Etimología de HECATÓNQUIRO

HECATÓNQUIRO

La palabra hecatónquiro es un raro vocablo griego del campo de la mitología. Viene del griego hekatóncheiros (de cien manos, de cien brazos) vocablo que aparece por primera vez en Hesíodo, compuesto de hékaton (cien) y cheír, cheirós (mano). Los hecatónquiros, según la Teogonía, son una generación de gigantes dotados de cien brazos y cincuenta cabezas, hijos de Urano y Gea. Son tres, y según diversos autores se llaman Coto, Briareo (o bien Egeón), y Giges (o Gíes).

Según la Teogonía en el principio sólo existía Chaos, y de Chaos surgió Gea (la madre Tierra), que inmediatamente dio a luz a Urano (el cielo), para que la cubriera por entero y fuera su pareja. Tuvieron tres generaciones de hijos: los Titanes, que son muy numerosos y son diversos dioses de los elementos y las potencias planetarias, los formidables Cíclopes, y los terribles Gigantes hecatónquiros. Pero Urano, viendo que Cíclopes y Hecatónquiros eran monstruosos, tras haber nacido, los sepultó en las entrañas de la Tierra (para los antiguos representaban muchas veces las fuerzas telúricas).

Gea entonces airada porque una parte de sus hijos era así tratada por Urano, convocó a sus hijos Titanes para conspirar contra su padre. Ninguno la escuchó salvo Crono (el titán del tiempo), llamado Saturno por los romanos, que recibió una enorme hoz de pedernal de su madre. Cuando llegó la noche y Urano se tendió sobre Gea, Crono, oculto con un certero movimiento de la hoz separó los cuerpos de sus padres cercenando al tiempo los testículos de Urano, que Crono lanzó al mar (del contacto de estos testículos con el mar surgió espuma (en griego afrós) y de ella nació desnuda Afrodita, la más bella de las diosas. Gea quedó encinta fecundada por la sangre de Urano, y tuvo su último parto: las tres hermanas Erinnias, Euménides o Furias, las terribles vengadoras de los parricidios.

Tras destronar a su padre Crono gobernó en el cosmos con su esposa Rea (llamada Cibeles por los romanos), y según el mito entonces surgió la primera generación de hombres que vivían en la Edad de Oro (un paraíso originario que abarcaba toda la tierra fecunda, que vivía en eterna primavera). Pero como un oráculo le predijo que él también sería destronado por un hijo, devoraba a sus hijos conforme los iba pariendo Rea, que ya harta, decidió engañarle tras uno de sus partos y entregarle una mágica piedra envuelta en pañales, que él se tragó. A su hijo lo escondió en la espesura del monte Ida en Creta, donde lo criaron las ninfas.

Este hijo fue Zeus, que cuando llegó a la adolescencia, gracias al arma del rayo que le entregaron sus tíos los Cíclopes, se enfrentó a su padre, le obligó a vomitar a todos sus hermanos y le quitó el poder. Pero las cosas no quedaron ahí, porque los Titanes apoyaban la causa de Crono, y se desató una guerra cósmica de proporciones inauditas, en tres fases sucesivas. Las proporciones terribles de esta guerra se debieron en parte a que los hecatónquiros fueron liberados y apoyaron la causa de los Olímpicos (Zeus y sus hermanos). Finalmente la guerra fue ganada por los Olímpicos, después de haber tenido que enfrentarse Zeus al pavoroso monstruo Tifón que todo lo asolaba.

Después de acabar estas terribles contiendas, encerrados en el profundo Tártaro buena parte de los titanes (salvo algunos que se pasaron al bando de Zeus) y establecido un nuevo orden cósmico por Zeus, los hecatónquiros tuvieron que volver a las profundidades, pues no eran seres como para andar sueltos por la tierra, si bien los mitógrafos dicen que el llamado Briareo o Egeón recibió privilegios especiales por su alto grado de lealtad.

El poeta Virgilio, cuando narra la visita de Eneas a las profundidades del Hades, nos describe allí a Briareo, entre los monstruos infernales, al que llama centumgeminus, calcando al latín el vocablo griego hecatóncheiros.

La raíz de hécaton (cien) la encontramos en alguna palabra de origen griego, como hecatombe (en origen sacrificio religioso solemne de cien víctimas animales). La raíz de cheír (mano) está presente en palabras como quiromancia, cirugía, quirúrgico o quirófano.

- Gracias: Helena

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