Se trata de un doblete prácticamente exclusivo de nuestra lengua, por lo que a derivación del honor latino se refiere. Conviene dejar clara la diferencia adquirida a lo largo de los tiempos, porque en torno a ambos conceptos gira buena parte del teatro de nuestro Siglo de Oro, especialmente en dramas lopescos y calderonianos.
El honor es intrínseco, depende de nosotros mismos y de nuestro proceder conforme a la propia identidad y patrones morales de actuación. Es, por así decir, centrífugo. Mi "palabra de honor" depende únicamente de mí mismo, (pues de mí depende mi palabra) y más tiene que ver con mi boca que con los oídos ajenos, o mejor aún: con el eco de mi boca en mis mismísimos tímpanos.
La honra es reconocida u otorgada, depende de los demás y de la consideración que de nosotros tienen. Es, por así decir, centrípeta. La honra te la pueden dar o te la pueden quitar. El honor, no.
Más tiene que ver aquella con conceptos como fama, opinión o reputación.
La honra sabe más a pan y manteles, de los que se ponen y se quitan; el honor, a genuinos modales, heredados o autoimpuestos, de los que van con nosotros sin pedirnos permiso o sin invitación a cena.
"Al rey, la hacienda y la vida se ha de dar;
pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios".(El alcalde de Zalamea, Calderón de la Barca).
Uno de los modos más frecuentes de deshonrar a alguien, en el Siglo de Oro, era lo recogido en la cuarta entrada del DRAE, es decir: "en épocas pasadas o en algunas sociedades, violar a una mujer".
Pero no necesariamente violar. No estoy de acuerdo. Bastaba gozar a la mujer, incluso con su pleno consentimiento, tras haberla convencido para que se concediera, sin más arma persuasiva que la fogosa y rentable promesa ad hoc de matrimonio (cfr. Don Juan Tenorio o El lacayo Tosilos de Don Quijote). Cuando el galán daba marcha atrás después de la consumación del acto (no durante) y se olvidaba deliberadamente de lo prometido, entonces la mujer perdía aquello que llamamos honra (pues con ella había desparecido para siempre la condición inmaculada con que nació) y, una vez desflorada y burlada la mujer, tenían que reparar el entuerto el padre o, en su ausencia, el hermano mayor, o el Don Quijote de turno.
(La quinta entrada del verbo burlar en el DRAE es: "seducir con engaño a una mujer"; engaño, ¡quede claro! no violencia).
Una afrenta recibida puede dejarte sin honra, sin virginidad incluso, pero no sin honor. La pérdida del honor depende únicamente del propio individuo y de su actuación, del demostrarse inconsecuente o escaso respecto a la propia altura moral, hasta entonces encarnada o, al menos, representada, para sí y hacia los otros.
En el caso de la honra, si la afrenta había sido pública, la venganza o reparación tenían también que serlos, por tácita convención. Si, en cambio, se había producido en privado, con la misma modalidad podía ser reparada. A secreto agravio, secreta venganza, reza un título calderoniano.
Así las cosas, si el honor no te lo pueden quitar, ¿por qué existe un verbo deshonorar en paralelo al verbo deshonrar y, sin duda, de no poco anterior?, pues porque deshonorar se entiende sólo como quitar el honor en cuanto empleo, oficio, categoria o dignidad (cfr. DRAE), relacionada esta última con los otros; ese honor entendido como cargo público debido a la propia rectitud (cfr. honor, DECEL), mientras que deshonrar se entiende como infamar, afrentar, ofender, agraviar, injuriar, desprestigiar, difamar, desacreditar, ultrajar, calumniar, denigrar… ese provocativo golpe de guante, solicitud inexcusable de duelo con la primera alborada, del que proviene el sustantivo guantada o guantazo. (Cinco vocablos de los citados presentan el sufijo de- o des-, de acción externa; dos de ellos contienen la palabra fama).
Es por todo lo anterior que no estoy de acuerdo con aquello de que honra provenga de honrar y este, a su vez, de honorare.
Muchísimo más plausible resulta que honra se trate de un sustantivo deadjetival, es decir, derivado de su adjetivo, en cuanto fue creado descendiendo del adjetivo honrado.
"Iulius hon(o)ratus est", (Julio es honorado = honrado), acompañado ab initio, necesariamente, por un complemento agente: honorado por el pueblo, por el senado, por sus conocidos…
Y de este honrado se construye, primero un honrar y, después, se baja despacito y con cautela hasta la susodicha y más reciente honra.
Cosas similares y casos preliminares encontramos, por ejemplo, en el sustantivo asco, creado a partir del adjetivo asqueroso (y no viceversa), de escharosus; o embuste, del adjetivo embustero (del francés empousteur).
Que honra provenga de honrado (honoratus) y no al contrario parece deducirse del hecho de que el verbo honorar no haya prosperado. Por fuerza. Mal puede. No se trafica con el honor.El DRAE lo presenta como transitivo poco usado (tr. p. us.), dando como sinónimos más frecuentes honrar, ensalzar.
Suerte tenemos de que hemos asistido a la transición del honorare al honrar con la traducción que al español se hace de los diez mandamientos, en concreto del cuarto, en su versión más antigua en castellano, la Biblia de Casiodoro de Reina, del 1569:
"Honora patrem tuum et matrem tuam, ut sis longaevus super terram, quam Dominus Deus tuus dabit tibi". (Versión latina, obviamente).
"Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da".(Primera versión bíblica castellana).
A finales, pues, del siglo XVI, parece haber ya plena consciencia de que aquello que se puede dar y quitar, de que lo que hay que conceder a los progenitores, no es honor, sino la honra. De otro modo, la traducción habría sido honorarás.
Más tarde se pasará del imperativo al actual futuro: honrarás a tu…
Ningún hijo puede quitar a sus padres el empleo, oficio, categoría o dignidad (= honor) de ser padres.
Pro-genitor, significa en latín, más o menos, "proyectado a engendrar". Uno de esos pocos cargos que, por vitalicios, no son susceptibles de deshonra. Proyección, vocación, honor de por vida.
Honor que conserva olores tercos de revoltísimas y traviesas sábanas de cuna, junto a las serenísimas y futuras capas de polvo de sepultura.
La honra está al honor como la propina al precio, o como aquello del brillo al valor.
"Signore si nasce", solía decir Totò.
- Gracias: Rafael Martínez Rubio.
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