La palabra feromona es un neologismo biológico que viene del griego pherein, 'llevar o transportar', más -o-, un elemento que enlaza la consonante final con la inicial de dos vocablos como en himenóptero, rizófago, acantocéfalo, quelotomía, opistótono, gonorrea y otras; además hormón, participio presente de horman, 'mover, provocar, excitar, estimular e impulsar', de hormé, 'impulso, ataque', más el sufijo -a, para formar sustantivos. Literalmente, entonces, feromona se puede interpretar 'que lleva o porta algo que provoca excitación, o estimula cierta reacción'.
Pherein, que también forma parte de palabras con raíces griegas como: semáforo, que lleva o es portador de una señal; conidióforo, estructura reproductiva de ciertos hongos que contienen conidios; espermatóforo, que porta o contiene espermatozoides; galactóforo, estructura de la glándula mamaria que conduce la leche, etc., se asocia a la remota raíz indoeuropea *bher-, con el significado de 'llevar'.
Hormón, de donde proviene hormona, hormonal y hormonaterapia se relaciona con una antigua raíz indoeuropea, *ser-, con el significado de 'hacer correr, derramar', también vinculada a la voz sánscrita sara-, 'fluido' y el vocablo latino, serum, que originó suero, antisuero, serología, etc.
Las feromonas son sustancias que un organismo secreta hacia el exterior en cantidades muy pequeñas y que provocan en otro individuo de la misma especie una reacción o conducta específica. Son ampliamente conocidas en diversos seres vivos como insectos (áfidos, hormigas, abejas, termitas, etc.), crustáceos, vertebrados (aunque al parecer no se han detectado en aves), como peces, elefantes, conejos, primates y, por supuesto, el hombre; además en plantas, mohos viscosos, levaduras, protozoarios, hongos, algas, etc. En el caso de los humanos, existe una vasta investigación, especialmente en aspectos sexuales y reproductivos.
De acuerdo a la reacción que provocan, pueden reconocerse feromonas sexuales, de agregación, supresoras (por ejemplo: la abeja reina disemina una feromona que inhibe los ovarios de las obreras), de alarma, indicadoras de huellas o caminos para la colecta de alimento (es clásico el caso de las hormigas que hacen un "camino" para el acarreo de comida). También es muy frecuente ver gatos y perros que restriegan su cuerpo en paredes u otros objetos, incluso el cuerpo de sus amos, para dispersar feromonas territoriales que marcan su dominio.
El primer organismo del que se aisló una feromona como poderoso atrayente sexual, fue en las hembras adultas del gusano de seda, Bombix* mori. Este trabajo lo hizo entre 1956 y 1959 el bioquímico alemán Adolf Friedrich Johann Butenandt (1903-1995) quien la llamó *Bombikol, por el nombre del género al que pertenece este insecto.
La idea sobre la comunicación química entre organismos no es nueva, sino que se remonta hasta épocas remotas. En la Grecia antigua ya se mencionaba que las perras en celo atraían a los machos; en 1871, Charles Darwin (1809-1882), en su libro The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex, afirmó que en la selección de las parejas sexuales interviene la vista, la audición y ciertos 'mensajes químicos'.
Finalmente, el término feromona, pheromone en inglés, fue creado en 1959 por el zoólogo y entomólogo suizo Martin Luschen y el bioquímico alemán Peter Karlson (1918-2001). El texto donde proponen o acuñan la palabra apareció en una edición de la revista semanal británica Nature en el mes de enero de aquel año, y puede traducirse más o menos así: "Proponemos la designación de Pheromone (Feromona) para este grupo de sustancias activas... Las pheromones (feromonas) se definen como sustancias que son secretadas hacia el exterior por un individuo y recibido por otro de la misma especie, en el cual provocan una reacción específica..." Donde se hace evidente la coincidencia con el concepto actual que se tiene sobre estas sustancias.
- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rdgz.
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