La palabra curatela designa a un viejo concepto del Derecho Romano, que es la función jurídica de un curator. En Derecho Romano se creó la figura del tutor (=protector), que es el representante jurídico de menores huérfanos y mujeres, que se ocupa de ellos y de la protección de sus bienes, a modo de un gestor de la patria potestas del padre inexistente o fallecido. Un curator es algo similar, es alguien nombrado por un juez para el cuidado y salvaguarda, pero para aquellos que no están en condiciones legales de tener un tutor, por ejemplo adultos incapacitados por enfermedades mentales, pródigos (incapacitados por la ley para gestionar su hacienda) y casos así. De la misma manera que a partir de tutor existía en latín la palabra tutela (con un sufijo de cualidad -ela), por analogía, a partir de curator se formó en latín la palabra curatela, que tenemos atestiguada tardíamente, en el Codex Iustiniani 5, 74, 3, pues en latín clásico el término empleado y antiguo era curatoria.
Su raíz es la del verbo curare (cuidar de, proteger, ocuparse de), derivado de la palabra latina cura (cuidado, ocupación, preocupación). De ahí palabras como curar, curación, procurador, incuria, curioso y seguro (del latín securus, alejado de preocupaciones). La raíz de la palabra cura (en latín arcaico koisa) aparece en otras lenguas itálicas como el umbro y el peligno, y tiene posibles paralelos en celta y germánico. Si bien hasta muy recientemente no se ha considerado su asociación a una raíz indoeuropea concreta, sí lo han hecho trabajos de fines del s. XX, cuyos resultados recoge De Vaan. Se ha asociado a una raíz indoeuropea *kwei-, con un alargamiento sigmático *kwei-s-, raíz que significaría "prestar atención" y que Pokorny recoge en la página 636 como *kwei-1, aunque no incluye el vocablo latino cura entre los términos de su familia léxica.
- Gracias: Helena
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