Etimología de TLÁLOC

TLÁLOC

La palabra Tláloc, el dios azteca de la lluvia, proviene de la lengua náhuatl, probablemente de tlāl (tierra) y -oc (el que reposa o está recostado), literalmente "el que yace o reposa sobre la tierra"; interpretándose a veces como "una nube descansando en la cima de las montañas".

Tláloc, el dios azteca, el que promueve la brotación, que se representa como el que lleva una máscara peculiar, con ojos redondos y exorbitantes, enormes colmillos, como de serpiente y una banda labial, data al menos de la cultura Teotihuacana del altiplano, entre los siglos III y VIII d.C., y durante la época del esplendor azteca (ss. XIV al XVI d.C.) era considerado como algo extraordinariamente importante. Sus características fueron muy parecidas a Chac, el dios maya de la lluvia del mismo periodo.

Fue una de las principales deidades de las comunidades agrícolas del altiplano central de México y en los calendarios sagrados aztecas, fue el octavo gobernante de los días y el noveno señor de las noches. Cinco meses de los 18 que comprendía el año ritual eran dedicados a las divinidades del agua y el culto a la lluvia, donde a menudo se practicaba el sacrificio de niños en honor a Tláloc. Pero no sólo era venerado, sino que también temido, pues él podía enviar la lluvia, causar tormentas devastadoras o provocar sequías y hambrunas, por eso, era muy importante para los aztecas rogarle para asegurar sus favores para el siguiente ciclo agícola. Ciertas enfermedades, tales como la lepra, la hidropesía y el reumatismo, se decía que eran provocadas por Tláloc y sus deidades acompañantes, y aunque los muertos eran generalmente cremados, los que morían por alguno de estos padecimientos, o quienes perecían ahogados o por rayos, eran enterrados, pues Tláloc les otorgaba a estos difuntos una vida eterna y feliz, en su paraíso, que era Tlalocan.

Asociada con Tláloc era su acompañante, Chalchiuhtlicue (Ella, la que posee una falda de preciosas piedras verdes), también llamada Matlalcueye (la que lleva una falda verde), la diosa de los ríos, lagos y arroyos, que según algunos, era su mujer, pero otros creen que era su hermana.

Residía en el cuarto nivel de los cielos; el paraíso terrenal de Tlalocan, también en la cima de las montañas y dentro de las cuevas, en la lluvia y los relámpagos.

Fuentes:

Andrews Richard J. 1975. Introduction to Classical Nahuatl.

Heyden Doris. 1998. Las cuevas de Teotihuacan. Arqueología Mexicana No 31 pp 28-33. México.

León Portilla Miguel. 2003. La visión de los vencidos. UNAM, DGSCA, Coordinación de Publicaciones Digitales. México.

Manzanilla Linda et al. 1988. El inframundo de Teotihuacan. Geofísica y Arqueología. Ciencia y Desarrollo V. XV, n. 85 : 21-35. CONACYT. México.

Merriam-Webster's Encyclopedia of World Religions. 1999. USA.

- Gracias: Jesús Gerardo Treviño Rodríguez.

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