Etimología de ILUSTRACIÓN

ILUSTRACIÓN

La palabra Ilustración, del verbo ilustrar, viene del latín illustrare (iluminar, alumbrar, sacar a la luz, divulgar), verbo compuesto con un prefijo in- intensivo sobre el verbo latino lustrare (iluminar, también purificar), de donde asimismo proceden palabras como lustre y lustrar, y que se forma sobre una raíz indoeuropea *leuk- (luz, brillo, esplendor) que dio otras muchas palabras en latín, de las que conservamos luz, lucir, lumbre, luminoso, alumbrar, luna, lunación, lunes, lucubrar, elucubrar, etc.

Al margen de que la palabra ilustración con minúscula designa cualquier acción de ilustrar y dar luz al entendimiento, o bien las imágenes con que se ilumina el contenido de un texto, la palabra con mayúscula designa a una trascendental corriente intelectual del siglo XVIII que es sin duda la más importante de las que fundamentan el mundo moderno.

El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración y es también llamado "el siglo de las luces". Este importantísimo movimiento intelectual de carácter humanista, basado en buena parte en un renacer de muchas concepciones clásicas grecorromanas en lo que se refiere a lo cívico y lo político, renovó profundamente el pensamiento de la época y sirvió de sustento ideológico para trascendentales cambios sociales inmediatos representados básicamente por la Revolución Francesa, la Revolución Americana y las diversas revoluciones liberales.

La Ilustración, y el s. XVIII en general, están presididos por la idea de progreso histórico, que supone que la Humanidad es un todo y está dotada de una facultad: la Razón, que conquista progresivamente el mundo a través del conocimiento y la técnica. Este conocimiento es acumulativo y cada generación amplía el que ha recibido, acelerando el proceso. El progreso técnico va aumentando el progreso social y político, lo que debiera facilitar que los hombres sean cada vez más buenos y felices porque tienen mejores condiciones de vida y menos razones para agredirse entre sí por intentar apoderarse de los bienes de otro. Así, para Voltaire, por ejemplo, la historia de la Humanidad está presidida por una lucha constante entre las tinieblas del oscurantismo, la ignorancia y la intolerancia, y las luces de la razón que va avanzando poco a poco, asegurando que el proceso sea lentamente progresivo: para Voltaire los obstáculos mayores al progreso y los máximos exponentes del oscurantismo son las guerras y la religión.

Junto con Voltaire, Montesquieu, D'Alembert, Diderot y los llamados "enciclopedistas" son los máximos representantes iniciales de esta línea de pensamiento. Creen profundamente en el valor de la educación y son partidarios de su máxima generalización, pues están convencidos de que la educación mejora al ser humano y es además un derecho universal.

Al mismo tiempo, piensan que el objetivo de todo gobierno es la felicidad del pueblo, cuya base primera es la mejora de las condiciones materiales de vida. Son constitucionalistas y recuperan la noción clásica de "ciudadano" como ser humano integrante de una sociedad civil con igualdad de derechos.

El movimiento de los ilustrados se va extendiendo en mayor o menor medida por toda Europa y también se exporta a América.

Como realmente se encuentran con una Europa en que son muy fuertes las monarquías absolutas, en principio defienden en política lo único que pueden: el llamado "despotismo ilustrado". El monarca deberá ser un déspota ilustrado, es decir un príncipe perfectamente educado cuyo objetivo fundamental será la renovación profunda del pueblo sumido en la ignorancia: obligará a la educación, impulsará el progreso técnico y material de su pueblo y será mecenas de las artes, las ciencias y las letras, propiciando una especie de "revolución desde arriba". Este ideal sin embargo tenía una limitación: si el objetivo final era la igualdad de todos en una sociedad feliz y próspera, con una cultura generalizada, etc., entraba en contradicción con la existencia de una sociedad estamentaria, todavía con privilegios feudales, y con la esencia misma de la propia monarquía absoluta.

Conforme los acontecimientos históricos del XVIII, sobre todo a finales de siglo, hicieron vislumbrar la posibilidad de cambios hacia sociedades constitucionalistas e incluso republicanas, los ilustrados se fueron definiendo más claramente como revolucionarios, completos partidarios de que la soberanía sólo reside en el pueblo, un pueblo que debe llegar a ser consciente y educado, capaz de ejercer su libertad, y se adhirieron cada vez más a las ideas que iban a ser la divisa de la Revolución Francesa: "libertad, igualdad, fraternidad". De sus concepciones surgiría la primera Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, base de las actuales Declaraciones de Derechos Humanos.

Los ilustrados avanzados llegan a la conclusión de que los seres humanos sólo pueden tener un estatus ciudadano universal y unas reglas iguales para todos y justas. Veamos lo que dice Kant, el ilustrado alemán, al respecto:

Todas las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez de manera completa. En los hombres, únicas criaturas racionales, aquellas disposiciones naturales que apuntan al uso de su razón, se deben desarrollar completamente en la especie. El medio de que se sirve la Naturaleza para lograr el desarrollo de todas sus disposiciones es el antagonismo de las mismas en sociedad, en la medida en que ese antagonismo se convierte a la postre en la causa de un orden legal de aquellas.

El problema mayor del género humano, a cuya solución le obliga la Naturaleza, consiste en llegar a una sociedad civil que administre el derecho en general. Sólo en sociedad, y en una sociedad que compagine la máxima libertad, es decir, el antagonismo absoluto de sus miembros, con la más exacta determinación y seguridad en los límites de esa misma libertad, se puede lograr el empeño que la Naturaleza tiene puesto en la humanidad, a saber, el desarrollo de todas sus disposiciones, y que sea el hombre mismo quien se procure el logro de ese fin. Por esta razón, una sociedad en que se encuentre unida la máxima libertad bajo leyes exteriores con un poder irresistible, es decir, una constitución civil perfectamente justa, constituye la tarea suprema que la Naturaleza ha asignado a la especie humana. Después de muchas revoluciones trasformadoras, será a la postre realidad ese fin supremo de la Naturaleza, un estado de ciudadanía mundial o cosmopolita, seno donde puedan desarrollarse todas las disposiciones de la especie humana.

Los ideales ilustrados están en la base de las constituciones laicas modernas y la ilustración produjo en todos los paises en que caló fuertemente, una recuperación completa de la idea de la democracia, una fuerte educación pública, una total separación entre los poderes religiosos y los políticos civiles y laicos, etc. Sin embargo, tales ideas y principios tan básicos están lejos de haberse llevado a término, pues en el mundo los países que dicen defenderlos a menudo los incumplen reiteradamente en su interior o en sus relaciones y consideraciones hacia los demás países y sus habitantes, y son inmensa mayoría los países que ni siquiera se acogen a estos principios, por mucho que digan suscribir en la ONU la Declaración de los Derechos Humanos.

- Gracias: Helena

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