o perro doméstico, perteneciente al mundo familiar, del latín fame (hambre), ya que este animal sacia su hambre con el resto de los miembros de la familia, etc.
Aunque propiamente no inventó la nomeclatura (sistema de denominación) binaria (compuesta de dos términos) para los organismos, pues el uso de dos nombres para las especies en realidad ocurre en muchos lenguajes, y se remonta a tiempos muy lejanos, solo que se necesitaba un sistema estandarizado para denominar científicamente a las especies. Ya que la denominación binaria es realmente una práctica común en la nomenclatura vernácula de muchos objetos y organismos, por ejemplo, los búhos del norte de Europa fueron nombrados muchos siglos atrás como: búho de los graneros, búho blanco, búho pardo, etc. Además, hace 2000 o más años, los romanos distinguían varios tipos de trigo: triticum Africum, triticum Alexandrinum, triticum Haesticum y otros. Ciertos predecesores de Linneo, entre ellos los botánicos suizos Gaspard (1560-1624) y Johann Bahuin (1541- 1613) ya utilizaban un sistema de denominación latina semejante. Así mismo, el naturalista inglés John Ray (1627-1705), empleó dos términos para nombrar especies, como Convulvulus mayor, junto con nombres más largos como Convulvulus minor vulgaris y Convulvulus maritimus Soldanella dictus, las tres especies británicas conocidas como "gran enredadera, pequeña enredadera y enredadera de mar". En 1753 Linneo les dio a estas tres especies dos nombres científicos a cada una: C. sepium, C. arvensis y C. soldanella, con el propósito de simplificar los nombres vernaculares o cotidianos (nomina trivialia). La adopción general por los botanistas y zoólogos de esta nomenclatura binomial para las especies durante la segunda mitad del siglo XVIII, la convirtió en algo indispensable.
Actualmente (junio de 2015) se estima que el número de especies vivientes identificadas en la tierra es algo mayor a 1.731.000, pero muchos estudiosos estiman de una manera conservadora que el número podría llegar a 8,7 millones, si se continúa con el trabajo de investigación taxonómica.
Finalmente, enlistamos algunas de las más importantes obras de Linneo en orden cronológico:
Fuentes consultadas:
Como detalle añadido a tan completa explicación hay que decir que Linneo con su nomenclatura binaria lo que hace es seguir la tradición romana de la nomenclatura técnica y científica. Los eruditos de toda Europa se formaban hasta hace bien poco en el latín y en toda la tradición cultural y literaria latina, y en cierta medida, desde el s. XVI, también en griego. El griego ha influido mucho en la generación de vocablos científicos en general, pero sobre todo en aquellas ramas del saber que ya entre los griegos tuvieron gran desarrollo, como es el caso de la medicina, y crearon una tradición denominativa griega. Palabras como hemorragia, cardiopatía o histerectomía son en sí descriptivas denominaciones científicas basadas en el mecanismo de la composición léxica. Y es que el griego es la lengua compositiva por excelencia (sólo el alemán se le aproxima). Su flexibilidad y facilidad para enlazar raíces generando largos vocablos compuestos forma parte de la naturaleza de la lengua griega clásica y esto es trasladable con gran sencillez a los neologismos de nuevo cuño incluso.
El latín es diferente. El latín tiene una gran facilidad para la modificación prefijal de las raíces verbales, lo que se refleja en una gran riqueza del cultismo interdisciplinar. Pero no tiene demasiada facilidad para la composición a base de raíces de contenido pleno fundidas en una sola palabra. Sin duda hay muchas palabras compuestas latinas, como reivindicación o beneficio, pero son muy pocas si lo comparamos con la sobreabundancia de compuestos griegos. Por eso los romanos recurrieron a otro sistema para sus denominaciones técnicas. Es algo que los lingüistas llamamos "secuencias fijas" y algunos llaman yuxtapuestos. Se trata de sintagmas descriptivos de dos palabras en un orden inalterable que se refieren a un concepto único y que eran los términos técnicos de las distintas ramas del saber. Por ejemplo en la geografía se emplea orbis terrarum (literalmente "el círculo o la esfera de las tierra") que significa técnicamente el mundo), en la medicina debilitas membrorum para referirse a la parálisis, en el Derecho res familiaris para referirse al patrimonio o res publica para referirse al Estado, etc. (hay miles). Estas secuencias no pueden cambiar su orden, so pena de dejar de ser el tecnicismo concreto: por ejemplo si en latín decimos publica res, es una cosa pública cualquiera, pero si decimos res publica se trata del tecnicismo para referirse al Estado. Al final a veces hemos fundido algunos de esos tecnicismos latinos creando verdaderos compuestos o yuxtapuestos soldados, pero en latín no lo eran, por ejemplo fideicomiso, acueducto o república, que eran en realidad sintagmas de dos palabras.
Esa es la tradición denominativa que Linneo recoge en su nomenclatura binaria, un sintagma descriptivo de dos elementos para referirse a una única realidad, en este caso a una especie concreta. Y aun cuando en ocasiones, cada una de las palabras que lo constituyen pueda contener raíces griegas y ser un verdadero compuesto, la taxonomía binomial es una tradición plenamente latina.
- Gracias: Helena
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