La palabra glucosa (azúcar blanco con seis átomos de carbono que se halla en la miel, en la fruta y en la sangre de los animales) es un neologismo acuñado por el químico francés Jean-Baptiste Dumas (1800-1884) tomado del griego γλευ̃κος (gleukos = vino dulce) con influencia de γλυκύς (glykýs = dulce). También lleva el sufijo -osa usado en química para nombrar azúcares, como fructosa (azúcar en las frutas), sacarosa (azúcar común) y lactosa (azúcar en la leche, del latín lac, lactis).
Otras palabras castellanas compuestas con γλυκύς (glykýs) incluyen:
En realidad la acuñación de la palabra glucosa no fue una decisión exclusiva de Dumas, sino de un cuerpo académico o colegiado francés, formado por químicos que formaban el comité de la Académie des Sciences (Academia de Ciencias). Entre ellos estaban Louis J. Thénard, Gay-Lusac, Jean-Baptiste Biot, todos hombres de ciencia que vivieron entre los siglos XVIII y XIX.
Para ello, decidieron elegir el sufijo -ose, una adaptación al francés del sufijo latino -osus, que significa 'abundancia en algo', como en las palabras jocoso y lluvioso; sufijo que en castellano quedó como -osa, y que desde aquel tiempo se ha utilizado en la denominación de azúcares (dextrosa, levulosa, dambosa, galactosa, manitosa, lactosa, arabinosa, ribosa, hexosa, sucrosa, fructosa, etc.).
Esta es pues, la importancia del vocablo glucosa, el haber sido el primer nombre del amplio grupo de azúcares o carbohidratos, en cuya denominación comparten el mismo sufijo.
Los científicos arriba señalados, reportaron el 16 de julio de 1838, sobre las memorias de Péligot (1811-1890): "il résulte que le sucre de raisin, celui d'amidon, celui de diabeti, et celui de miel... constituent un seul corps, que nous proposons d'appeler glucose" (TRADUCCIÓN: "resulta que el azúcar de la uva, de la fécula de maíz, de la diabetes, de la miel... constituye una misma sustancia que proponemos llamar glucosa". Sin duda como diciendo, "esta sustancia azucarada (γλυκύς = glykýs, 'dulce') abunda (-osus, -ose, -osa) en las uvas, la fécula de maíz, en los diabéticos y en la miel". Como podemos decir que la fructosa (fructus + -osa) abunda en los frutos y la lactosa (lactis + -osa) en la leche.
En los años sucesivos seguirían inventándose nombres para el resto de los azúcares.
Fuente:
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.
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