Etimología de SOMBRERO

SOMBRERO

La palabra "sombrero" viene de "sombra", más el sufijo -ero que indica pertenencia. La palabra "sombra" viene del latín *subumbra, formada con:

De la palabra sombra derivamos también:


En este caso el valor de relación del sufijo -ero que también es "lugar de", adquiere el matiz de "medio de".

Lo primero que hay que indicar es que la gente suele confundir dos sufijos, y se explica porque han adquirido prácticamente la misma función. Hay un sufijo -ero y un sufijo -adero/ -edero, que aunque de uso muy similar no son exactamente iguales en su aplicación morfológica. Lo segundo que hay mucha confusión por el hecho d atribuir al sufijo los valores que sólo dependen de las raíces o del valor semántico de la palabra en su contexto de uso.

El sufijo -ero procede del latín -arius/-arium. Este sufijo en adjetivos se aplica a raíces nominales y tiene mero valor de relación o pertenencia, como en carnarius (que tiene relación con la carne), adjetivo de agnus (agnus carnarius es cordero de carne), de donde viene carnero (algunos adjetivos como este nos han generado sustantivos) o temporarius (que tiene relación con un tiempo o estación del año o pertenece a él), que nos da temporero. Con este valor luego la lengua romance crea nuevos términos, como tempranero, mañanero, etc. Ya en latín desarrolló un valor particular de designación de adjetivos de oficio, como matiz especial del valor de relación, como aquel que se relaciona con la fabricación o el manejo de algo, y así tenemos carpentarius (el que fabrica carros o entramados de madera) de donde carpintero, librarius que nos da librero, etc. Este valor lo conserva la lengua y crea montones de nuevos vocablos con el valor de oficio, como tornero, tendero, alabardero, torero, fontanero, lechero, etc. Pero el sufijo en su variante neutra -arium (>-ero) también formaba sustantivos, y en este caso el valor de relación se concretaba en "lugar de", lugar relacionado con, o que es medio de, o colectivos, y así lo encontramos en vocablos, tanto en su variante culta -ario como en la patrimonial -ero, vengan directamente del latín así o sean formaciones secundarias romances, como en seminario (lugar de semillas), campanario (lugar de campanas), ideario (conjunto de ideas), formulario, armario, acuario, etc., o ropero, leñero, hormiguero, cancionero, o incluso con variantes femeninas como chopera (lugar de chopos o conjunto de chopos). Y estos son, se lo aseguro, los únicos valores que sigue manteniendo la lengua española para este sufijo, con la sola adición de un matiz nuevamente desarrollado por las lenguas romances, que es la designación de árboles frutales "productores de", en aquellos casos en que el árbol tenía un nombre igual al fruto, y así el habla ha desarrollado formas como albaricoquero, duraznero, melocotonero o nisperero, para los árboles "relacionados con, que pertenecen a, o que producen" albaricoques, durazos, melocotones, etc. Pero como este último valor es panromano, podemos asegurar que ya lo desarrolló el latín vulgar tardío sin duda alguna (y de hecho hay algunos testimonios que lo prueban), así como la designación de algunos gentilicios y otros tipos de palabras. En todo caso lo que hay que recalcar es que en todas estas palabras el sufijo -ero mantiene su valor único de relacionado con o perteneciente a, y es su relación con cada tipo de raíz lo que crea el significado global de la palabra como nombre de oficio, lugar relacionado, etc.

El sufijo -adero/ -edero procede del latín -tarius/ -tarium (con adición de una a/e previa que dependía en origen del radical verbal al que se aplicaba. En realidad en castellano se extiende de unas palabras a otras por pura analogía. A diferencia del anterior este se aplica a radicales verbales e incorporaba la t de los formantes de supino. Su valor básico es también la relación, sólo que al aplicarse a raíces verbales la relación con una raíz verbal se concreta en la capacidad para realizarla o sufrirla, en la destinación a ella. Y así lo tenemos en adjetivos originales (muchos transformados por el uso en sustantivos), tanto en su versión cultista (-tario) como en la patrimonial (-adero/-edero). Así tenemos locatario (del latín locatarius, de locare), o formaciones cultistas seundarias como arrendatario, dignatario o mandatario. Y adjetivos derivados de verbos como venidero, perecedero, casadero, duradero, valedero, plañidera… que es lo capaz de, o destinado a, o que puede venir, perecer, casar, durar, valer, plañir… Del mismo modo nos proporciona adjetivos de oficio principalmente derivados de raíces verbales, como por ejemplo mandadero (de mandar o hacer encargos y recados). En estos casos hay que destacar un numeroso grupo que en realidad ha incorporado una n al sufijo, como barrendero o curandero, que en realidad son sufijos ampliados por analogía a formas que la llevaban en la raíz como encomendero y similares u otras variantes generadas a partir de gerundios latinos. También algunos vocablos de oficio, sin ser derivados de raíz verbal, recurren a la forma -adero en lugar de -ero, para evitar confusiones, como panadero, a partir de pan: se debe a que en la lengua ya existía panero con otro valor, el de cesto para el pan (del latín panarium, "lugar del pan o para pan"). Del mismo modo -tarium formaba sustantivos de lugar o colectivos, pero en este caso derivados de raíces verbales y nos ha dado la forma -adero/ -edero con ese valor, y así tenemos lavadero, comedero, varadero, respiradero, pudridero… Hay que hacer notar que muchos de estos vocablos tienen su doblete culto en -torio (-torium, otro sufijo latino para la indicación de lugares que no es el origen de estos patrimoniales), como dormidero/ dormitorio y lavadero/lavatorio. Como en la variante anterior hay que recalcar que en todas estas palabras el sufijo secundario -adero mantiene su valor único de relacionado con o perteneciente a, y es su relación con cada tipo de raíz lo que crea el significado global de la palabra como nombre de oficio, lugar relacionado, etc.

Y estos son los tipos de términos que pueden crear los sufijos -ero/ -adero/ -edero, como se puede consultar en las siguientes obras, por ejemplo:

- Gracias: Helena

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