Etimología de CONCUBINA

CONCUBINA

La palabra "concubina" es sinónimo de "amante" y deriva (con el sufijo de pertenencia -ina, como en gallina y cocina) del latín "concumbere", formada con el prefijo con- (con-) y el verbo cubare "acostarse". Es decir "la que se acuesta con uno". Otros términos similares son:

El verbo latino cubare está presente en las palabras cobijo, cubil, codo, incubar, incubación, etc. Se asocia con una raíz indoeuropea *keu-3 (arquearse o doblarse), presente también en las palabras cubo y cifosis. Por otro lado el prefijo con- se vincula con *kom- (junto, cerca de), que nos dio koiné, cenobio, epiceno a través del griego κοινός (koinos = común).


Siendo correcta la etimología, hay que aclarar que concubina no es sinónimo de amante femenina. Una amante puede ser ocasional o más o menos duradera, o puede ser una mujer casada que tiene una relación con uno pero tiene su vida consolidada con otro. Una concubina no es nada de eso, sino que se trata de una institución concreta de la antigüedad y de diferentes pueblos. Una concubina es una mujer permanentemente ligada a un hombre con el que sostiene una relación marital permanente pero sin que medie exactamente el vínculo jurídico del matrimonio legal.

En la antigua Grecia era toda una institución y sobre todo los hombres de ciertos recursos podían tener en su casa una esposa legítima, hija de ciudadano, con la que tenían sus hijos legítimos ciudadanos (el matrimonio era monogámico), y además una o más concubinas permanentes, metidas igualmente en casa y que debían mantener, con las que podían tener hijos que debían alimentar si los aceptaban, pero que nunca serían herederos totales ni ciudadanos de pleno derecho político. Muchas veces las hijas de familias pobres, a las que los padres no podían dotar para casarse, requisito obligatorio, eran entregadas como concubinas para que tuvieran su vida material asegurada. A veces incluso un hombre tomaba como concubina a una mujer cuando no podía legalmente casarse con ella, como sucedió con Pericles y Aspasia (que era de Mileto y al no ser ateniense no podía casar legalmente con Pericles), con la que tuvo un hijo.

En la antigua Roma en cambio no se practicaba la institución del concubinato entre los hombres casados, que independientemente de su mayor o menor libertad sexual o de que pudieran tener relaciones esporádicas con esclavas, no metían concubinas con derechos maritales en casa, ni se admitía jurídicamente. El concubinato quedaba usualmente sobre todo para aquellos casos en que era imposible celebrar un matrimonio legal, lo que sucedía especialmente en el caso de los soldados. El reglamento militar impedía que los soldados rasos se casaran y formaran familia mientras estuvieran en servicio, para que ninguna obligación les distrajera de sus funciones. Pero su servicio mínimo era de 16 años y los soldados tomaban mujer y tenían hijos, lo cual se acabó tolerando completamente. Las mujeres y los hijos de los soldados vivían en campamentos anejos, fuera de los cuarteles propiamente dichos, itinerantes y siguiendo los destinos de los hombres. Estas mujeres eran concubinas y normalmente los soldados se casaban legalmente con ellas cuando se licenciaban, legitimando completamente a los hijos. Pero si un soldado moría por ejemplo sin hacerlo, la concubina podía reclamar el reconocimiento y la ciudadanía para ellos, o lo hacían los propios hijos. Algo parecido sucedía con los gladiadores, que legitimaban sus uniones una vez concluidos sus férreos contratos o alcanzada su libertad si eran esclavos. También puede considerarse una forma de concubinato (en este caso llamada contubernium) las uniones permanentes entre esclavos, ya que estos carecían del derecho al matrimonio legal mientras lo fueran.

El concubinato pervive hoy en día en la tradición de ciertos pueblos y culturas. Por ejemplo el Islam permite que un hombre tenga hasta cuatro esposas legítimas y el número de concubinas que desee, y aunque no es práctica corriente entre los musulmanes de a pie, ya que son muy pocos los que pueden sostener semejantes familias, jeques y grandes adinerados pueden ejercer esta práctica.

- Gracias: Helena

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